El hijo economista de la autora de la carta “Esperando la carroza”
El reconocido columnista Sergio Urzúa se enteró por el diario de que su madre, Ilka Soza, había criticado a un banco por discriminación.
Se convirtió, sin dudas, en uno de los personajes de las últimas semanas: Ilka Soza, la profesora normalista hoy jubilada que el pasado 22 de junio escribió una carta a El Mercurio denunciando la discriminación vivida con su banco que no le permitió renovar su tarjeta de crédito por considerar que su edad -categoría de más de 72 años- la ponía en riesgo de un posible deceso, logró con su sentido testimonio mover tanto a la banca como al Presidente Sebastián Piñera. Todos ellos durante la semana pasada prometieron públicamente emprender acciones concretas para poner freno a las discriminaciones que vive la tercera edad en el ámbito financiero.
La decisión de Soza (78 años) de hacer pública su situación sorprendió a su entorno familiar, el cual literalmente se enteró por la prensa. Entre ellos su hijo, Sergio Urzúa, el desatacado economista de la Universidad de Chile, investigador asociado de Clapes-UC y profesor titular de la Universidad de Maryland (en Estados Unidos), quien también suele escribir en medios de comunicación: tiene una columna propia todos los domingos en el mismo diario.
En una segunda carta al mismo matutino publicada el 28 de junio, Soza describe cómo después de su primera misiva recibió diversos ofrecimientos de empresas y personas de darles servicios o tarjetas gratuitas, las que agradecía pero dijo que no aceptará. Su solicitud apuntaba más alto: “¿Dónde estarán aquellos organismos y personeros públicos y privados que se erigen en defensores, en la sociedad actual, de la dignidad y los derechos de los eufemísticamente llamados adultos mayores? ¿Dónde está la voz de mi ejecutivo, dónde está la voz de mi banco? (Ellos saben mi nombre y yo me rehúso a nombrarlo.).– No busco caridad. No espero conmiseración ante el deceso. Soy pasajera viva en la carroza que vaticinó mi ejecutivo bancario. Solo quiero renovar la tarjeta de crédito. La mía y la de otros que caminan conmigo”, escribió. Tras esa carta, y pese al requerimiento de varios medios de comunicación, Ilka Soza ha preferido no dar entrevistas.
La misma actitud adoptó frente a este tema Sergio Urzúa, quien estuvo en Chile durante 48 horas la semana pasada. El economista, pese a que decidió mantener un bajo perfil frente a este episodio, participa en instancias relativas a políticas públicas relacionadas con la tercera edad: desde abril es parte la Comisión Adulto Mayor y Pensiones de la CPC.
En mayo de este año, Urzúa recordó a Ilka Soza en una columna que tituló “¿Los niños primero?“. En ella, y para graficar la importancia del hogar en la medidas para igualar la cancha durante la infancia, el economista mencionaba una anécdota protagonizada por su madre cuando él tenía 4 años y se robó una papa en la feria: acto seguido, y luego de un reto de proporciones, Soza obligó al pequeño Urzúa a devolver el tubérculo.
En una entrevista que Urzúa dió a revista Paula en 2016, el economista también relató algunos episodios de su relación con ella. Por ejemplo, el hecho de que como su madre era directora en colegios públicos de San Miguel, Cerrillos y Maipú, él iba a esos establecimientos según la trasladaban. También recordó que ser hijo de la directora no fue fácil, pues era blanco de bullying y protagonista de peleas “a combos”, las cuales se solucionaban en las oficinas de la directora, con castigos más duros para él. Por el otro lado, reconocía que fue protegido con los mejores profesores disponibles. Sin ese esfuerzo, reflexionaba emocionado, habría sucumbido en la medianía de un colegio del barrio, como muchos de sus amigos. “La relación con mi papá fue más bien formal, fue muy claro con las reglas aunque no lo recuerdo compartiendo juegos o en situaciones muy afectivas, a diferencia de mi mamá. Lo que sí, siempre supe que ambos estaban para apoyarme y contenerme, en cualquier circunstancia”, contó en esa oportunidad.