Vecina de Las Condesas: “Mi hija está postulando a la Rotonda Atenas y me duele cómo nos tratan”
Sandra Salazar lleva nueve años viviendo en este condominio de integración. Ahora quiere lo mismo para su hija.
Justo al final de la calle Alejandro Fleming, al cruzar Vital Apoquindo, en la comuna de Las Condes, se pueden ver cinco grandes complejos habitacionales. Son de color gris, de cinco pisos cada uno. Todos idénticos y están numerados del 1 al 5.
Al caminar por afuera no hay nada que haga pensar que se trata de viviendas especiales. Están protegidas con rejas y resguardadas por un guardia en cada entrada, como cualquier condominio de Santiago.
Es la penúltima semana de julio y las vacaciones de invierno se hacen notar en este complejo habitacional llamado Las Condesas. Son cerca de las 11 de la mañana y a simple vista no se ve nadie rondando por las calles ni por los pasillos interiores de los edificios.
En algunos balcones hay mujeres haciendo el aseo. Algunas barren, otras cuelgan la ropa en sus colgadores. El silencio de Las Condesas sólo es interrumpido por las pisadas de dos perros y un gato que salieron a tomar el sol de la mañana.
Al frente de las cinco Condesas hay un parque que cubre toda la calle. Fue inaugurado hace seis meses. Al pasto, se le suma un canil, una plaza para niños, un set de máquinas para hacer ejercicio al aire libre y un quiosco.
En el local atiende Sandra Salazar (53). La mujer lleva tres meses a cargo del quiosco luego de haber ido personalmente a hacer la solicitud ante el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín. Acumulaba meses sin trabajar, se sentía enferma y la mayoría de los vecinos hace años que comentaban la necesidad de tener un lugar cercano donde comprar abarrotes.
Salazar trabaja a pasos de su casa. Hace nueve años que vive en el condominio Las Condesas. Ella se autodefine como una “lascondesiana”. Sabe que la palabra no existe, pero no le importa porque no encuentra otra más adecuada para definirse. Si le preguntan qué significa, ella dirá: “Alguien que ha vivido en Las Condes durante toda su vida”.
Y es cierto. “Nací, me criaron y me ‘malcriaron’ en la Colón Oriente”, recuerda Sandra Salazar. Cuando se casó, pasó a vivir de allegada en la casa de su suegra, también en una pequeña casa en Colón Oriente. Su familia soportó ahí hasta que se abrieron las postulaciones para el proyecto Las Condesas. Postuló con su marido, se esforzaron, juntaron $1.050.000 y con eso pusieron su parte del subsidio y así recibieron las llaves de su primera casa propia.
—Si el proyecto no hubiera sido en Las Condes, no sé si habríamos postulado. Nos encanta esta comuna. Es de las mejores. Tenemos acceso a servicios de calidad. De acá son nuestras raíces. Quizás no somos millonarios, pero eso no nos hace ser habitantes distintos de esta comuna— dice Salazar mientras arregla las marraquetas de su negocio.
En Las Condesas vive en un departamento junto con su marido, su hija y su nieto. Cada uno de los complejos del condominio cuenta con alrededor de 160 viviendas y con los años, explica, la comunidad ha aprendido a organizarse.
Los edificios cuentan con un comité de administración, compuesto por un presidente, un tesorero y un secretario. Y todos juntos conforman la junta de vecinos del sector. Así, mantienen las reglas y la buena convivencia.
La integración en Rotonda Atenas
Estas semanas, Sandra Salazar tomó la decisión de apoyar y motivar a su hija para embarcarse en el proyecto de su casa propia. Casi como si fuera una tradición familiar, la hija siguió el ejemplo de sus padres y postuló a un subsidio para un proyecto de integración social. Pese a las dudas y los miedos, llenó los papeles y fichas y postuló al proyecto Rotonda Atenas.
—¿Cómo te sentirías tú si sentado en el living de tu casa ves por la tele a tus próximos vecinos protestando, con olla en mano, a las afueras del lugar donde te podrías ir a vivir diciendo que no serás bienvenido?— dice Sandra Salazar.
La mujer de 53 años hace la pregunta y guarda silencio.
—¿Qué pasaría si escuchas que no te quieren recibir por ganar menos que ellos? Mi hija está postulando a la Rotonda Atenas y me duele cómo nos tratan. Se me aprieta la guata—comenta.
Toma asiento y con su mano empieza a apuntar a los distintos edificios de Las Condesas. Como si estuviera obligada a dar explicaciones o rendirle cuentas a alguien comienza a enumerar: “Aquí no somos un circo, no colgamos la ropa por las ventanas, tampoco tenemos malos hábitos, no hay narcotráfico, no escuchamos música fuerte en las calles, tampoco robamos, somos limpios, nos preocupamos de nuestro barrio. Así somos nosotros, así nos hemos acostumbrado a vivir. ¿Algo mínimo, no?”.
Su hija es una de las más de 1.200 familias que están postulando a los 85 departamentos de Rotonda Atenas. Por eso, saben que aún queda tiempo para saber si será una de las afortunadas. Mientras tanto, ayudada por su madre, ya está juntando el dinero necesario para el subsidio.
Son casi las 12 y de a poco se ven más personas entrar y salir por Las Condesas. Al quiosco de Sandra salazar llegan niños encargados por sus padres para comprar aceite o sal para cocinar el almuerzo. Pronto comenzará la hora cuando más llega gente al local y mientras recibe el dinero y a otros los anota en la lista de fiado, lanza su último comentario: “Me gusta que el alcalde Lavín haga estos proyectos. Cuando a uno en la vida lo único que le ha tocado ver es que te cierren las puertas, es sanador que alguien piense en abrirlas y dar oportunidad a quienes nos hemos acostumbrado a ser los últimos de todo. Mi hija está en el proceso de postulación y quiero que pueda vivir lo mismo que yo con mi marido aquí en Las Condesas. No porque tengamos menos plata que el resto tenemos menos derecho a vivir en buenos barrios”.