Pablo Dittborn sobre Filsa: “Para lo único que sirve es pagar los sueldos de la Cámara del Libro”
El socio de la Corporación del Libro y la Lectura confirma que editoriales como PenguinRandomHouse, Planeta y Zig-Zag no participarán en la Feria del Libro de Santiago 2018.
“En más de una ocasión, la Estación Mapocho prestó gratuitamente el espacio, pero la Cámara [Chilena del Libro] igual cobraba a las editoriales por metro cuadrado (y las editoriales teníamos que montar el stand con nuestra propia plata), igual recibía aportes del Estado, igual cobraba entrada e igual recibía auspicios“, afirma a PAUTA.cl Pablo Dittborn, socio de la Corporación del Libro y la Lectura a través de su editorial, La Copa Rota.
La Corporación del Libro y la Lectura agrupa a grandes editoriales como PenguinRandomHouse, Planeta y Zig-Zag y, según Dittborn, concentra “el 70% de las ventas de libros en Chile y probablemente el 80% de los autores chilenos”. Esta semana, la agrupación gremial hizo noticia al declarar a través de una carta a la Cámara Chilena del Libro que no participará de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa), según informó El Mercurio.
“Estamos convencidos, y así lo hemos hecho saber públicamente, de que nuestra industria editorial, los lectores y el país no se merecen una feria internacional del libro desmedrada e improvisada, menos si en su organización están excluidos los editores, un factor decisvo en la generación de autores y libros chilenos”, dice un extracto de la carta.
Según su sitio web, la Cámara Chilena del Libro agrupa a 79 socios (aunque no han actualizado la información desde marzo de 2016), pero su ruptura con las empresas que conforman la Corporación del Libro y la Lectura se ha venido anunciando al menos desde fines de 2015. En esa fecha, algunas de las editoriales más importantes de Chile como Zig-Zag, PenguinRandomHouse, Planeta y Catalonia “dejaron voluntariamente de pertenecer a la Cámara Chilena del Libro” y en abril de 2016 iniciaron sus actividades como una corporación que busca “transformarse en un referente de la promoción del fomento lector en Chile y ser un agente de cambio en el actual panorama de desidia frente a las letras que enfrentamos como país”, según se informa en el sitio web de la editorial Zig-Zag.
“Siempre tuvimos la sensación de que la Filsa tenía un carácter excesivamente comercial”, dice Dittborn, quien tiene una larga trayectoria en el mundo editorial (fue parte de Editorial Quimantú y Random House Mondadori, entre otras). “Algunos creíamos que la feria debía ser una actividad cultural, una actividad que incentivara la lectura en los chilenos, que tuviéramos una gran programación cultural”, afirma.
“Nada de eso es posible con el actual modelo de organización, que prioriza objetivos e interés comercial de una determinada agrupación gremial por sobre los requerimientos nacionales para la formación de hábitos lectores”, continúa la carta de la corporación presidida por Arturo Infante. Este presidió la Cámara entre 2011 y 2014, pero se retiró en 2014 alegando un “intento de golpe”, según informa La Tercera.
“A la cámara solo le interesaba la parte comercial y se fueron ahondando las diferencias con las editoriales”, sostiene Dittborn. “Esta no podía ser una feria organizada para una organización gremial cuyo único evento del año, para lo único que sirve es para pagar los sueldos de esa asociación gremial durante un año”.
Consultada sobre este conflicto, la Cámara Chilena del Libro solo hizo envío de un comunicado de prensa donde dicen “respetar” lo decidido por la corporación presidida por Infante, aunque esperan que dicha decisión “sea reconsiderada”, además de manifestar “su expresa voluntad para trabajar en revertirla”.
Las editoriales independientes, en tanto, se muestran divididas: mientras la Asociación de Editores de Chile no participará, la Cooperativa de los Editores de la Furia confirmó a El Mostrador que asistirá. El mismo medio informa que los aportes del Ministerio de las Culturas están condicionados a la participación de los cuatro gremios, por lo que la organización de la Filsa podría recibir un golpe adicional.
Un circuito literario
¿Cómo debería organizarse entonces una Filsa? Para Dittborn, lo ideal sería apuntar a un modelo como el argentino, “donde se unen seis asociaciones gremiales distintas y las ganancias de la feria se reinvierten para hacer una feria mejor al año siguiente. No puede ser que esa plata se vaya a la cuenta corriente de la Cámara del Libro. El Estado de Chile tampoco debe financiar los gastos burocráticos una asociación gremial”, afirma el también gerente general de The Clinic.
Dittborn cuestiona además que la feria se realice en octubre y noviembre, “cuando traer a un autor cuesta una fortuna”, afirma. “¿Por qué no nos integramos a un circuito? ¿Como los del de la Feria de Bogotá, o de la Feria Buenos Aires? Y se traen invitados en conjunto, con eso se amortizan los gastos”.