La alerta que se enciende en la derecha tras el episodio Rojas
En el oficialismo respaldaron la solución inmediata de La Moneda de sacar a Rojas de Cultura, pero hay temor por las tensiones internas que persisten en temas de derechos humanos.
La salida de Mauricio Rojas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio -que no resistió las críticas por sus opiniones en un libro en que calificó el Museo de la Memoria como un “montaje”-, junto con golpear a La Moneda, provocó un remezón en Chile Vamos.
El tema se trató por primera vez de manera formal en el tradicional comité político de este lunes 13 de agosto en Palacio. Los representantes de los partidos y los ministros acordaron la estrategia de respaldar la salida de Rojas con el objetivo de controlar los daños políticos asociados. Su sucesora, Consuelo Valdés Chadwick, recibió el tradicional apoyo inmediato.
Por eso, a la salida de la cita, los timoneles de los cuatro partidos de Chile Vamos cerraron filas con el Gobierno. “La situación era bastante insostenible y desde esa perspectiva el Presidente decidió aceptar su renuncia y nombró a la señora Valdés”, aseguró la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe. En la misma línea, el líder de RN, Mario Desbordes, destacó la forma de reaccionar que tuvo el Gobierno y valoró “el gesto” de Rojas de presentar su renuncia. Tono similar al que tuvieron los representantes del PRI Demócrata y Evópoli.
Sin embargo, entre los partidos oficialistas no hubo consenso respecto del rol que tiene el Museo de la Memoria. Van Rysselberghe aseguró que “tiene un sesgo de izquierda”, algo que fue respaldado por Desbordes. El presidente de Evópoli, Hernán Larraín Matte, tomó distancia y aseguró que el museo no existe “para contar una verdad oficial”, sino que para que “recordemos los horrores de nuestra historia y que debe estar presente en nuestra memoria para que no volvamos a repetirlo en el futuro”.
La escena, dijeron desde el oficialismo, sólo fue el fiel reflejo de las tensiones no resueltas que tiene la coalición. Algo que para los partidos es normal, están acostumbrados a lidiar con ellas, pero que de todas formas puso en estado de alerta a Chile Vamos por el precario equilibrio que hay que cuidar, más aún cuando el tema de los derechos humanos se instaló en el debate público.
Tensiones soterradas
Hugo Herrera, doctor en Filosofía y académico de la Universidad Diego Portales, asegura que La Moneda reaccionó de buena forma para evitar que el episodio Rojas dañara profundamente al Gobierno. “En la medida en que se controló de inmediato, se permitió poder aminorar al máximo el costo político de esto”, dice Herrera.
Una visión similar tiene la subdirectora de políticas públicas de Libertad y Desarrollo, Bettina Horst, quien considera que el conflicto desatado con Rojas sólo es un asunto puntual. “De esto no se puede extrapolar al Gobierno en general. Esto ha sido un caso puntual y no refleja una cosa más sistemática o general, eso sería una lectura más bien mañosa de la realidad”, analiza Horst.
Pero Herrera advierte que “si se siguen acumulando errores, indudablemente que estas reuniones circunstanciales podrían decantar en una unidad más de fondo en la oposición que ya está bastante dividida entre sectores socialdemócratas de la ex Nueva Mayoría y sectores del Frente Amplio”. Y agrega: “El Gobierno debiese ser lo suficientemente astuto como para no seguir cayendo en esto. La rápida reacción respecto a Rojas revela que están preocupados por este asunto y que en el fondo quieren imponer una visión política antes de que estos tropiezos dañen de forma estructural”.
Sin embargo, despejado el error no forzado de Rojas, el académico de la UDP dice que a pesar de que Piñera durante su primer gobierno habló de los “cómplices pasivos” en dictadura y de que cerrara el penal Cordillera, esa claridad no se ha traspasado plenamente a los partidos de centroderecha.
“Esa actitud de Piñera sólo se puede ver en Chile Vamos con bemoles. Hay sectores más recalcitrantes, pero con el tiempo han ido, y seguirán, perdiendo fuerza y de eso depende de que en Chile tengamos una centroderecha moderada. La disputa está dándose soterradamente sin grandes aspavientos, pero uno ve que ya hay sectores moderados en RN, por supuesto que en Evópoli, incluso en las generaciones más jóvenes de la UDI”, comenta Herrera.
Desde LyD, Bettina Horst no considera que el tema de los derechos humanos afecte negativamente a La Moneda ni tampoco a Chile Vamos. “Desde la primera administración de Piñera siempre ha sido un gobierno y una coalición que ha demostrado defensa y respeto por los derechos humanos”, dice la economista y panelista de Primera Pauta, de PAUTA100.5. Para ella, la idea de que estas temáticas complican al oficialismo y al Gobierno “es la lectura que la izquierda quiere instalar, pero la verdad es que en materia de derechos humanos todos los sectores han manifestado la importancia de su respeto, nadie está intentando validar ese tipo de crímenes bajo ningún contexto”.
La visión crítica desde fuera de Chile Vamos
La mirada sobre los efectos que puede tener el episodio Rojas para La Moneda encontró una fuerte crítica en los sectores de derecha que no forman parte oficial de Chile Vamos. Se trata de, por ejemplo, el movimiento político formado por el excandidato presidencial José Antonio Kast, Acción Republicana (AR).
El director ejecutivo de AR, Antonio Barchiesi, es rotundo en su evaluación a la decisión de Piñera: “El Gobierno comete un error porque cede ante la presión de la izquierda”. AR no pertenece a la coalición oficialista.
Para el representante del movimiento político de Kast, el problema de fondo pasa por la poca decisión que ha demostrado el Ejecutivo para impulsar su agenda. “El Gobierno tiene que entender que ganó, y ganó con inmensa mayoría, y no puede ser pauteado por quienes perdieron con 10 puntos menos. Creo que falta creerse el cuento, entender que el mandato popular para gobernar dura cuatro años y no el periodo en que aguanta la buena voluntad de las encuestas”, afirma Barchiesi.
Para el abogado, una de las grandes fallas que tiene Chile Vamos es no poder entender que “ni la cultura ni los derechos humanos son patrimonio de izquierda”. Por eso, dice, el Ejecutivo no ha podido “corregir la ceguera que tiene la izquierda con los derechos humanos”, haciendo referencia a los silencios que ciertos sectores políticos de la centroizquierda suelen tener para referirse a la situación de países como Venezuela o Cuba.
“Nos estamos acostumbrando a que cada vez que la izquierda haga un escándalo, el Gobierno tiene que tomar medidas. Este gobierno no tiene que pedirle permiso a la izquierda para gobernar”, enfatiza el director ejecutivo de AR.
Por eso, Acción Republicana la única salida que tiene La Moneda para volver a retomar la agenda es impulsar el programa de Gobierno, traducirlo en proyectos de ley y recuperar el dinamismo de la economía.
Una opinión similar tiene Hugo Herrera, quien considera que “si el Gobierno logra integrar al país y aumentar la productividad en la economía, estos problemas van a quedar, como dijo Lagos, en la hojarasca, de lo contrario este Gobierno sólo será de gestión hasta que decante el próximo conflicto”.