Expulsión de Karadima: “Es posible que haya otras decisiones similares”
La vaticanista con sede en Roma Inés San Martín asegura que la decisión del Papa Francisco responde al conocimiento personal que él tiene de la causa tras escuchar a las víctimas de Karadima. Sobre el alcance global que podría tener esta medida, la editora muestra cierto escepticismo.
Este viernes 28 de septiembre se conoció la decisión del Papa Francisco de pedir la dimisión sacerdotal al exparróco de la Iglesia El Bosque, Fernando Karadima, quien ya había sido condenado por el Vaticano en 2011 a una vida de penitencia y oración por los abusos cometidos en contra de menores de edad. La expulsión del exlíder de la Pía Unión Sacerdotal se da justo trece días después de que se conociera públicamente la misma sanción en contra del exvicario de la Solidaridad, Cristián Precht.
Inés San Martín, reconocida vaticanista del medio Crux Now, conversó con PAUTA sobre los alcances de estas resoluciones papales. Asegura que estamos frente a un Pontífice pastor que escuchó a las víctimas y quiso reparar errores del pasado y entregar justicia. Asimismo, la editora con sede en Roma advierte que aún es pronto para determinar si estamos frente a una ola de expulsiones.
—En el comunicado vaticano se asegura que la decisión del Papa Francisco es de carácter excepcional. De todas formas, sorprende que se manifieste en un tema que ya había sido sancionado por la justicia canónica en 2011. ¿Cómo se puede interpretar la decisión del Papa de expulsar ahora a Karadima?
“Efectivamente, como dice el comunicado del Vaticano, la decisión de Francisco es una resolución excepcional. Ahora, pienso que se puede interpretar como la acción de un Papa que se sentó a escuchar a las víctimas, que habló con los tres sobrevivientes de Karadima que vinieron a verlo a Roma a principios de este año y que, en consecuencia, tomó una decisión basada en su conocimiento de la causa. Creo que es una decisión pastoral muy importante que, de alguna manera, brinda un cierto alivio, que es la palabra que usó Juan Carlos Cruz en Twitter, a los sobrevivientes y una forma de darles justicia”.
—La resolución papal en torno a Fernando Karadima se da poco después de la expulsión de Cristián Precht. ¿Cree que de alguna manera estas decisiones están relacionadas o cada cual responde a elementos de juicio distintos?
“En cuanto a que esta resolución se da apenas trece días después de la decisión que tomó Francisco en torno a Cristián Precht, mi interpretación apunta más a la idea del cierre de un círculo importante: Precht y Karadima son dos figuras que dividen mucho a la Iglesia Católica chilena y ambos le causaron un daño irreparable. Cada cual, en su medida y en ‘su bando’ —más a la izquierda con Precht y a la derecha con Karadima—, tuvieron un rol y una influencia importantísima en la Iglesia de Chile, influencia que hasta el día de hoy es visible y palpable. Por lo mismo, en 2012, muchos cuestionaron que a Cristián Precht se le diera un castigo de solo cinco años, mientras que a Fernando Karadima, un año antes, lo habían sancionado de por vida, siendo que en definitiva los dos fueron encontrados culpables del mismo delito. Creo que Francisco, al expulsar a los dos del sacerdocio, de alguna manera repara esas decisiones tomadas entre 2011 y 2012 de diferenciar en las sanciones, cuando dos personas fueron encontradas culpables del mismo delito: arruinarles la vida a niños por medio de abusos”.
—¿La decisión del Papa es reflejo de un Francisco castigador o un Francisco pastor?
“Estamos frente a un Francisco pastor. Un Papa que escuchó a las víctimas, que escuchó el grito de los católicos chilenos que siguen llorando las heridas causadas tanto por Precht como por Karadima. Fue una respuesta de pastor a una necesidad muy concreta del pueblo católico de Chile de tener una cierta reparación y justicia”.
—¿Marcan estas expulsiones una nueva política de “tolerancia cero” a los abusos liderada por Francisco?
“Hay un aspecto que es importante destacar en estos dos casos: ambas decisiones fueron abiertamente anunciadas. Sabemos, por ejemplo, que durante el papado de Benedicto XVI unos ochocientos sacerdotes fueron expulsados por causas relacionadas a abusos. Sin embargo, es muy raro que la Iglesia entregue los nombres de los sancionados o anuncie tan abiertamente esta decisión”.
—¿Cree que estamos ad portas de una ola de nuevas expulsiones, considerando todas las investigaciones abiertas que hay para miembros del clero?
“Es imposible saberlo. Hay que esperar, pero con toda claridad va a depender de cada causa en particular, no se debe poner a todos en la misma bolsa. Ahora, es posible que efectivamente haya otras decisiones muy similares. Hablando particularmente del caso chileno, donde sabemos que hoy hay más de doscientos sacerdotes que están siendo investigados por la Fiscalía en causas relacionadas con abusos, es muy probable que aquellos que sean declarados culpables tengan una pena similar, es decir, que sean expulsados del sacerdocio que es la pena máxima de la Iglesia. Pero eso también va a depender mucho de la edad de la persona: es tradición que el Vaticano a los sacerdotes ya ancianos que son encontrados culpables de abuso en su ancianidad se los condene a una vida de penitencia y oración, en vez de removerlos del sacerdocio, pero hay que ver cada caso y en base a eso se tomarán decisiones”.
—¿Cree que a partir de esta resolución papal se generen consecuencias pastorales o políticas que puedan influir en el resto del mundo católico, sobre todo considerando la crisis mundial que vive la Iglesia producto de la proliferación de casos de abuso?
“En cuanto al impacto global, todavía hay que esperar. Fernando Karadima, por más daño que haya causado en la vida de las personas de las cuales abusó, no deja de ser —y esto lo digo con mucho cuidado— un sacerdote chileno. Entonces me parece que no debemos sobredimensionar el impacto global que pueda tener este caso. Con todo, es una noticia sumamente importante y una clara señal respecto al firme puño de Francisco en relación a los casos de abuso. En ese sentido, el comunicado entrega una importante clave en esa línea, que dice que el Papa tomó la decisión a conciencia y por el bien de la Iglesia. Aquella frase se puede interpretar como que Francisco es consciente del daño que causó Karadima en la Iglesia de Chile y también en la Iglesia global y que por eso tomó la decisión de removerlo del sacerdocio de manera permanente”.
—¿Cómo estas acciones pueden dar alguna luz de lo que se viene para adelante? Considerando, por ejemplo, que toda la Conferencia Episcopal chilena sigue renunciada.
“Insisto, estamos frente a una señal potente de un Papa al que no le tiembla el puño frente a temas importantes. Ahora, hay que ver qué pasará con toda la Conferencia Episcopal, la cual, como dices, sigue renunciada. Será muy interesante ver cuántas otras renuncias acepta el Papa y en qué medida lo hace. Otro tema que es crucial es el de los nombramientos de nuevos obispos en Chile. Hasta el día de hoy el Papa no ha creado nuevos obispos en Chile, simplemente ha nombrado administradores apostólicos, entonces hay que estar atentos. La situación de Chile es un caso muy puntual, con una crisis muy profunda a nivel nacional para la cual, yo creo, el Papa se está tomando el tiempo necesario para resolverla a conciencia. Me animo a decir que sigue todavía en contacto con las víctimas, con los sobrevivientes chilenos. Creo que Francisco no ha cerrado las vías de comunicación con Chile, aunque no sé si de manera directa o por vía de emisarios, pero sin duda alguna sigue muy pendiente de lo que pasa en Chile y de las decisiones que debe tomar”.
—Luego de conocerse la expulsión de Cristián Precht, su abogado presentó un recurso de apelación en la Justicia Civil, alegando que el Vaticano no respetó las garantías constitucionales de su representado y que no tuvo un debido proceso. Ahora con lo de Karadima surge la misma duda. ¿Estamos frente a juicios o sanciones exprés?
“Para mí, claramente hay un trabajo de fondo que no estamos viendo. Estas son decisiones del Papa tomadas a conciencia y con conocimiento de causa. Además, estamos frente a una resolución que Francisco hizo como Supremo Pontífice, eso implica que el Papa tiene la potestad para tomar las decisiones que no son cuestionables en temas que atañen a la Iglesia Católica. Esta es una medida a la que el Papa Francisco ha acudido en contadas ocasiones. De hecho, en este momento no se me ocurre otra decisión donde haya sido tan claro en decir ‘yo, como Papa, declaro esto’. Entonces, no fue un juicio exprés. Además, lo de tiempo exprés también es bastante relativo: si uno le pregunta a las víctimas de Karadima, claramente todo este proceso no fue rápido. Por el contrario, es algo que debió suceder hace siete años. Lo mismo si le preguntas a las víctimas de Precht, esto debió pasar seis años atrás. Aquí hay un trabajo intenso que se va a seguir dando en los próximos meses”.