La UDI en tierra derecha
A pocos días de las elecciones para elegir a la nueva directiva, ambas listas se juegan sus últimas cartas. Mientras Macaya y compañía apuestan por actos masivos y el apoyo de figuras emblemáticas, Van Rysselberghe se proyecta como la nueva “capitana” de Suecia.
“Las elecciones más disputadas en la historia de la UDI”. La frase se repite una y otra vez entre los miembros del partido y los analistas políticos que miran desde cerca las votaciones para designar a la nueva directiva de esa colectividad. El proceso, que se desarrollará de forma electrónica el próximo 2 de diciembre, tiene a su actual presidenta, Jacqueline Van Rysselberhe, encabezando las apuestas. Sin embargo, su contrincante, el diputado Javier Macaya, cuenta con una abultada lista de apoyos emblemáticos en la tienda, los cuales se han movilizado intensamente a lo largo del país para consolidar su posición.
La logística en torno a la votación ha sido complicada. A penas esta semana se conocieron los lugares de sufragio y los jefes de local recién comienzan a recibir las capacitaciones para llevar a cabo el proceso, a cargo de la empresa Evoting. A esto se suma los problemas que ha exhibido el padrón de votación, donde al menos mil personas aparecen con “militancia suspendida”. Pero nada de eso parece detener a los candidatos y sus maquinarias y ad portas de la elección, cada equipo se juega sus últimas cartas con múltiples mensajes por redes sociales y encuentros de última hora: como nunca la elección se definirá en las bases. En ese punto todos coinciden.
El padrón actual de la UDI rondea los 42.000 militantes, alcanzado tras el exitoso proceso de refichaje realizado a comienzos de 2017. Es el partido más grande de centroderecha, según número de inscritos. En la colectividad se estima que el 80% de ese padrón es nuevo, por lo tanto su comportamiento es incierto. “En las últimas elecciones internas votaron cerca de 7.000 militantes, de esas personas solo 4 mil se reficharon. Es decir, aquí hay alrededor de 38.000 nuevos militantes que no votaron en las elecciones pasadas y, por lo tanto, hay espacio para que pase cualquier cosa”, advierte un militante histórico, quien asegura que el cálculo interno en la UDI apunta a que cerca de 10.000 militantes acudirían a votar el domingo.
La disputa por el padrón
El pulso de la campaña de Van Rysselberghe lo lleva el exalcalde de Recoleta, Gonzalo Cornejo. A su cargo está la estrategia electoral de la actual timonel de la UDI, la cual apunta al “militante promedio”. Quienes conocen el tejemaneje de ese comando, aseguran que allí tienen una completa planilla de los dirigentes del partido que estuvieron a cargo del refichaje dentro de la colectividad en 2017: “Conocemos quiénes son y cuántas personas mueven”, explica un estrecho colaborador de la senadora por Concepción. Agrega que la campaña ha logrado un nivel de contacto con los militantes de un 75%, el doble que el de Macaya, quien solo alcanzaría un 30% en este aspecto. “O sea, cada mensaje que mandamos por Whatsapp o por Facebook a nuestros electores le llega al doble de gente de la que les llegan los mensajes y videos de nuestra competencia”, detalla.
El comando de Van Rysselberghe trabaja con una especie de call center, desde el cual llaman a los militantes y se les hace una serie de preguntas para saber su grado de cercanía con la candidata. Cuentan con una base de datos de cerca de 8 mil nombres que apoyan a la timonel y es en estos potenciales votantes donde se ponen los mayores esfuerzos. “Nos metemos en la estructura y los llamamos uno a uno, invitándolos a votar, les entregamos información importante sobre los horarios, locales de votación, el procedimiento. Nuestra meta es movilizar a 5 mil personas y esperamos que otras 2 mil lo hagan motu proprio. Con siete mil votos, ganamos la elección con distancia”, explica Cornejo.
En el entorno de Macaya miran este proceso con preocupación. “Van Rysselberghe durante sus dos años a la cabeza de la UDI realizó una detallada auditoría del padrón de la colectividad, saben perfectamente quién está detrás de cada ficha: su nombre, su dirección, su teléfono… es información sumamente valiosa construida desde el partido y que no ha sido sociabilizada con nosotros”, se quejan desde la campaña del diputado y jefe de bancada de la UDI.
“Efectivamente hemos tenido dificultades con el padrón electoral que ellos sí manejan, pero nuestra estrategia ha estado basada en recorrer todas las regiones del país con un mensaje positivo y de esperanza. La UDI es un partido que ha perdido influencia y eso es algo que todos quieren recuperar. Nuestra lista tiene un apoyo importante en parlamentarios y concejales. Nuestras actividades han sido masivas y nuestros cálculos apuntan a que obtendremos aproximadamente un poco más del 50% del total, o sea en torno a 6.500 votos”, asegura la diputada María José Hoffman, generalísima de la lista disidente.
En ese comando también suman el impacto que ha tenido el amplio apoyo que les han entregado los expresidentes de la UDI. “Todos, salvo Jovino Novoa y Pablo Longueira, que no se han pronunciado ni lo harán, están con nosotros y han enviado videos y audios de apoyo a nuestra candidatura. Han sido gestos muy potentes”, aseguran desde el comando de Macaya. Complementan que esta estrategia ha frenado de alguna manera la “máquina electoral” de la candidatura de Van Rysselberghe. Hoffman agrega que estos mensajes han tenido altísima recepción y que incluso son valorados por militantes que apoyan la otra lista: “Nos agradecen el espíritu místico de nuestra campaña”.
“La Capitana”
En el círculo íntimo de Jacqueline Van Rysselberghe desdramatizan el apoyo que ha brindado la élite del partido a la lista que encabeza Javier Macaya. Lo secunda Juan Antonio Coloma Álamos, el hijo diputado del último coronel activo de la tienda de Suecia, el senador Juan Antonio Coloma, quien finalmente entregó respaldo público a esa lista el fin de semana pasado. “Es ingenuo pensar que efectivamente esto se trató de un proceso de reflexión del senador Coloma. Claramente él ha estado desde el principio detrás de la estartegia de la lista donde su hijo aparece como postulante a secretario general”, esgrimen desde el comando de la actual presidenta de la colectividad.
La campaña de la senadora intenta alejarse de las figuras clásicas de la colectividad y, según aducen, sacar de las salas del Congreso las decisiones partidistas. “Por eso la lista apuesta por la diversidad de roles y orígenes, poniendo ánfasis en la clase media”, explica Cornejo. “Jacqueline se siente una Evita y quienes la acompañamos en esta campaña somos sus orgullosos descamisados”, expresa.
La analogía no es antojadiza. En el entorno de la senadora creen que ella encarna una tradición UDI que sus oponentes han minimizado. “El militante UDI tradicional es una persona a quien le gustan los liderazgos marcados, personalistas. Lo vimos con Jaime Guzmán, con Pablo Longueira, incluso antes con la base pinochetista del partido. Eso es muy UDI”, explica un antiguo dirigente.
Algunos van más allá. “Si Van Rysselberghe logra derrotar a Macaya, en el fondo estará derribando la apuesta del senador Coloma, el último coronel activo de la UDI y eso la pone en una inmejorable posición dentro del partido por los próximos 10 años”, explica uno de sus asesores más cercanos. Ante la pregunta de si ese desenlace la transformaría en “la generala”, el mismo militante responde: “Preferimos la capitana”, haciendo alusión al apodo que recibe Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil y a quien Van Risselberghe visitó sin consentimiento de su partido hace algunas semanas.
¿Cuánto hay en juego?
Desde la vereda opuesta, en la lista disidente apuntan a un supuesto estilo personalista de Van Rysselberghe como la causa principal de la mediocre performance del partido en las elecciones parlamentarias. Con esos comicios la UDI dejó de ser el partido con la bancada más grande de diputados, superado por RN. “Se empecinó en nombres que a todas luces no eran los mejores, solo porque eran leales a su proyecto”, acusa un parlamentario de la colectividad.
Pero sus defensores retrucan: “Recibió un partido en crisis que aparecía en las páginas policiales de los diarios en vez de las políticas. Construyó casi desde cero y durante su administración se reficharon más de 40 mil militantes. En las parlamentarias logró la segunda bancada de diputados más grande del país y la mayor representación de senadores del sector. ¿Cuál es el fracaso?”.
Con todo, los analistas apuntan más a una diferencia de estilo de los candidatos que a contrastes profundos en el mensaje de sus propuestas. “Finalmente ambos contrincantes en lo básico piensan bastante parecido. Los roces se producen más en las formas, en el trato personal”, explica un militante histórico que prefiere que su nombre quede en reserva. Es eso justamente lo que podría atentar contra la masividad del acto eleccionario. “No hay demasiado en juego”, concluye.
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