Los peligros de subestimar los riesgos del cambio climático
Cada día más empresas elaboran reportes sobre cómo afectará este tema a sus negocios y sectores. El problema es que son conservadores en proyectar los riesgos de largo plazo.
A medida que los efectos del cambio climático aumenten, su impacto en los negocios se hará más severo: los patrones de lluvia alterados afectarán la agricultura, las inundaciones entorpecerán las cadenas de suministro y las ondas de calor impedirán a los empleados trabajar. Para que los mercados funcionen bien, los inversionistas deben conocer estas consecuencias, y la cantidad de compañías que divulgan voluntariamente sus estimaciones de riesgos relacionados con el cambio climático ha crecido significativamente en los últimos 15 años. Ahora representan el 69% de la capitalización del mercado, y pronto ese tipo de divulgación será obligatoria en muchos países.
Por supuesto, la información solo ayuda si es precisa. Un nuevo estudio ha evaluado la credibilidad de estas divulgaciones corporativas, comparándolas con las mejores estimaciones científicas y económicas de los posibles costos de la adaptación al cambio climático. La buena noticia es que cada año más empresas empiezan a tomarse en serio los riesgos del fenómeno. Sin embargo, los informes actuales tienen puntos ciegos que pueden dejar a los inversionistas mal informados y expuestos.
En 2015, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirtió en un discurso para Lloyd’s, en Londres, sobre la “Tragedia del horizonte”, su forma de llamar al riesgo global que surge como consecuencia de la inherente disparidad entre el pensamiento a corto plazo de los mercados financieros y la naturaleza a largo plazo del clima. En él aseguró que las compañías, preocupadas por los desafíos, pueden no estar divulgando apropiadamente a los inversionistas los riesgos a los que se enfrentan por el cambio climático. Para poner a prueba la corazonada de Carney, Allie Goldstein, de la organización ambiental Conservation International, y algunos de sus colegas tomaron las divulgaciones voluntarias de más de 1.600 empresas grandes de todo el mundo y compararon sus estimaciones de riesgo con las de científicos y economistas.
De acuerdo con sus hallazgos, la mayoría de las compañías espera que el cambio climático aumente sus costos operativos y disminuya su capacidad de producción, debido a eventos como inundaciones, sequías y daños por huracanes. Además, la consciencia al respecto está creciendo rápidamente: el número de empresas que consideró estos riesgos como “casi seguros” o “muy probables” incrementó de 34% en 2011 a 67% en 2016. No obstante, la autoindulgencia persiste de forma preocupante.
Es importante tener en cuenta que los modelos de evaluación integrados también han sido muy criticados por ser exageradamente conservadores y probablemente subestiman los costos potenciales por mucho. Entonces, parece que las firmas en general no están siquiera cerca de mostrar panoramas realistas; o no están informando los riesgos honestamente como los ven, tal vez porque piensan que la verdad podría alejar a los inversionistas.
Otro problema que encontraron los investigadores es que las empresas parecen estar adoptando un enfoque extremadamente cerrado hacia los riesgos al ignorar los potenciales costos indirectos de las interrupciones en las cadenas de suministro o los cambios en los comportamientos de los consumidores. Por ejemplo, las estimaciones del impacto del aumento de temperatura en la productividad para 2100 prevén una caída de 20% en el ingreso per cápita global, lo que evidentemente disminuiría la demanda general de bienes y servicios. Sin embargo, menos del 3% de las compañías consideró en sus divulgaciones que podrían verse afectadas de esta manera.
Parece que Carney tenía razón sobre el desdén de los mercados financieros por los riesgos del cambio climático, lo cual genera dudas sobre su capacidad para manejar las inversiones apropiadamente. Al analizar los riesgos a largo plazo, los mercados no parecen tan eficientes como podríamos esperar. Como sugieren algunos teóricos de la administración, esto podría estar relacionado con la cultura misma de los negocios, dado que los modelos tradicionales trabajan a menudo sobre el supuesto –evidentemente peligroso en el contexto del cambio climático– de que las condiciones económicas y sociales actuales se mantendrán indefinidamente en el futuro, independientemente de lo que le ocurra al medio ambiente planetario.