La sala de negociaciones del G20 luce más sombría que de costumbre
Al igual como ocurrió a fines de 2018 en Buenos Aires, las discusiones más álgidas giran en torno al comercio y el cambio climático.
Nunca ha sido fácil forjar un consenso entre los 20 líderes más poderosos reunidos anualmente para discutir los problemas más apremiantes del mundo. Sin embargo, esta vez parece casi imposible.
En medio de desgarradoras guerras comerciales, renovadas tensiones geopolíticas sobre Irán y protestas masivas en Europa por el cambio climático, los negociadores de la cumbre del G20 de este año en Osaka se esfuerzan más de lo normal, según varios funcionarios involucrados en el proceso que solicitaron no ser identificados porque las conversaciones no son públicas.
Incluso antes de que se iniciara oficialmente la cumbre, un funcionario alemán ya había advertido que las conversaciones preliminares resultaron extremadamente complicadas. Ahora que los sherpas de los líderes están encerrados en una sala de negociaciones tratando frenéticamente de elaborar un comunicado final para el sábado temprano, descubren que el borrador se vuelve cada vez más delgado.
El temor es que la pluma roja pueda dejar pocas esperanzas en el comunicado. Al menos dos delegados fueron tan pesimistas que descartaron tener una pizca de optimismo.
Nada concreto
Tal como sucedió en la última cumbre de líderes del G20 en Buenos Aires, los escollos más grandes nuevamente están centrados en el comercio y el clima. En la tarde del viernes en Japón, la sección sobre el clima todavía tenía tres versiones con diferentes estilos de redacción entre paréntesis.
Aunque públicamente el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parecía presentar una ofensiva más diplomática, al llamar a la canciller alemana, Angela Merkel, “una gran amiga” y una “mujer fantástica”, a puertas cerradas, Washington mantenía su línea.
Estados Unidos no quiere que el acuerdo incluya ningún párrafo relativo al clima. El Reino Unido y otros países europeos quieren, por lo menos, mantener el lenguaje acordado en las cumbres anteriores. Turquía, Sudáfrica y Brasil están en un punto intermedio, al exigir que los países ricos cumplan con su compromiso de ayudar a los países en desarrollo, dijeron las personas.
En cuanto al acero, China sigue en desacuerdo con la solicitud de reducir la producción siderúrgica, por lo que Japón está considerando redactar un párrafo separado mediante su derecho como país presidente. El tema es particularmente apreciado por los europeos.
Proteccionismo
En cuanto al comercio, EE.UU. se opone una vez más al uso del proteccionismo en el texto, pero las conversaciones se dirigieron hacia una repetición del llamado en Buenos Aires para la reforma de la OMC y la resolución de una disputa causada por EE.UU. sobre el nombramiento de jueces de apelación. Es probable que la sección implique pocos llamamientos audaces para la acción, dijo uno de los participantes.
Otros delegados dicen que la discordia se extiende más allá de los puntos controvertidos conocidos del acero, el medio ambiente y el comercio. Una persona involucrada en el proceso dijo que la capacidad de compromiso prácticamente se había reducido a cero y que realmente nadie quería negociar.
De hecho, cierto nivel de escepticismo se ha deslizado en el proceso de negociación que reflejaba el estado más amplio del multilateralismo en estos días. Otra persona que participó en la redacción dijo que se habían roto tantos acuerdos unilateralmente que comienzan a perder sentido.
Un funcionario estadounidense involucrado en el proceso simplemente calificó el comunicado final como una pérdida de tiempo.