El relato de Sichel en el corazón de La Moneda
En sus primeros dos meses a cargo de Desarrollo Social, el ministro detuvo la consulta indígena, afianzó su relación con Cristián Larroulet y ha buscado imprimirle un sello más social y en terreno a la cartera.
“Nosotros vivíamos en una sociedad en que ser distinto era malo […] Cuando éramos chicos, lo que más me impactaba era cómo queríamos homologarnos y cómo le hacíamos bullying a la diferencia… Ser distinto es lo mejor que tenemos los seres humanos”. Este fue parte del consejo y la reflexión que hizo el martes pasado el ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel (42 años), frente a un grupo de estudiantes del colegio San Alfonso de Bajos de Mena, en Puente Alto, en la presentación de la IX Encuesta Nacional de la Juventud sobre Salud Mental.
Frente a los alumnos, Sichel relató parte de su propia historia y de las dificultades que pasó a la misma edad de ellos. Contar pasajes de su vida, con altos y bajos, es parte del relato “más cercano” que quiere construir y, como ha reconocido él en público y privado, habría sido una de las características por las que el Presidente Sebastián Piñera lo habría tenido en consideración para nombrarlo el pasado 13 de junio como titular del Ministerio de Desarrollo Social y de la Familia.
Esta semana cumplirá dos meses en la primera línea del Gobierno, con un asiento en el comité político y en La Moneda misma, donde llegó como el outsider de Chile Vamos, con críticas tanto de personeros de derecha como de izquierda. Un inicio polémico, sumado al recelo de la UDI, partido que quería ese ministerio social y algunas desconfianzas por su pasado ligado a la centroizquierda: ex DC y uno de los fundadores, junto a Andrés Velasco, de Ciudadanos.
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De hecho, a sus colaboradores más cercanos, Sichel les dijo que llegaba al Gobierno preparado para el bullying político de bando y bando.
Sin embargo, según comentan fuentes del Gobierno, hoy se le ve cómodo en La Moneda y con una relación bastante fluida con los partidos del oficialismo, que ha ido afianzando tanto en el Congreso como en reuniones bilaterales. En esas instancias le han pedido precisamente tener una agenda “más en terreno” y “más visible” comunicacionalmente.
“Estar en la calle” es uno de los déficit que los parlamentarios de Chile Vamos le han hecho ver al Gobierno. Por eso, dar a conocer mejor el destino de los programas que lidera el ministerio e instalar un discurso más social, dicen, es vital para la proyección electoral y para la construcción del relato de la segunda administración del Presidente Piñera y de las propias colectividades sobre la protección de la clase media y la derecha social.
También le pidieron diversificar los focos de su cartera, en especial, del tema indígena y el conflicto de La Araucanía, que a ojos de varios personeros y del propio Ejecutivo “eclipsó” la agenda de su antecesor, Alfredo Moreno, tras la muerte de Camilo Catrillanca.
Pero no ha sido fácil. Una de las primeras medidas que tomó como ministro fue dejar en pausa por 45 días la consulta indígena -según lo dispuesto por el Convenio 169 de la OIT al que Chile suscribe-, luego de varias dificultades y actos de violencia en los locales donde se realizaban. Además, hubo diversas críticas respecto de la implementación de la primera fase del proceso, tanto de los pueblos originarios como de la oposición e, incluso, del propio oficialismo.
Sichel tuvo que enfrentar esta situación a pocos días de asumir como secretario de Estado, en su primera visita a La Araucanía, donde hizo una autocrítica por los errores que se cometieron en la fase de comunicación.
Encontrar un sello
En el “área chica” de La Moneda, su principal aliada en la instalación ha sido la vocera de Gobierno, Cecilia Pérez (RN). Se conocen desde hace más de una década, cuando él era candidato DC a diputado por La Reina y Peñalolén, y la ministra era concejal de La Florida.
Sus oficinas están a pocos metros de distancia y comparten su gusto por el mundo de las comunicaciones. En su paso por el sector privado, Sichel fue parte de la creación del portal digital El Dínamo; armó su propia empresa de asesorías comunicacionales llamada “Paréntesis Estrategia” y fue gerente corporativo de la agencia Burson Marsteller.
En la táctica más política, ahora que está en el palacio ve más seguido al ministro del Interior, Andrés Chadwick (UDI), uno de sus principales apoyos en Chile Vamos, y ha afinado su relación con el jefe del segundo piso de La Moneda, Cristián Larroulet (UDI). Precisamente con el asesor presidencial y exministro de la Segpres, Sichel ha cultivado una buena relación pues reconoce, según las mismas fuentes, que él es una “pieza fundamental” antes de presentarle cualquier propuesta a Piñera.
De hecho, desde Desarrollo Social comentan que pese a la línea directa que tiene con el Mandatario, al nuevo secretario de Estado le gusta tener un “feedback” previo y en eso Larroulet lo ha ayudado mucho.
Al momento de asumir como ministro, desde el Ejecutivo se le pidieron prioridades de forma y de fondo. Primero, ser “más cercano” y estar más en terreno. Y segundo, avanzar en el programa Red Clase Media Protegida, uno de los pilares del Gobierno, y sacar adelante la creación del Servicio de Protección a la Niñez, ambos proyectos a los que La Moneda les puso suma urgencia para agilizar su tramitación en el Congreso.
Ha tenido una nutrida agenda de actividades en Santiago y en regiones, con y sin la distintiva chaqueta roja que hace unos pocos días volvió “en gloria y majestad” a las pautas de los ministros y del propio Presidente. Es que instalar ese “relato social” en la segunda administración de Piñera es la tarea y el sello que quiere tener el exvicepresidente ejecutivo de Corfo. “Un contrapeso para el relato más económico”, comentan en Palacio.
Y Sichel se lo habría tomado en serio. Más de alguno en el oficialismo levantó las cejas cuando el nuevo secretario de Estado salió a hablar del caso Essal y el corte de suministro de agua que vivió Osorno por más de 10 días. “Lo de Essal no es solo una falta de gestión, es una grave falta a la ética”, dijo el pasado 18 de julio. Un mensaje que reiteró dos días después en una entrevista con La Tercera, donde aseguró: “Somos promercado, pero no necesariamente proempresas”.
Más allá de las suspicacias, según comentan las mismas fuentes, el ministro ha dicho que su cartera debe tener un rol más protagónico y opinante sobre la estrategia de desarrollo del país. Por eso sus palabras sobre “la dimensión ética”, más allá de si las empresas cumplen los aspectos legales y aportan a los números.
En esa línea, han aumentado sus apariciones con los ministros de Hacienda, Felipe Larraín, y de Economía, Juan Andrés Fontaine, y la semana pasada inauguró un seminario de ética empresarial.
Hoy tuve la oportunidad de participar en el lanzamiento de la Asociación de Ética Empresarial y Organizacional. La ética beneficia al entorno y a las empresas, por lo tanto tiene que ser parte de nuestro desarrollo. pic.twitter.com/1m5sjK5g0h
— Sebastián Sichel (@sebastiansichel) August 6, 2019
En La Moneda reconocen que Sichel ha comentado que Desarrollo Social debe dejar de verse como “el ministerio de la beneficencia”, para ser la cartera vocera de que la “dimensión social” es tan relevante como el crecimiento económico. Y para eso necesita sortear otra barrera: mejorar su nivel de conocimiento. Según la encuesta Cadem, apenas bordea el 30%.
La búsqueda de su sello también la ha conversado con sus amigos más cercanos y con quienes está pronto a lanzar oficialmente el think tank Convergencia Liberal. Al menos una vez por semana trata de comer con los miembros de este grupo, liderado por el exdirigente de Ciudadanos Juan José Santa Cruz, el empresario Jorge Errázuriz, el abogado Héctor Navarrete y el economista Esteban Jadresic, entre otros, quienes están preparando un encuentro para presentar sus propuestas en temas como la reforma tributaria y la calidad de las instituciones, y en donde, por supuesto, Sichel estará en primera fila.
El dolor de cabeza
El problema más político que debió enfrentar durante su instalación, y que requería una acción más rápida, fue la situación de la consulta indígena. Se dio 45 días para revisar todo el proceso, mirar las actas y conversar con los distintos protagonistas con la idea de tener una mirada completa antes de tomar la decisión: reformularla o simplemente cancelarla hasta nuevo aviso. Para eso, tiene hasta el 7 de septiembre y se espera que, antes de esa fecha, viaje nuevamente a la Región de La Araucanía.
Mientras, el nuevo jefe de la Unidad de Coordinación de Asuntos Indígenas del Ministerio de Desarrollo Social, Gonzalo Arenas (UDI), ha recorrido en estos días esa zona y también Arauco, en la Región del Biobío.
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El otro desafío del ministro en esta materia está en el Congreso. Tiene que sacar adelante el proyecto que crea el Consejo de Pueblos Indígenas, el que está en segundo trámite en el Senado y al que el 6 de agosto se le puso urgencia simple. A eso se suma el acelerar la discusión del nuevo Ministerio Indígena, que desde 2016 está en el Parlamento.
De hecho, el miércoles 7 de agosto hubo en la Cámara una sesión especial para revisar la agenda mapuche y las políticas indígenas del Gobierno. “Hay una oportunidad histórica para avanzar en el reconocimiento a los pueblos indígenas”, dijo Sichel en la instancia, la que no fue nada de fácil para él ni para el titular de la Segpres, Gonzalo Blumel, quien también asisitió.
En esta dinámica, se ha reunido con diputados y senadores de lado y lado. Sin embargo, el ministro de Desarrollo Social ha confesado, en privado, que lo más complejo de estos dos meses ha sido precisamente el trabajo legislativo y ver cómo avanzan “lentamente” las tramitaciones de ciertos proyectos importantes para su cartera.
A la hora de los primeros balances, su recibimiento en Valparaíso ha tenido de dulce y de agraz, en especial con la oposición. Algunos personeros de la ex Concertación lo ven como un excamarada con ideas más cercanas; mientras que otros, entre ellos parlamentarios del Frente Amplio, todavía miran con desconfianza su transición de la centroizquierda al Gobierno del Presidente Piñera.
Dentro de los críticos está el diputado Ricardo Celis (PPD), miembro de la bancada indígena, quien se quejó de que Sichel “no los ha considerado para nada”. “Creemos que esta bancada era una oportunidad y el ministro Moreno la aprovechó de inmediato, pero él no”, dijo.
En la otra vereda, el diputado Andrés Longton (RN), miembro de la Comisión de Desarrollo Social, destacó que el ministro “entró con fuerza, sobre todo desde el punto de vista de la cercanía con los parlamentarios y el trabajo territorial”.
El representante de la Región de Valparaíso se ha reunido en estos dos meses en varias oportunidades con Sichel y aseguró que, a diferencia de la relación con su antecesor, que fue “de menos a más”, con el nuevo titular de Desarrollo Social hubo sintonía de inmediato.
“Con Moreno, la verdad es que la relación no fue muy buena en un comienzo. Había harta distancia, se lo hicimos ver y cambió la actitud con el tiempo. Se fue adaptando mejor al trabajo parlamentario. La personalidad del ministro Sichel es distintinta, desde un comienzo tuvo esa sensibilidad con los parlamentarios”, comentó el diputado RN.
Pero las diferencias con Moreno no son solo de estilo, sino también de currículo y de la etiqueta presidenciable que desde un comienzo cargó el actual titular de Obras Públicas. De hecho, medio en broma medio en serio, según comentan en el oficialismo, el ministro ha dicho que a él “es más fácil quererlo”, pues a diferencia de su antecesor, quien tenía más sintonía con la UDI, él no representa una amenaza a los aspirantes presidenciales que existen actualmente en Chile Vamos.