Inestabilidad política en Venezuela complica a los diplomáticos
Funcionarios han debido lidiar en el día a día con el régimen de Maduro, pese a que sus países han reconocido al gobierno de Guaidó como legítimo.
En marzo, cuando el líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, regresó a Caracas de una triunfante gira en el extranjero y ganó reconocimiento como líder legítimo por encima del presidente, Nicolás Maduro, el embajador alemán, junto con algunos otros enviados, lo recibió en el aeropuerto para darle la bienvenida y mostrar públicamente su apoyo.
No pasó mucho tiempo antes de que el gobierno de Maduro despojara al embajador, Daniel Kriener, de sus credenciales y lo expulsara. Kriener se fue a Berlín, con la política de su gobierno intacta y la cabeza en alto.
Pero en julio, en medio de sentido de fatalidad que rodeaba el esfuerzo liderado por Estados Unidos para derrocar a Maduro, el enviado alemán regresó a Caracas y a sus deberes anteriores: tratar con el gobierno de Maduro. Hace dos semanas se unió a colegas europeos en una reunión con el canciller de Maduro, Jorge Arreaza. Arreaza también celebró reuniones oficiales en España y Portugal, que se han alineado con Guaidó.
Estos sucesos diplomáticos parecen todo un arte marcial y reflejan una realidad naciente: Maduro sigue al mando hoy, como siempre, y dirige los negocios del país, a pesar de que más de 50 capitales reconocieron a Guaidó.
Mareo permanente
El constante vaivén da mareo. A principios de este año, diplomáticos con sede en Caracas actualizaron las listas de contactos, y remplazaron a los asociados de Maduro por los de Guaidó. Muchos agregados militares fueron enviados a casa para evitar tratar con los generales de Maduro. Un país europeo invitó solo a funcionarios de Guaidó a la celebración del día nacional. Para evitar un conflicto, un país latinoamericano canceló su celebración anual. Muchos de los diplomáticos entrevistados para este artículo hablaron con la condición de que su país permaneciera en anonimato para evitar irritar a ambas partes en la disputa.
Todo esto creó inquietudes sobre la seguridad, ya que los asesores de Guaidó están bajo constante amenaza de arresto. También planteó cuestiones más mundanas, como la obtención de placas diplomáticas.
Hace un par de meses, dos funcionarios de uno de los gobiernos más agresivos contra Maduro no pudieron enviar sus cosas a su país de origen porque los funcionarios se negaron a sellar las cajas en el puerto. Un oficial de aduanas disfrutó al preguntarles: “¿Por qué no le piden a Guaidó que se encargue de su mudanza?” El gobierno de los funcionarios envió una carta que solicitaba la aprobación de aduana, que finalmente fue otorgada.
Reconocimiento apresurado
Un funcionario latinoamericano que no está autorizado para discutir el asunto públicamente dijo que su país cometió un error al reconocer a Guaidó tan rápidamente. Ahora, dijo, los diplomáticos tienen que hacer “locuras” que nunca aprendieron en los manuales.
Lo que es cada vez más claro es que el reconocimiento de Guaidó existirá a un nivel simbólico. Sin embargo, a pesar de la evidencia que muestra que las duras sanciones de EE.UU. contra Venezuela afectan cada vez más a Maduro y sus asociados, los negocios del día a día se llevan a cabo con el gobierno de Maduro.
España, por ejemplo, protege a un importante colega de Guaidó, Leopoldo López, quien ha estado viviendo en su residencia oficial en Caracas durante meses. Mientras tanto, las relaciones del país con Maduro no han cambiado desde el año pasado.
El primer ministro de Curazao, una isla caribeña controlada por el gobierno pro-Guaidó de Países Bajos, recibió recientemente a Manuel Quevedo, jefe de Petróleos de Venezuela SA, el gigante petrolero controlado por Maduro. Discutieron sobre la oferta de PDVSA para renovar un acuerdo y operar una refinería en la isla.
Credenciales diplomáticas
Aunque Brasil reconoció plenamente al enviado de Guaidó como embajador, ha solicitado y obtenido del gobierno de Maduro la renovación de las credenciales diplomáticas de algunos funcionarios.
En un comunicado, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil dijo que Venezuela es un caso único en el que coexisten un gobierno constitucional legítimo y una dictadura ilegítima. Expresó la esperanza de que ambos continúen cumpliendo con la Convención de Viena, que garantiza la inmunidad y los privilegios para diplomáticos extranjeros.
Maduro ha estado bajo una creciente presión extranjera desde que juró un segundo mandato a principios de enero, luego de elecciones ampliamente condenadas por fraude. La tensión aumentó el 23 de enero cuando Guaidó, entonces líder de la Asamblea Nacional, se declaró presidente. Él y sus aliados se comprometieron a restaurar el Estado de derecho en una nación devastada por la hiperinflación, el hambre y la creciente corrupción.
EE.UU. de inmediato reconoció a Guaidó, y docenas de países en todos los continentes siguieron su ejemplo. Entretanto, los gobiernos que apoyan a Maduro también tuvieron un conjunto de opciones poco atractivas. Rusia y China, ambos patrocinadores de Maduro, han tenido numerosos contactos con aliados de Guaidó.
Todo esto demuestra, según Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en el grupo de expertos de São Paulo Fundação Getulio Vargas, los límites de la presión diplomática.
“Todo fue una gran apuesta arriesgada”, dijo sobre el movimiento de los gobiernos extranjeros para remplazar a Maduro con Guaidó. “Los europeos, por mucho que lo nieguen, ya comenzaron el proceso de retomar los negocios, como siempre, con Maduro. Los países de América Latina eventualmente tendrán que hacer lo mismo”.