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El riesgo político revive en América Latina en medio de protestas

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Agencia Uno
POR Maria del |

Los gobiernos de la región saben que tras la caída de las materias primas deben hacer recortes. Sin embargo, con esto se exponen a la agitación social. Ahora se ha sumado Chile.

América Latina, el tradicional modelo de riesgo político en los mercados financieros, vuelve a ser una fuente de preocupación para los inversionistas.

El Presidente Sebastián Piñera, se convirtió el sábado en el segundo líder este mes en declarar un estado de emergencia, obligado por violentas protestas en el país más rico de América del Sur, después de un aumento en los costos de transporte. En Ecuador, los disturbios estallaron después de que el presidente Lenín Moreno pusiera fin a los subsidios al combustible.

Argentina, mientras tanto, está nuevamente bajo control de capitales, luego de que los votantes se rebelaran contra la agenda de reducción de presupuesto del presidente Mauricio Macri y le dieran a sus oponentes una ventaja dominante antes de las elecciones presidenciales del 27 de octubre.

El resultado es que los latinoamericanos están rechazando una vez más la austeridad que buscan los inversionistas y entidades como el Fondo Monetario Internacional, argumentando que hace poco para reducir la desigualdad de ingresos o mejorar los servicios sociales.

Subestimar desafíos

Eso deja a los líderes en la difícil situación tener que recortar, pero a sabiendas de que hacerlo probablemente provocará agitación política o incluso su derrocamiento. Si bien la austeridad tiene una historia en América del Sur, incluso por la fuerza, bajo los gobiernos militares en la década de 1970, el auge de los productos básicos que comenzó alrededor de 2000 abrió un margen de gasto que ahora se ha evaporado nuevamente.

“Los inversionistas entusiasmados con el giro de la región hacia la derecha estaban subestimando los desafíos”, asegura Daniel Kerner, director gerente del Grupo Eurasia para América Latina. “Los presidentes están atrapados entre la necesidad de ajustes y su incapacidad para implementarlos”.

Ese dilema familiar para los líderes de la región se agudiza al final de un auge de las materias primas, la desaceleración del crecimiento y el aumento de la deuda pública, que saltó en América del Sur a un estimado de 78% del producto interno bruto este año, en comparación con 51% hace una década, según datos del FMI.

Los inversionistas ya están asimilando el retorno del riesgo político en los precios. Si bien cada país tiene puntos de inflamación específicos, el resultado probable en cada caso está erosionando el apoyo del gobierno para una agenda a favor del mercado y menos resistencia a frenar el gasto.

Ganar la discusión, perder las elecciones

Chile, donde una creciente brecha de riqueza ha dejado a muchos ciudadanos luchando por sobrevivir, puede ser el caso más discordante. El retroceso de Piñera el sábado no pudo detener de inmediato el saqueo y los disturbios, lo que provocó el primer estado de emergencia desde que el general Augusto Pinochet era dictador.

“Reformar la economía es difícil: puedes ganar la discusión y perder las elecciones”, dijo en Washington el ministro de Hacienda de Chile, Felipe Larraín, justo antes de que estallara la violencia en su país durante el fin de semana.

En Argentina, Macri está bajo presión, luego de ser derrotado en unas elecciones primarias el 11 de agosto. Eso fue suficiente para desencadenar una venta masiva histórica del mercado, lo que llevó al gobierno a reimponer los controles de capital y extender unilateralmente los vencimientos de la deuda.

El contendiente presidencial Alberto Fernández ha prometido alivio, sugiriendo que Argentina podría encaminarse hacia un renovado giro populista que podría deshacer las reformas económicas y empujar al país a renegociar su deuda.

Su compañera de fórmula, Cristina Fernández de Kirchner, es la abanderada del legado de Juan Perón y supervisó lo que se convirtió en una economía cerrada durante sus dos periodos como presidente.

“Abordar las desigualdades”

Las tensiones de América Latina se desarrollaban mientras los jefes de finanzas concluyeron las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial en Washington durante el fin de semana.

“Existe la clara sensación de que es importante asegurar algún tipo de desarrollo económico que también aborde las desigualdades, que pueden amplificarse en un momento de desaceleración global e incertidumbres comerciales”, dijo el secretario de Hacienda mexicano, Arturo Herrera, durante las reuniones.

Se espera que el crecimiento en América Latina y el Caribe se desacelere a 0,2% este año desde un promedio de 0,6% en los cinco años anteriores, de acuerdo con datos del FMI.

A pesar de todas las conmociones del mercado, América Latina tiene un historial de estallidos de disturbios cuando los precios de los servicios y los productos esenciales suben, ya que a menudo están subsidiados y sujetos a distorsiones de precios.

En 2013, un aumento en la tarifa de autobús en Sao Paulo y Río de Janeiro desencadenó las mayores protestas de Brasil en más de dos décadas y sacudió la política en la mayor economía de la región. El año pasado, los camioneros iniciaron una huelga paralizante después de un aumento en los precios del diésel.

Servicios públicos inadecuados

“Existe una percepción generalizada en la región de que la calidad de los servicios públicos es inadecuada”, asegura el economista jefe de Itaú Unibanco, Mario Mesquita. “La raíz de las protestas radica en esta insatisfacción, que puede provocar intensas consecuencias sociales”.

Otros desafíos a la autoridad de los gobiernos no están ayudando.

Las dificultades México para ejercer el control estatal quedaron exhibidas la semana pasada cuando el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó la liberación del hijo del narcotraficante encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán, después de que los miembros del cártel dominaran a las fuerzas mexicanas. En Venezuela, más de 4 millones de personas han huido del hambre, la represión política y una economía disfuncional bajo Nicolás Maduro.

Todo sugiere una serie de factores de riesgo sin soluciones rápidas.

“En casi todo América del Sur, tenemos gobiernos impopulares con problemas fiscales que enfrentan votantes enojados cansados de la corrupción, los malos servicios públicos y la falta de dinamismo económico”, asegura Kerner, de Eurasia.