La economía de EE. UU. enfrenta su peor recesión en 80 años
El producto interno bruto se contrajo 9,5% en el segundo trimestre, que equivale a un ritmo anualizado de 32,9%, según la estimación inicial del Departamento de Comercio.
La economía estadounidense sufrió en el segundo trimestre su peor recesión desde al menos la década de 1940, destacando como la pandemia ha devastado a las empresas en todo el país y ha dejado a millones de estadounidenses sin trabajo.
El producto interno bruto se contrajo 9,5% en el segundo trimestre frente al primero, una caída que equivale a un ritmo anualizado de 32,9%, mostró el jueves la estimación inicial del Departamento de Comercio. Esa es la disminución anual más pronunciada en los registros trimestrales, que se remontan a 1947, y se compara con las estimaciones de analistas de una contracción de 34,5%. El gasto personal, que representa alrededor de dos tercios del PIB, se desplomó 34,6% anualizado, también la mayor caída de la que se tenga registro.
Las cifras ponen al descubierto el alcance de la devastación económica que resultó de los confinamientos ordenados por el Gobierno y las órdenes de quedarse en casa diseñadas para frenar la propagación del nuevo coronavirus, que detuvo abruptamente la expansión de más larga duración. Si bien el empleo, el gasto y la producción han mejorado desde que aumentaron las reaperturas en mayo y el estímulo federal masivo llegó a los estadounidenses, un aumento reciente de los contagios ha moderado el ritmo de la recuperación.
Ese aumento, resultado del fracaso de Estados Unidos para contener el virus, indica que es probable que la economía del país se recupere más lentamente que la de lugares que han hecho un mejor trabajo, como la zona del euro. Y cuanto más dure la pandemia sin una vacuna, la producción económica se mantendrá por debajo de los niveles previos a la crisis, dejando secuelas permanentes en muchas empresas y trabajadores.
Subsidios de desempleo
Otro informe mostró el jueves que el número de estadounidenses que solicitan beneficios por desempleo aumentó por segunda semana consecutiva. Las solicitudes iniciales a través de programas estatales regulares aumentaron a 1,43 millones la semana que terminó el 25 de julio, 12.000 más que la semana anterior, informó el Departamento del Trabajo. Hubo 17 millones de estadounidenses que solicitaron beneficios continuos a través de esos programas en el período que finalizó el 18 de julio, 867.000 más que la semana previa.
Los futuros de índices bursátiles se mantuvieron a la baja y el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años aumentó después de los informes.
Si bien el reinicio económico ha ayudado a poner a trabajar a 7,5 millones de estadounidenses en mayo y junio en conjunto, las nóminas registran una baja de más de 14,5 millones frente a su peak previo a la pandemia. El rápido deterioro de la economía y el mercado laboral explica por qué la Reserva Federal mantiene su tasa de referencia cerca de cero y por qué lanzó varios programas de préstamos de emergencia orientados a fomentar condiciones comerciales líquidas en los mercados financieros.
“Hemos visto algunas señales en las últimas semanas de que el aumento en los casos de virus y la reinstauración de medidas para controlarlo están comenzando a pesar en la actividad económica”, dijo el miércoles el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en una conferencia de prensa después de la reunión de política de dos días del banco central. “En general, parece que los datos apuntan a una desaceleración en el ritmo de la recuperación”, aunque era demasiado pronto para decir cuán grande o sostenido sería este período, aseveró.
Faltando solo tres meses para las elecciones, los votantes estadounidenses tendrán que decidir si reelegir al presidente, Donald Trump, para un segundo mandato en un contexto de recesión inducida por el virus y su respuesta a la crisis de salud.
La contracción del segundo trimestre fue generalizada, mostró la publicación del PIB. La inversión empresarial en estructuras, equipos y propiedad intelectual se desplomó a un ritmo anualizado de 27%, la caída más pronunciada desde 1952, mientras que la inversión residencial cayó a una tasa de 38,7%, la mayor desde 1980.