Milton Juica: “Fue un despropósito vetar a Raúl Mera por razones políticas”
El expresidente de la Corte Suprema fue originalmente rechazado para integrar el máximo tribunal, en 1998, por su rol en el Caso Degollados.
En mayo de 1998, cuando debutaba el nuevo sistema de nombramientos de la Corte Suprema, que incluyó la participación del Senado, el ministro Milton Juica fue vetado en el Congreso. Entonces los parlamentarios de derecha rechazaron su designación -era el elegido de Eduardo Frei Ruiz-Tagle– en base a uno de sus fallos: haber condenado a excarabineros por el Caso Degollados, como se conoce al asesinato en 1985 de Manuel Guerrero, Santiago Nattino y José Manuel Parada.
En aquel tiempo, Juica era ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago y, además, tenía en su currículum haber investigado la Operación Albania, crimen perpetrado en 1987 por agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) y en el que consiguió las primeras confesiones de los autores de la muerte de 12 frentistas.
La situación vivida por Juica en el Parlamento se acaba de repitir, 22 años después. La tarde del 5 agosto, el Senado rechazó la nominación a la Corte Suprema del ministro Raúl Mera, el candidato elegido por el Presidente Sebastián Piñera: obtuvo 28 votos a favor y 14 en contra. Necesitaba un cuórum de 2/3 (29 votos). Le faltó un voto: se lo impidió la ausencia del senador Manuel José Ossandón (RN), quien se excusó este jueves diciendo que se indispuso como consecuencia del Covid-19 que padeció recientemente.
PAUTA conversó sobre lo sucedido con Mera con el exministro de la Suprema Milton Juica. “Raúl Mera es un muy buen ministro. Muy trabajador, muy instruido. Se maneja muy bien en muchos temas. Y me parece un despropósito que haya sido vetado por razones políticas”, dice Juica.
Las similitudes
Tal como en el caso de Juica -quien finalmente llegó a la Suprema en 2001, presidió el máximo tribunal entre 2012 y 2012, y jubiló en 2018-, el veto a Mera de parte de los 14 parlamentarios de izquierda también se basó en uno de sus fallos: absolvió a cuatro carabineros del crimen de los exfrentistas Cecilia Magni y Raúl Pellegrin, cuyos cuerpos fueron encontrados en el Río Tinguririca, en Los Queñes, en 1988. Los senadores le reprocharon no haber indagado en las huellas de torturas que presentaban los cadáveres pese a los informes periciales que contenía el expediente.
El ministro de Justicia, Hernán Larraín, en su defensa a Mera, reiteró que esa sentencia había sido confirmada tanto por la Corte de Apelaciones de Rancagua como por la Sala Penal de la Suprema, incluido el voto de Juica. Si bien el magistrado respaldó ese fallo, en una prevención resaltó que los cuerpos mostraban evidencia de torturas, argumento que los senadores que vetaron a Mera consideraron clave.
“Los parlamentarios no tienen mucha idoneidad”
Juica no está de acuerdo con que a un juez se le calibre por sus resoluciones, sino que, dice, debe pesar su carrera a la hora de los ascensos.
También es muy crítico con el sistema de nombramientos en la Corte Suprema: “Me parece que fue un error, porque se cedió el poder que tiene el Presidente de la República para designar él a los ministros. Y esto pasa entonces a una cámara política que, lo que más le interesa, son las cuestiones políticas. Por lo tanto, ponen al medio a un magistrado y pasa que los magistrados son considerados no por su prestigio, calidad, idoneidad y talento, sino que de la manera en cómo han resuelto ciertas contingencias de carácter político. Eso es lo más grave, porque atenta directamente contra la independencia de los jueces”.
-¿De qué manera cree que afecta la independencia judicial?
“En que se requiere que los jueces comulguen con ciertas ideas políticas para obtener una votación que le sea favorable. Como siempre lo he señalado, me parece nefasto el sistema. Porque en todas las oportunidades, y han sido varios los ministros que han sido rechazados por el Senado, no hay en ninguna parte un reproche respecto de la calidad jurídica, la idoneidad y moralidad. Simplemente, se refiere a cómo ha resuelto problemas de contingencia política. Y eso hace, en mi opinión, que el sistema no funcione. Por lo tanto, pierde mucha legitimidad y aterroriza a los jueces. Además, el magistrado tiene que ir a dar cuenta ante los parlamentarios y ellos no tienen mucha idoneidad ni calidad ni la moral como para censurar a los jueces”.
-Usted fue el primer ministro que experimentó el rechazo en el Senado por su rol en el Caso Degollados. ¿Cómo vivió ese proceso?
“Yo acepto las reglas del juego. Uno como juez postula en muchas oportunidades y le va bien y le va mal. Uno sabe eso. El tema es que debe considerarse solo la calidad del magistrado para merecer un ascenso, pero no la manera en cómo resuelve los conflictos. Eso es muy dañino para la sociedad, para la seguridad jurídica y, naturalmente, para la paz pública. Porque, en rigor, la designación se transforma en una nominación más política que técnica, que es lo que correspondería. En mi caso, bien sabemos por qué me rechazó el Senado: fue simplemente por haber actuado, en mi opinión, de manera muy profesional al resolver un conflicto que afectó a la policía. Por eso me vetaron. Y tuve que esperar tres años para que se corrigiera esa injusticia que se cometió respecto de mi persona”.
-También les ocurrió a otros jueces. Al ministro Carlos Cerda le costó años llegar a la Corte Suprema y Margarita Hererros postuló dos veces.
“Sí, les ha ocurrido a otros jueces. El concepto pasa primero por la Comisión de Constitución, que estudia los antecedentes de la calidad profesional del candidato. Y en todos los informes, pasa como un candidato que no tiene reproches profesionales. Pero después viene la votación política y ahí juega el problema político: ‘Hoy me toca a mí, después le toca al otro’. Así meten a nuestros jueces en medio de esta pandemia. Porque esto también es una pandemia en la que uno observa una injusticia absolutamente grave que afecta la integridad de nuestros jueces”.
Su voto en el caso Los Queñes
Respecto de las sentencias que dictan los magistrados, el exministro de Sala Penal y también expresidente y exvocero de la Suprema dice que “un juez puede estar equivocado. Pero eso es discutible, porque el juez tiene esa capacidad para resolver los conflictos. Y para eso están los tribunales superiores”.
-El fallo de Mera fue ratificado por la Corte de Apelaciones de Rancagua y por la Corte Suprema. Usted fue parte de esos votos, y con una prevención sobre las torturas.
“Claro. Pero había un fallo confirmatorio de la Corte de Apelaciones que mira los hechos. Y la Corte Suprema mira el asunto desde el punto de vista netamente jurídico de la ley. Como se trata de un recurso de casación en el fondo complejo, uno tiene que examinar si hubo o no infracción de ley. Pero eso no lo entiende la mayoría de la sociedad, porque son temas de carácter jurídico. Y cuando la Corte Suprema resuelve que no hay infracción de ley, es porque no la hay, aun cuando pueda haber duda de los hechos. Pero la Corte Suprema no está en condiciones de revisar los hechos”.
Lo que Mera dijo de su fallo
Días antes de la votación, el pasado 29 de julio, Raúl Mera asistió a la Comisión de Constitución de Senado para presentarse. Allí relató su carrera, pero también se hizo cargo de los dos focos que le cuestionaban: haber sido parte de la sala de la Corte de Valparaíso que rechazó un recurso de protección de los habitantes de Quintero y Puchuncaví por los episodios de contaminación, y por su sentencia en el caso Los Queñes.
Sobre la primera causa –que la Tercera Sala de la Corte Suprema le dio un vuelco y acogió las peticiones de los vecinos-, dijo que “si en mi carrera he interpretado que el recurso de protección, por ejemplo, no tiene por finalidad tratar de solucionar problemas crónicos, complejos, técnicos, de multiplicidad de causas, sino que ello corresponde resolverlos o bien a los poderes políticos o bien a tribunales especializados […], no es porque no tenga sensibilidad con los problemas graves que afectan a parte de nuestra población, sino porque he seguido la jurisprudencia que estaba totalmente aceptada por la Corte Suprema sobre la base que el recurso de protección es un remedio de urgencia para medidas de esa naturaleza y no otras”.
Sobre el caso Los Queñes, Mera señaló: “Honorable Senado: ¿Se me puede calificar como protector de impunidades porque no condeno cuando no alcanzo la prueba de la causa, la convicción de culpabilidad?”. Y añadió: “No digo que ellos no hayan sido detenidos, no digo que no hayan sido asesinados, no digo que sí cruzaron el río y se ahogaron porque intentaron escapar. Digo que a mí me basta la duda para tener que absolver. Eso fue lo que pasó específicamente en ese caso de Los Queñes. Ahora, se me reprocha haber dictado sentencia absolutoria como si lo hubiese hecho porque los acusados eran carabineros y no porque sencillamente el mérito de la causa no permitía condenar”, dijo.
También, Mera dijo a los senadores que “el verdadero juez debe gustoso renunciar a un ascenso si para obtenerlo se le pide aplicar su más claro deber, que es la imparcialidad. La labor del juez no es fácil. Y la tentación de buscar la solución que agrade a la mayoría y a quien detente el poder, que no perjudique la propia carrera, tiene que ser resistida […] Los magistrados no tenemos por qué ser héroes, solo debemos ser humanos honestos” y que “es un profundo error incluir a un juez en trincheras ideológicas”.
Una semana después, su nombre fue rechazado.