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Un presidente y 950 candidatos: la apuesta del PRI para abrirse un espacio en Chile Vamos

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Agencia Uno
POR Cecilia Andrea |

Tienen mil militantes más que Evópoli, pero ningún parlamentario. Van por el rearme en la municipal, y Sichel como posible abanderado.

El 14 de julio, la directiva del Partido Regionalista Independiente Demócrata (PRI) llegó a La Moneda a reunirse con el entonces ministro del Interior, Gonzalo Blumel. Cuando el tema que agarrotaba la discusión en la coalición era el desorden, la desafección y la descoordinación entre entre ellos mismos, Blumel les hizo una especie de propuesta. 

La idea del exsecretario de Estado era preparar con el PRI los nombres que pudieran acudir en reemplazo de las autoridades que renunciaran en noviembre, para sumarse a los procesos eleccionarios de 2021. El punto era arreglar entre fines de septiembre y octubre una lista de posibles militantes para llenar esos espacios y así devolverle al partido un poco de la influencia que habían perdido en los últimos años. Exactamente dos semanas después, Blumel salió del cargo. Y el PRI quedó exactamente igual que antes.

El más chico de Chile Vamos

En 2015 partieron la coalición como pares, pero hoy son considerados el partido “más chico” de Chile Vamos. Aquello, de alguna forma, se ha reflejado en la cantidad de cargos que el Presidente Sebastián Piñera les ha entregado desde que partió su segunda gestión, un punto que molesta en la colectividad. No por la necesidad del “cuoteo político”, según explican, sino por la posibilidad de mostrar sus cartas a lo largo del país y así posicionar nombres potentes para las elecciones venideras.

De hecho, el último puesto de confianza del Ejecutivo más cercano a un ministerio que la colectividad tuvo fue el de Alejandra Bravo, subsecretaria de Bienes Nacionales, expresidenta PRI y esposa de Eduardo Salas, quien la sucedió en la misma directiva. A Bravo la desvincularon del Gobierno luego de que se conociera una denuncia de la diputada Marcela Hernando (PR) en su contra. La acusó de ofrecer terrenos a un grupo de pobladores en Atacama a cambio de que firmaran por la inscripción del nuevo partido de su marido. Ese cupo, originalmente del PRI, fue llenado por Álvaro Pillado, militante UDI.

Hoy, la tienda liderada por Rodrigo Caramori cuenta exclusivamente con seis seremis en todo el país y un director regional del Sernageomin en la Región de O’Higgins. El resto de sus autoridades: 55 concejales, tres alcaldes y seis cores, todos cargos de elección popular. Su símil en tamaño, Evópoli, con mil militantes menos de acuerdo con el último registro del Servel, sin alcaldes y menos concejales, tuvo tres ministros en sus momentos más altos, cinco subsecretarios y una amplia lista de gobernadores e intendentes. La diferencia, claro, es que Evópoli logró una bancada de seis diputados y dos senadores (aunque solo quedó Felipe Kast tras la renuncia de Carmen Gloria Aravena al partido).

“No sé si fue un ninguneo, pero estuvo muy cerca de aquello”, dice hoy Caramori.

Los tiempos mejores

En el PRI cuentan que hace tiempo ya desistieron de ser verdaderos partícipes de este Gobierno. En la última reunión con el nuevo titular de Interior, Víctor Pérez, la casi promesa de Blumel quedó mucho menos amarrada que antes. Pérez sí les hizo una observación: es necesario “volver a retomar el espíritu de la coalición”, aparentemente perdido, lo que explicaba la situación actual del PRI en relación con los otros socios de Chile Vamos.

Hace dos meses, incluso, el Gobierno anunció que buscaría un “nuevo trato” con sus partidos y el Presidente comprometió una suerte de documento o guía de cómo serían esas relaciones en esta etapa. Ese escrito aún no existe y, por el momento, ese cambio se ha traducido en relaciones uno a uno con los personeros. Lo que todavía falta, de acuerdo con lo que explican en el partido, es que vuelvan las coordinaciones interiores y la puesta en común de una visión compartida como bloque.

Pero sus expectativas se han entibiado. Ante ello, buscarán la influencia que no lograron antes, solo que de otra forma. Primero a través de un trabajo interno, en el que apuntaron a “darle institucionalidad” a la colectividad, inexistente en los tiempos de Bravo y Salas, según Caramori. Así, prometen abrir la participación interna y sumar consejos generales, por ejemplo.

Este era un partido instrumental, a morir. Funcionaba en un celular, en un grupo por región. Si Salas te eliminaba del grupo, estabas fuera del partido. Ese era el Tribunal Supremo. Todo era de mentira”, comenta Caramori.

Por otra parte, la intención de la nueva directiva, reelecta hasta 2022, es sumar fuerza electoral logrando buenos resultados en las municipales de 2021, para luego alcanzar cupos en el Congreso en las parlamentarias. Por ese motivo han impulsado la “Academia PRI”, un espacio virtual de capacitaciones para los potenciales candidatos, donde enseñan desde la función que deberán cumplir en el cargo por el que corren, hasta el armado de discursos y el uso de redes sociales. 

En 2016, la tienda levantó la candidatura de 550 posibles concejales en todo el país. Por el momento y para la misma elección, ya llevan al menos 950. Lo que queda pendiente es cerrar el acuerdo para las primarias de alcaldes con Chile Vamos. El trabajo con los partidos del oficialismo en esa línea data desde 2019, pero ha sido aplazado en distintas oportunidades por la reprogramación del calendario electoral y la pandemia.

A fines de septiembre finaliza el plazo para inscribir las primarias y los cuatro socios del oficialismo lo tienen más o menos cocinado. En la búsqueda de aquella mayor visibilidad, aparece precisamente el nombre de Caramori como el cupo del oficialismo para ser candidato a una alcaldía del norte de la Región Metropolitana. 

“Lo que consigamos como PRI, los resultados electorales que obtengamos, se lograrán con el esfuerzo de los militantes y no del Gobierno”, desafía el líder de la colectividad.

El otro candidato

Ahora el PRI también hace otra apuesta, un poco más lejana y bastante más alta. Mientras Felipe Kast (Evópoli), Mario Desbordes (RN), Evelyn Matthei (UDI) y Joaquín Lavín (UDI) son los favoritos de los partidos más grandes de la centroderecha para darle continuidad al bloque en las próximas presidenciales, el ahora presidente de Banco Estado, Sebastián Sichel, ha sonado como la alternativa promovida por el movimiento Convergencia Liberal, del ex Ciudadanos Juan José Santa Cruz. A ese esfuerzo se ha sumado el PRI, partido con el que Sichel mantuvo una “buena” relación mientras fue ministro de Desarrollo Social. 

Sichel, así, sería el más probable abanderado de los regionalistas para disputar el sillón en La Moneda en las primarias del sector, aunque con un largo camino por delante. Si bien durante su gestión como secretario de Estado fue de los mejores evaluados, hoy apenas figura en las principales encuestas con porcentajes cercanos al 1% en menciones espontáneas, y en otros casos no aparece directamente.

La cercanía a Sichel, otro ex Ciudadanos, a Progresismo con Progreso, el movimiento liderado por otra ex DC Mariana Aylwin, y a Convergencia Liberal, no es casualidad. A más de cinco años del nacimiento de la coalición, en un mapeo ideológico hoy el PRI se ubica más a la izquierda que la UDI y Evópoli, cercanos al ala de la DC más conservadora y en un punto intermedio en las dos “almas” de RN que encarnan Desbordes y Andrés Allamand. Es decir, el PRI se siente en el centro del espectro.

El titular de Banco Estado sería, a juicio de Caramori, parte de ese centro que buscan fortalecer. Pero desde Chile Vamos.

“Él genuinamente representa al PRI en el sentido de lo que es la meritocracia. Proviene de sectores de trabajo, de esfuerzo, como también la gente de nuestro partido, desde los dirigentes nacionales hacia abajo. A nosotros todo nos cuesta más y a él también todo en la vida le ha costado más. Sin embargo ahí está, posicionado. Sería una muy buena carta y una buena opción para primarias de Chile Vamos, alguien distinto a quienes están hoy en el sector. Puede dar una sorpresa importante”, agrega Caramori.