Encuesta nacional de camas críticas: 80% de las camas UCI están ocupadas
Según la Sochimi, un 80% de las camas de cuidados intensivos se encuentran ocupadas en Chile. ¿Cuáles son las regiones donde la situación se extrema aún más?
En lo que va de la pandemia en Chile, el 28 de junio de 2020 fue el día en que más camas de la Unidad de Cuidados Intensivos estuvieron ocupadas. En total, 2.129 pacientes se encontraban hospitalizados en la UCI aquel día.
Actualmente, y según detalló el 6 de enero Luis Castillo, coordinador de camas críticas del Ministerio de Salud (Minsal), a lo largo de todo Chile hay aproximadamente 2.200 camas de cuidado intensivo, tanto públicas como privadas.
Esto significaría que, en caso de que este número no aumente próximamente -y si es que llega a superar la cantidad de internados en unidades de cuidados intensivos-, el sistema de salud podría entrar en un profundo colapso.
La primera ola
“En la máxima capacidad de implementación de camas, en julio del año pasado, llegamos a tener 3.200 camas UCI, con las adaptaciones”, explica Castillo sobre cómo se hizo frente a la situación que durante la primera ola vivieron los centros asistenciales.
Para asegurar la disponibilidad de camas ante una eventual segunda ola, el aumento de camas disponibles es crucial.
El lunes 4 enero se informó que en el Hospital Regional de Antofagasta las 75 camas críticas disponibles estaban siendo utilizadas, algunas por pacientes de covid-19 y otras por internos que sufrían otras patologías.
Asimismo, dos días después, el 6 de enero, fue el turno del Hospital Ernesto Torres Galdames de Iquique de quedarse sin camas críticas.
“Nuestro plan, de acuerdo con las necesidades, es al menos crear, convertir o reabrir mil camas más, para que podamos transitar tranquilos si es que las necesidades asistenciales así lo ameritan”, comenta el encargado del Minsal, lo cual -teóricamente- debería tardar entre 30 y 45 días en estar listo.
Crisis de camas
Desde la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) se liberó el lunes 11 de enero un informe sobre la realidad actual en materia de camas críticas (las cuales agrupan tanto aquellas de cuidados intensivos, como de tratamiento intensivo): de las 16 regiones que componen el país, 10 de ellas tienen el 80% o más de sus camas críticas ocupadas.
El análisis a nivel país muestra cifras similares. Un 80% de las camas de cuidados intensivos se encuentran ocupadas, asimismo el 85% de las camas de cuidados intermedios y el 47% de los ventiladores mecánicos.
La situación es incluso más extrema en algunas comunas del norte. Mientras que en la Región de Tarapacá el 94% de las camas se encuentran ocupadas, en Arica y Parinacota el 100% de ellas están siendo usadas.
“Por suerte se han podido trasladar pacientes a otras regiones de manera de evitar el colapso total y de manera de evitar que pacientes se queden sin atención”, comentó Carola Ruiz, vocera de la Sochimi.
Revise a continuación los números por región:
Por otro lado, aquellas regiones donde existe un mayor porcentaje de camas críticas disponibles -en relación con la cantidad total de camas que hay en dicha región- serían las de Aysén (50%), La Araucanía (57%) y Los Ríos (59%).
Un punto muy importante a recalcar aquí es que, en su mayoría, según detallan desde la Sochimi, las camas no se encuentran ocupadas por pacientes de covid-19, sino que albergan a personas que padecen otras condiciones.
Según comenta Ruiz, mientras que la estimación nacional de ocupación ronda el 85%, solamente un 25% de esta se debería a pacientes que ingresan por covid-19. “Es un porcentaje que ha tendido a aumentar durante los últimos días”, agrega.
El problema de fondo
Pero para algunos expertos el problema es más profundo. “Es fácil hablar de camas y ventiladores, pero lo que en realidad se necesita es personal, y el problema que tenemos -sobre todo en las regiones pequeñas- es que el personal ya está agotado”, comenta a PAUTA la epidemióloga y profesora del departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina en Universidad Católica del Norte, Muriel Ramírez.
Además, “la gente no está dispuesta a tener contratos a honorarios con las condiciones de trabajo que hubo durante la primera ola, que fue una situación muy estresante para los equipos de salud”, añade.
—Pero entonces, ¿cómo se podría hacer frente a ese problema?
“La única manera es bajar el contagio con una buena trazabilidad”, sentencia Ramírez.