Mejora la salud mental, pero no entre quienes enfrentan problemas económicos
Encuesta UC-ACHS muestra que estos problemas son más habituales en los hogares donde caen los ingresos o enfrentan endeudamiento, y entre las personas sin empleo.
El deterioro de la salud mental debido a las mayores dificultades que impone la pandemia comienza a ceder. Si el 35% de los habitantes urbanos sufrían este tipo de problemas en julio, uno de meses más duros de la crisis sanitaria y económica, ese porcentaje se redujo a 27% en noviembre. Aunque la foto general es alentadora, hay grupos que enfrentan mucha incertidumbre.
Así lo revela el Termómetro de la Salud Mental en Chile, elaborado en conjunto por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, que dirige el economista David Bravo. El estudio sigue en el tiempo a una muestra de personas entre 21 y 68 años y es representativo de la población urbana.
“La recuperación económica es muy importante para la salud mental”, explica el gerente de Asuntos Corporativos de la ACHS, Gabriel Fernández, refiriéndose a la condición básica para que los indicadores sigan mejorando. “Lo que más les preocupa a las personas no es contagiarse de Covid, sino sus finanzas”, acota Antonia Errázuriz, académica de la Escuela de Medicina de la UC, quien añade que la encuesta permite identificar grupos vulnerables que hay que apoyar.
Los más expuestos
Hay algunos segmentos de la población más expuestos a sufrir problemas de salud mental: las mujeres, las personas entre 45 y 54 años, quienes tienen solo educación básica, los separados (respecto de los casados, convivientes, solteros y viudos), quienes no realizan ejercicio y quienes viven en hogares con menos de 10 metros cuadrados por persona. Cuando se suman varias de estas condiciones es más preocupante. Vivir solo o con otras personas y disponer o no de balcón, terraza, jardín o patio son factores que no parecen incidir.
Hay otros datos más obvios: la salud mental empeora en aquellas personas que tienen enfermedades declaradas o registran un consumo problemático de alcohol.
La realidad económica de los hogares es clave: “La prevalencia de problemas de salud mental es mayor en hogares que han perdido ingresos en la pandemia o enfrentan complicadas situaciones de deuda. También entre quienes están desempleados o no están trabajando, incluso entre quienes están en condiciones de suspensión de sus contrato. Por el contrario, tener empleo es una especie de seguro: los ocupados tienen tasas de prevalencia de problemas mentales inferiores al promedio”, explica David Bravo.
Confianza, soledad, insomnio
Según la encuesta, al mirar preguntas más específicas se aprecia una mejoría en situaciones como problemas de concentración, no sentirse útil, sentirse constantemente agobiado y que se le complica tomar decisiones, entre otras. Pero crecen el porcentaje de quienes declaran tener menor confianza en sí mismos y que no pueden superar sus dificultades.
Los datos revelan otras dos condiciones: el 20% de las personas sufre de soledad, la que se incrementa con la edad y no se ve aliviada por el hecho de vivir con otras personas (las cifras son iguales entre quienes viven solos). Aquí sí incide positivamente el tener acceso a una terraza, balcón o patio.
Por otro lado, el 18% presenta problemas graves de insomio, cifra que sube a 41% al sumar a quienes admiten dificultades para conciliar el sueño.