La carrera del pueblo chango para participar de la elección constituyente
Inscribieron a tres duplas, pero la historia no termina ahí. Ahora deben inscribir en el padrón a los electores, y temen no alcanzar una cifra considerable para el 11 de abril.
“Nos daban como un pueblo extinto. Decían que no existíamos”.
Así parte el relato Luis Castro Álvarez, chango y candidato a la Convención Constitucional por los escaños reservados en representación de su pueblo. Perdieron la lengua que sus ancestros hablaban y parte de las costumbres que tenían hoy ya no pueden repetirlas. Pero no están extintos. El año pasado alcanzaron el reconocimiento legal por parte del Estado mediante un proyecto de ley que aprobó el Congreso; y a principios de este lograron inscribir a tres duplas para competir por un único cupo garantizado entre los 155 constituyentes.
El problema ahora es otro. El Servicio Electoral publicó hace un par de semanas el padrón auditado con el número y distribución de votantes para las elecciones del 11 de abril y los changos no aparecen. La base de datos para armar ese padrón debía ser proporcionada por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), entre otros, pero no tenían información disponible: recién el 17 de octubre se publicó la modificación a la ley que los reconoce.
Aquello fue previsto por los legisladores, quienes especificaron que de no aparecer en la nómina, quienes quisieran votar por los escaños indígenas deberían acreditar su calidad indígena mediante un certificado de Conadi; o una declaración jurada elaborada por el Servel firmada por alguno de los siguientes: un notario; secretario municipal o a quien delegue la función; oficial del Servicio de Registro Civil; Conadi; o directamente ante el Servel, por vía presencial o con clave única.
La fecha límite para entregar esas declaraciones al Servel se cumple el 25 de febrero y recién el 8 de enero Conadi entregó los primeros cinco certificados de calidad indígena. Así, el camino más viable para el resto de los changos será la declaración jurada. Si no lo hacen, no podrán votar por los escaños indígenas en abril.
¿Electos con 10, 50 o 100 votos?
La mayoría de quienes hoy se reconocen como changos viven entre Antofagasta y Valparaíso en caletas o reductos aislados, con conectividad muchas veces escasa. “Tal vez conocemos la tecnología, pero a veces no tenemos los computadores”, dice Castro a PAUTA desde Caleta Barranquilla, en la Región de Atacama.
“Recién estoy metiéndome en este mundo. Hace tres años era ama de casa, vivía para mis hijos, me preocupaba de otras cosas. Pero cuando empecé la lucha por el reconocimiento tuve que aprender muchas cosas. Y sigo aprendiendo”, explica a este medio Brenda Gutiérrez Almendárez, la dupla de Castro, desde Paposo, en Antofagasta.
Y no solo eso. Con la pandemia, las comunidades changas intentaron mantener a raya el covid-19 autorrestringiéndose el acceso o las salidas de sus zonas de residencia. Y ahora entienden que, sin los medios para hacerlo online, deben salir hacia las ciudades.
No obstante, las mismas comunidades están intentando organizarse con las municipalidades; además, en algunos sectores hay notarías que están haciendo el trámite gratis, como en Paposo.
“Es viable en la medida de que tengan apoyo: de Servel, de Conadi, de las municipalidades. Si no, es difícil, pero lo van a lograr. Cualquier cosa que se proponen, la logran. Pero el costo de eso creo que será muy grande. La mayoría de los changos viven en sectores rurales, donde no hay agua, no hay luz, entonces olvídate de tener internet, notarías o ministros de fe”, explica Aranza Fuenzalida, antropóloga colaboradora del Consejo Nacional del Pueblo Chango.
Con eso en mente, el 21 de enero, las 41 asociaciones changas agrupadas en el Consejo Nacional del Pueblo Chango enviaron una carta a Patricio Santamaría, presidente del consejo del Servel, para dar cuenta de que por la pandemia muchos de los miembros de las comunidades temían -o no podían- abandonar sus zonas de residencia para llegar a las oficinas de los organismos en donde podían hacer los trámites para acreditarse.
“Solicitamos al Servel que facilite otras alternativas para que nuestras comunidades puedan, efectivamente, participar de las elecciones de nuestros candidatos changos. El tener que presentarse ‘presencialmente’ es un gran riesgo para los miembros de nuestra comunidad, en el contexto actual de pandemia. Por ello solicitamos una solución ante la inminente fecha límite para poder inscribirse”, se lee en el documento.
Una de las propuestas, por ejemplo, es que el Servel pudiera llevar a un funcionario hasta esas zonas y recolectar las declaraciones juradas con las fotocopias de los carné de identidad. Aún no reciben respuesta del organismo y entre los changos aumenta la preocupación.
Queda menos de un mes para el plazo fatal y advierten de un problema: como los escaños reservados garantizan un cupo para ellos, uno de los seis candidatos será electo indudablemente y con cualquier votación. Aunque votaran 10, 50 o 100 personas, tendrán un escaño. ¿Pero a quiénes representará?
“La gente nuestra que se cuida no querrá ir a hacer el trámite, a lo mejor, por lo tanto no vamos a poder reflejar una real participación en la cantidad de votos para ser elegidos en este proceso”, lamenta Castro.
El camino hacia el reconocimiento
Luego de múltiples reuniones impulsadas por el Consejo y después de mucha presión, la modificación de la ley que reconocía a los changos como uno de los diez pueblos originarios en el país avanzó en su tramitación. La moción fue presentada en 2017, pero recién a fines de 2019, después de que se aprobó la reforma que consideraba escaños reservados, el reconocimiento chango se activó. Por eso el proceso de acreditación de calidad indígena también se ha demorado.
Los changos que así se reconocen llevan años indagando sobre sus raíces, acumulando información sobre sus familiares y recolectando certificados de nacimiento. Muchos de ellos están haciendo sus propios árboles genealógicos, sin ayuda de ningún especialista ni instituto, lo que complica el proceso.
Brenda Gutiérrez Almendárez es una de las primeras cinco personas que obtuvieron su certificado de calidad indígena. A través de distintos documentos, la confección de los árboles genealógicos y hasta pruebas de ADN, Conadi comprobó que los Almendárez eran changos y residían en la zona desde al menos 1850.
“Cuando me preguntan por esto, de verdad me emociono. No se imagina ser oriunda de Paposo y ser changa. Mucha discriminación sufrimos nosotros. Cuando me llamaron para decirme que era la primera acreditada, lloraba de alegría, no sé cómo explicarlo. Yo sé que soy changa desde que nací. Pero era como demostrarle a la ley, a las personas que me hicieron bullying, que nos trataron mal: ‘soy changa, soy grande, mi nación es lo más hermoso que hay'”, comenta Gutiérrez.
Según la información que entregó Conadi a PAUTA, hasta el momento hay 362 solicitudes de acreditación provenientes del pueblo chango. Para acceder a esa acreditación, la Ley 19.253 explicita varios mecanismos: son indígenas las personas de nacionalidad chilena que sean hijos de padre o madre indígena y que desciendan de habitantes originarios de las tierras identificadas en la ley; también los descendientes de etnias indígenas que habitan el territorio nacional, siempre que posean a lo menos un apellido indígena; y por último, un apellido no indígena puede ser considerado como tal si acredita su procedencia indígena por tres generaciones y que mantengan rasgos culturales de alguna etnia o cuyo cónyuge sea indígena.
Para facilitar el proceso, la Unidad Coordinadora de Asuntos Indígenas del Ministerio de Desarrollo Social y Familia realizó un estudio que se está utilizando como base para sustentar todos los casos. Por otra parte, la Universidad Arturo Prat está colaborando en las zonas de asentamiento para aportar información sobre el pueblo y a partir de la primera semana de febrero, el subdirector nacional norte de Conadi, Eleodoro Moscoso, comenzará un despliegue en la región de Atacama para levantar antecedentes para el proceso de acreditación en la caleta Chañaral de Aceituno.