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Educación desde la docencia: el llamado

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PAUTA
POR Fernanda Valiente |

Miguel Arce trabajó por 11 años en un banco, hasta que encontró su vocación como director del Colegio Puente Maipo. Fue un despertar en torno a la pobreza radical, señala en Desde El Jardín.

El rumor en la época de Gabriela Mistral era que no tenía el título de profesora. Muchas veces fue rechazada y criticada por un círculo. En respuesta, la poeta dijo en su libro Bendita mi lengua sea (2002):

“Yo no soy la intrusa que decís en el mundo de los niños. Lo sois según vosotros, porque enseño sin diploma, aunque enseñe con preparación. Porque no estuve al lado vuestro en un ilustre banco escolar de un ilustre instituto. […] Intrusos son los que enseñan sin amor y sin belleza. En un automatismo que mata el fervor y traiciona a la ciencia y al arte mismo”.

Entre ruido y silencios cuando suena la campana del Colegio Puente Maipo su director Miguel Arce se deleita. “Mistral habla de la experiencia. Y en ese sentido agradezco que los profesores que tengo son entregados, tanto emocional como intelectualmente”, dice. 

Une vez que Arce conoció el proyecto de la Fundación de Educación Nocedal, que trabaja con colegios periféricos, se conmovió por el impacto directo en las familias y los niños. “Partió como una búsqueda interior. Llevaba 11 años trabajando en un banco y estaba muy contento con el cumplimiento de varias etapas. Y luego me dije ‘¿y ahora qué’? Cuando me acerqué al proyecto en 1999 me di cuenta de que es verdad que existen dos Chiles, porque conocí la pobreza extrema”, relata. 

Nuevas experiencias

“¿Qué aprendiste en el Colegio Nocedal?”, pregunta Warnken.

“Que todos somos radicalmente iguales. […] A toda la gente, a nuestros niños y a nuestros papás hay que mirarlos a los ojos y ver toda la potencia que tienen. Las inteligencias están repartidas homogéneamente en la sociedad. Lo que falta es repartir las oportunidades en los momentos adecuados. Y, sobre todo, creer en las personas”, indica Arce. 

Lo que falta a su juicio es creer en los estudiantes. Se trata de una fe. “En el Colegio Nocedal hubo la posibilidad de crear una orquesta. A un alumno de segundo básico le entregamos un violín, obtenía excelentes calificaciones y creaba música. Luego, gracias al proyecto entra al Conservatorio y sale con condiciones excepcionales y entra a trabajar a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile como violinista. Y hoy, es parte de una orquesta en Moscú”, recuerda. 

Surge la necesidad de revisar la arquitectura de valores donde impera el éxito, pero debería considerarse la alegría de lo simple. “Es lo que enseñamos a nuestros niños, para tener una vida plena y para también lograr una trascendencia”, concluye el director. 

Revise la conversación con Miguel Arce