Enseñar en dos frentes: la nueva tarea de los profesores
Una mitad en la sala y la otra en la casa. Una cámara grabando la clase y decenas de ojos virtuales intentando entender lo que se quiere enseñar. Así trabajan algunos profesores.
“La directriz que se nos dijo que íbamos a utilizar es híbrida. Se separaron los cursos en mitades y cada semana le tocaría a un grupo asistir de forma presencial. También está la idea de tener el computador con cámara adentro de la sala, cosa de estar simultáneamente tanto con los chicos presenciales como con los que les toca online esa semana”, comenta una profesora de un colegio subvencionado de Padre Hurtado, que por motivos de resguardo de su identidad llamaremos Camila C.
—¿Cómo será la calidad del internet?
—¿Quién responderá las preguntas que les surjan a los chicos que están en sus casas viendo el computador?
—¿Se puede efectivamente confiar en que un aparato tecnológico vaya a funcionar sin problemas?
Son preguntas en las que pensó Camila. No obtuvo respuesta, pues el Gobierno anunció que la comuna de Padre Hurtado volvería a Cuarentena. No alcanzó a aplicar la modalidad híbrida que planificaba.
“Tanto estudiantes como profesores volveremos a nuestras casas a hacer las clases de forma telemática”, cuenta.
Los multiversos educativos
Cada docente enfrenta sus propios desafíos. Ningún simple ni fácil.
Mientras que en algunos establecimientos —como el de Camila— buscan los modos de cumplir con una modalidad híbrida y trasmitir las clases de manera telemática a los alumnos que no asisten a las aulas, hay colegios donde, teniendo todas las tecnologías a la mano, deben enfrentarse a los problemas nuevos.
Hace días se viralizó en las redes sociales un audio grabado por una profesora del colegio Mayflower, en el cual se quejaba con diversos epítetos sobre las dificultades de su nueva rutina en modalidad híbrida. De la forma hubo opiniones diversas, pero el fondo del mensaje fue compartido por una amplia parte de la comunidad docente: hacer en forma simultánea una clase presencial y otra online tensiona sus capacidades.
PAUTA conversó con varios docentes. Debido a las repercusiones que tuvo el caso de la profesora del Mayflower, la mayoría de los entrevistados solicitó resguardar su identidad.
En conversación con este medio, una profesora de un colegio particular pagado de la comuna de Colina, a quien llamaremos Josefa G., comenta las medidas que su establecimiento tomó para el retorno híbrido. “Para volver se han equipado las salas con cámara atrás y pantallas en lugar de proyectores. Además, tendremos una pizarra digital y micrófono/audífono bluetooth puesto”, señala.
“Cuando es solo online, o solo presencial, es mucho más fácil para uno como profesor”, comenta Isabel H., otra docente de un colegio particular pagado de Las Condes (cuyo nombre también pidió ser resguardado). “Esto ya que uno prepara una clase de tal forma que funcione para una de las dos modalidades, es muy complejo hacer congeniar ambas”, explica.
Por eso algunos colegios han optado por evitar la modalidad híbrida. Teresita M., quien es profesora de un colegio de Providencia, cuenta que en su establecimiento decidieron dividir a la mayoría de los cursos en dos grupos. Mientras que en una semana el grupo uno aprende cierta materia de forma presencial, el grupo dos tendrá su clase —de dicha materia— la semana siguiente.
“Mis clases son presenciales o virtuales. Cuando hago clases presenciales no hay niños conectados por cámara, sino que la otra mitad del curso tendrá después su clase de dicha materia presencial u online“, comenta.
“No deja de ser agotador, sobre todo por los protocolos y cuidados contra el covid-19, que van desde las manos, mascarillas, la colación, recreos, entre otros”, puntualiza.
Quien también comparte este peso que conlleva el realizar clases presenciales en conjunto con telemáticas es Constanza Lizama. Imparte clases híbridas en un colegio subvencionado de Rancagua y forma parte de Enseña Chile.
“Trabajar con ambas metodologías es muy difícil, pero ahí estamos con harto ánimo para lograr mantener la atención y motivación de nuestros estudiantes más allá de la modalidad en que se encuentren”, comenta.
“Fuera de lo cansador y complejo que es poder trabajar en este sistema, creo que volver a clases para mí fue maravilloso. Me encanta poder ver a mis estudiantes y compartir con ellos. Ver sus caras de duda, emoción, o sus reacciones ante lo que yo estoy explicando”, señala. “Todo el desafío y todo el cansancio no es nada en comparación a la alegría que uno tiene al poder ver de nuevo a sus estudiantes”, agrega.
Realidad del hogar
—¡Profe! Se me quedó pegado el internet, ¿qué decía la presentación? —pregunta Andrés.
—Sí, desde el celular no se puede ver bien el PowerPoint, no se alcanza a leer, nos podría ir dictando qué dice cada diapositiva —agrega Julia.
Frases como estas se han vuelto cotidianas en las clases de Beatriz L., docente de un colegio municipal de La Reina. “La mayoría de mis alumnos solamente tienen internet en el celular, y se conectan a las clases desde ahí. Súmale que en muchos casos la conexión no es estable y tenemos que -de cierta forma- recrear las presentaciones para que nadie se sienta discriminado y no piense que por no tener los suficientes recursos no va a recibir la clase de igual forma que sus compañeros”, comenta.
Los recursos con los que dispone un establecimiento educacional no son la única limitación al realizarse clases en modalidad híbrida o telemática.
“Obviamente los recursos inciden”, comenta Josefa. “No solamente los recursos del colegio, sino que los recursos en casa. Partiendo por una conexión estable a internet, la disponibilidad de un computador adecuado, los espacios para estudiar, y la posibilidad de tener un escritorio y buena iluminación”, ejemplifica.
El modelo ideal
Según explica Tomás Recart, director de Enseña Chile, la clase presencial es sumamente superior a una clase online. “Por eso es muy importante hacer el esfuerzo y tener un plan para volver. Es importante verse las caras, socializar, salir de las pantallas. Aunque sea a las escuelas y después a las clases. Hay que volver. No podemos quedarnos más en las casas”, enfatiza.
Sobre aquellos colegios que optaron por dividir a los cursos y trasmitir online la clase de forma simultánea a su realización presencial, Recart señala que es entendible, pero no lo ideal. “Es, sin embargo, muy bueno partir así, ir probando cómo reacciona la gente, si funcionan los protocolos, si la gente respeta las normas. Es mucho mejor eso que nada, pero lo ideal sería que todos vayan, todas las semanas, pero se puede partir así”, dice a PAUTA.
—¿Pero ese tipo de modalidad no significa un desafío mayor para los profesores, porque tienen que planificar una clase que funcione para ambas modalidades en simultáneo?
“Por supuesto. Es mucho más desgastante. Por eso el ideal es migrar a que todos puedan ir de manera presencial”.
—¿Y si por aforos no se puede, es mejor que asistan así intercalados entre semanas aunque para el profesor sea más desgastante?
“Ideal contratar dos profesores”.
Una idea similar a esta que indica Recart es la que se aplicó en el nivel donde enseña Isabel. Allí los dos cursos de kínder del colegio se dividieron en mitades. Funcionó como el K1a, el K1b, el K2a y el K2b, con cuatro profesoras para este nivel.
Mientras que a los K1 les toca asistir al colegio una semana, y se va cada grupo de 15 alumnos a una sala diferente con su propia profesora, los K2 tendrán clases online con sus dos profesoras. A la semana siguiente esto se dará vuelta y el K2a y el K2b tendrán clases presenciales —cada grupo en su sala— y los K1 deberán asistir de manera remota a las clases dictadas por sus profesoras.
—¿Y si no se puede contratar a más personal?
“Si no se puede, creo que lo peor es volver todos al Zoom. Yo trataría de hacer clases en otro lugar donde el aforo sí lo permita. Si no hay ninguna opción posible, lo último sería volver al Zoom. Yo discuto que no se pueda contratar un profesor, si realmente uno ve que de todos lados no se puede, uno podría solicitar recursos al Estado, entendiendo la educación como un derecho y que estamos en pandemia. Me es muy difícil entender que no se pueda, me cuesta no ver posibilidades y oportunidades para que se puedan tomar otras alternativas diferentes al Zoom”, expone.