Mitos y falencias de la adopción en Chile
Según cifras del Sename, en diciembre del 2020 eran 180 los niños que estaban esperando una familia adoptiva y 497 los postulantes a adopción declarados idóneos.
Varios son los episodios que en los últimos años han encendido las alertas sobre el sistema de protección de menores en el país. Según una investigación de la PDI publicada por Ciper, que en 2017 investigó 240 hogares de menores, en un 100% de los centros administrados directamente por Sename se cometieron “de manera permanente y sistemática acciones que lesionan los derechos de los niños, niñas y adolescentes”. Además, la investigación reveló que en un 50% de los hogares a nivel nacional se han constatado abusos sexuales.
Frente a estas alarmantes cifras, muchas de las soluciones apuntan al sistema de adopción, pero ¿cómo funciona y cuáles son sus principales mitos y falencias?
Mito 1: menores huérfanos en el Sename
“El principal mito es creer que los niños del Sename son huérfanos”, señala Claudia Rodríguez, abogada experta en derecho de familia. Según información de Sename, en diciembre de 2020 había 11 mil niños en cuidado alternativo de la institución, de los cuales solo 180 estaban a la espera de una familia adoptiva.
“Los niños llegan a residencias más grandes cuando el sistema se da cuenta de que están siendo vulnerados sus derechos. Luego las instituciones hacen lo posible para que estas familias se fortalezcan, y si fallan y no hay más opción, se declara la susceptibilidad. En general, es un mito que la guagüita fue abandonada por el papá y la mamá cuando nació y ahí nadie la adoptó”, aclara Rodríguez.
La ley 19.620 señala el proceso para que una niña o un niño sea declarado susceptible para la adopción.
En primer lugar, si el niño o niña es vulnerado y es derivado a una residencia o a una familia de acogida, se tiene que trabajar con la familia de origen para intentar una reinserción. Si lo anterior fracasa, hay que recurrir a los parientes -hasta un tercer grado- para verificar si es que existe alguno dispuesto a hacerse cargo del niño.
De agotarse las opciones, el tribunal puede declarar a un niño susceptible de ser adoptado. Pero antes, tiene que notificar a los familiares acerca de su decisión y comprobar que ninguno manifieste oposición.
Mito 2: niños a la espera
Otra crítica frecuente apunta a que, debido a la poca flexibilidad de la ley para definir qué personas pueden adoptar, existen muchos niños en el Sename esperando por una familia adoptiva.
Según cifras entregadas por la institución, en diciembre del 2020 eran 180 los niños que estaban a la espera de una familia adoptiva y 497 los postulantes a adopción declarados idóneos.
Para Vivianne Galaz, directora ejecutiva de la Fundación San José, uno de los tres organismos colaboradores en temas de adopción y que en 2020 gestionó en conjunto alrededor de un 20% del total de adopciones, la situación es diferente: “No tenemos niños esperando, sino familias esperando a niños […]. Podría decir que no contamos con menores declarados susceptibles sin una familia asignada”.
Según un informe del Sename del año 2019, el tiempo desde que un niño es declarado susceptible hasta que se produce el enlace adoptivo, varía principalmente según la edad. En los organismos colaboradores el promedio es de 1,95 meses, mientras que en las unidades del Sename asciende a los 4,67 meses.
Esto se debe principalmente a que los niños y niñas con los que trabaja el Sename son mayores que los de organismos colaboradores; mientras que un menor de un año debe esperar 1,17 meses, el de ocho años debe hacerlo casi 12 meses.
Claudia Rodríguez explica que el promedio de cuatro meses “no es nada para el sistema”. Añade que la demora en este proceso tiene que ver con los tiempos de tramitación de los tribunales. Por su parte, Sename aclara a PAUTA que el tiempo que demora la institución en el enlace es necesario para preparar al niño y a la familia adoptiva, con el fin de disminuir las posibilidades de un fracaso adoptivo.
Mito 3: un hijo a elección
Otra idea errónea que existe es que los adoptantes pueden escoger al menor. Según Vivianne Galaz, existen equipos técnicos que velan por establecer la mejor familia para cada niño. “Los padres sí pueden estar más abiertos o cerrados con respecto a la edad del niño o a ciertas condiciones de discapacidad, pero ninguna familia puede elegirlo”, enfatiza.
Para la abogada, una idea equivocada que genera mucho daño en los niños es la creencia de que la adopción corresponde a un tipo de favor hacia el menor. “La única razón para adoptar a un niño es desear ser su papá o mamá, no sacarlo de la pobreza ni darle mejores oportunidades”, comenta.
Falencia 1: un sistema lento
Según un informe de la Unicef sobre América Latina , “por cada tres meses que un niño de corta edad reside en una institución, pierde un mes de desarrollo”. Para que un menor sea dado en adopción se debe, primero, evaluar a la familia y trabajar con ella, algo que, en muchas ocasiones, genera que un niño crezca en hogares del Sename.
Según Vivianne Galaz, la Ley de Adopción “tiene muchas trabas”. Explica que es subsidiaria y que “privilegia a la familia de origen por sobre la restitución del derecho del niño a vivir en familia. (…) En la medida en que los procesos se alargan es más difícil incorporar al niño a una familia adoptiva”.
Propone un cambio en la ley que “modifique o asegure los tiempos acordes a los del crecimiento del niño”. En Chile, solo 35% de las adopciones nacionales realizadas el 2020 corresponden a niños mayores de 4 años.
Para Claudia Rodríguez el gran problema es que no exista una red de profesionales adecuados para trabajar con el niño y su familia de origen: “El sistema lo ingresa en una residencia, pero no trabaja con la familia o lo hace con programas muy limitados”. Y agrega que el sueldo para los especialistas es bajo y que muchas veces contratan a recién egresados.
Considera que el problema no es propender a la familia de origen, sino la lentitud del trabajo: “A lo mejor todo el proceso se podría hacer completo, pero de manera más concentrada, con buenos profesionales, en donde se trabaje con la familia constantemente”.
Desde el Sename apuntan que es fundamental para apresurar el proceso “la disminución de los tiempos de entrega del Certificado de Hijos, emitido por el Registro Civil, para poder evaluar a los familiares del niño que pudiesen hacerse cargo”.
Falencia 2: adopciones fallidas
En 2019, ocho adopciones fueron registradas como fracasadas por el Sename.
“No sé si son solo ocho, yo creo que hay una cifra que el Sename no cuenta”, cuestiona Claudia Rodríguez, quien recuerda el caso de tres hermanos en residencia, que tras ser declarados susceptibles, tuvieron dos adopciones fallidas en el momento del enlace. Es decir, cuando conocieron a la familia.
Luego de un tiempo, una de las hermanas, con 10 años, logró ser adoptada por una mujer soltera de 45 años, que, según el equipo evaluador, cumplía con los estándares apropiados. Vivieron juntas un año y la madre adoptiva decidió devolver a la niña al sistema, señalando a su abogada que nunca le habían dicho que tenía algunos “problemas”, a pesar de saber que había pasado buena parte de su vida en residencia.
“Yo la escuché por primera vez y noté inmediatamente que no era idónea”, señala Rodríguez, quien considera que existe una “gran carencia del sistema al declarar a una persona como apta para adoptar, porque por falta de recursos, se trabaja con muchos asociados al Sename, que pueden emitir cualquier informe”.
Vivianne Galaz, en tanto, explica que para evitar un fracaso adoptivo, tiene que haber un acompañamiento efectivo a los niños y a sus familias adoptivas. “yo creo que tiene que haber un soporte adecuado, sobre todo para las familias que necesitan enfrentar procesos de enlace y vinculación difíciles”, comenta. Además, la directora de la Fundación San José asegura que el Sename no entrega ninguna subvención a los organismos colaboradores, por lo que el acompañamiento debe correr a cuenta de cada fundación.
“No existe un buen acompañamiento, lo que genera muchas veces adopciones fallidas”, complementa Rodríguez.