La nueva UDI tras el fin del ciclo de los coroneles
Algunos aluden a que se rompió con la verticalidad histórica del poder en la UDI. ¿Quiénes son los nuevos líderes internos y qué hay detrás de los cambios?
“Tan alejado estoy, que no sé qué le pasó a Lavín y Matthei“, respondió el excoronel UDI Pablo Longueira al ser consultado por el clima de división que existía previo a las elecciones del 15 y 16 de mayo, cuando todavía habían dos cartas presidenciales en el partido.
Él, que estuvo presente en tantos momentos decidores junto con el exsenador Jovino Novoa, el exministro de Interior Andrés Chadwick y el senador Juan Antonio Coloma, confirmaba con esa respuesta lo que ya anunciaban fuentes de la tienda. Su influencia en la colectividad llegó a su fin, lo que habría motivado la suspensión de su militancia en enero de 2020, comentan algunos.
Novoa, en cambio, se había alejado hace tiempo producto de su lucha contra un enfisema pulmonar, enfermedad que el martes 1 de junio terminó con su vida. Fundador de la UDI, fue además un actor fundamental de la tienda en el Senado desde 1998 a 2014. Chadwick, quien aún sigue presente en algunas reuniones de la colectividad, también ha perdido influencia en las determinaciones de la UDI, comentan distintas fuentes. Tiene derecho a voto en el Consejo General, al igual que otros 487 consejeros.
Pero todavía queda un último coronel en pie: el senador Juan Antonio Coloma. Tiene un peso formal: es el jefe de bancada en la Cámara Alta, dedicando sus esfuerzos a asuntos legislativos. En los pasillos de La Moneda dicen que, aunque sigue activo en el Senado, su influencia tampoco es la misma de antes en la toma de decisiones del partido. Por ejemplo, no consiguió alinear a todos sus colegas contra los retiros del 10%.
En una entrevista en 2013, inédita hasta ahora y publicada en PAUTA, Jovino Novoa señalaba sobre los “coroneles”: “Este es el grupo político más notable del último siglo en Chile. Jaime [Guzmán] y estas personas que él formó, de muchos de ellos Jaime fue profesor en la universidad, es un estilo propio de la UDI que ojalá que no se pierda, porque con el tiempo esas cosas se van desdibujando, y es una generación muy buena”.
Cambian los jugadores, cambia el tablero de ajedrez
Hasta el día domingo 16 de mayo, todo era incierto en Suecia 286. A la jornada siguiente, con los resultados en mano, el panorama se aclaró. La derecha había sufrido un duro revés en las elecciones de alcaldes, concejales, constituyentes y gobernadores. La UDI, en especial, perdió más de 20 municipalidades en todo el país, con Maipú y Viña del Mar como emblemas del fracaso. Ganaron 17 escaños en la Convención, el resultado más alto en el sector, pero no lograron el tercio como bloque.
Los alicientes de mayor peso de la jornada fueron tres, todos femeninos. Daniela Peñaloza, una apuesta arriesgada de la UDI con la que trataron de innovar -según dice su propio presidente, Javier Macaya– logró quedarse con la alcaldía de Las Condes con el 40% de las preferencias. Fue un respiro para Joaquín Lavín, quien se jugaba el apoyo a su candidatura presidencial al día siguiente en el Consejo General. Fue proclamado de manera unánime.
Sin embargo, los mismos dirigentes del partido reconocen que la jornada fue una derrota. Las elecciones del 15 y 16 de mayo fueron el primer encuentro de la contienda que deberá enfrentar la directiva este 2021. La balanza no estuvo a su favor. Y no tendrán mucho respiro, pues en menos de 30 días se celebrarán las primarias presidenciales. Cuatro meses después, las elecciones de parlamentarios y Presidente. En síntesis: un año maratónico en el que se pondrán a prueba los liderazgos.
Con todo, hay miembros del Consejo que creen que será un buen año para la directiva, en especial porque se esperaba un cambio de aire generacional. El primero se concretó con el triunfo del actual jefe de partido, Javier Macaya (42), quien alcanzó el 55% de los votos en diciembre del año pasado. Entre ellos, Juan Antonio Coloma, el último coronel. De esta manera, se le cerró la posibilidad a la vieja escuela de volver a liderar, ya que el exministro Víctor Pérez (66) perdió al obtener el 45% de las preferencias.
Según una alta fuente de Gobierno, la colectividad optó por nuevos horizontes. En específico, el resultado de la elección para definir la directiva, comenta, demostró que la UDI está cambiando y que las discusiones ya no las pueden tener “los mismos de siempre” entre cuatro paredes. Sostiene, además, que la salida de la senadora Jacqueline Van Rysselberghe de la primera línea ayudó a que se abrieran los espacios, sobre todo para quienes no lo encontraron durante sus dos periodos de conducción. Cuenta que, más que unir, generaba diferencias en la interna del partido.
Macaya y Bellolio: los autores de la transición de la UDI
“En la UDI ya no existe la estructura de poder que había en los 90 y 2000. En ese tiempo era mucho más clara la cadena de mando, la jerarquía”, comenta el politólogo Kenneth Bunker a PAUTA. En su lugar, dice, se ha avanzado hacia una suerte horizontalidad e identifica a Macaya como uno de los liderazgos que concentra el poder en el partido, pero que, a diferencia de los antiguos coroneles, ha abierto los espacios de diálogo en la UDI. A la par, dice, se encuentra el coetáneo del jefe de la colectividad, el ministro secretario General de Gobierno, Jaime Bellolio (40), quien ejerce sus influencias desde La Moneda, otro espacio clave que conquistó la tienda.
Una de las autoridades más influyentes en el partido, aún vigente, comenta a este medio que esta dupla responde a los signos de los tiempos. Dice que era evidente que la conducción eventualmente tenía que cambiar y que todos los partidos políticos tienen etapas, al igual que el electorado. Agrega que la UDI, después de un proceso de fundación y crecimiento, ha dado un nuevo salto hacia adelante. Afirma que no se puede hablar de un nuevo ciclo, pero sí de una clara transición, que, en su opinión, se define por una combinación de diálogo y convicción, representado tanto por Macaya como Bellolio. Pero esto se explica también, según la fuente, por una directiva renovada y juvenil, mas no inexperta.
“Hemos tratado de conformar una directiva que tienen una trayectoria larga en la UDI y también mucha gente nueva”, dice Javier Macaya a este medio al ser consultado por su conducción del partido. Enfatiza en que el foco está puesto en “oxigenar” la política.
En este sentido, la académica experta en partidos políticos de derecha y presidenta de Comité de Investigación en Sociología Política (CPS), Stéphanie Alenda, afirma a PAUTA que Macaya y Bellolio son el reflejo de la influencia que adquirieron con el tiempo los militantes más jóvenes de la tienda, tras varios intentos por asumir la dirección.
Lo que cambia en 2020, comenta, se explica por tres factores.
El primero, sostiene Alenda, es la pérdida de influencia de los coroneles, a raíz de “las graves acusaciones contra Longueira y Novoa, en el marco del escándalo del financiamiento irregular de la política”. El segundo factor, expresa la experta, es la “caducidad de un estilo de conducción vertical de los partidos que descansaba en un grupo de líderes indiscutidos”, lo que, en su opinión, es un fenómeno que trasciende a la UDI.
La también directora de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB cuenta que aplicaron una encuesta a los cuadros dirigentes de Chile Vamos en 2015-2016. En las respuestas recogidas, dice Alenda, la UDI aparecía “como el partido más elitista de la coalición y con las bases más desmovilizadas”. Relata que más de un 80% de la tienda manifestaba que la participación en el partido era “solo ocasional, principalmente durante las elecciones internas o generales”. De esta manera, comenta la académica, “hubo una dinámica de cambios, empujada por las nuevas generaciones y en lo institucional por la Ley de Partidos, que buscó reactivar la participación interna”.
Alenda plantea que el último regreso de Longueira fue llamativo, porque parecía que le hablara a la UDI de los noventa y “no al partido que se había transformado en una empresa colectiva a lo largo de los años”. Dice que su discurso definitivamente no hacía sentido en la UDI actual.
Un último factor que impulsa el cambio de los liderazgos, dice la presidenta de la CPS, es el movimiento generacional que propulsó los cambios, “que reflejan demandas por una renovación de rostros en la política”. Para ella, con Macaya y Bellolio, hubo una desconcentración del poder, con la instalación de una cultura más participativa y menos centrada en algunos líderes.