Ciudades esponja: el valor de aprovechar al máximo el agua
Los humedales son ecosistemas críticos para las urbes, ya que aportan el 40% de los bienes y servicios ambientales que nos mantienen vivos.
Antes de comenzar este artículo, permítame hacerle una pequeña pregunta. ¿Con qué color asociaría usted el concepto de ciudad?
- Amarillo
- Verde
- Gris
- Rojo
Naturalmente para muchos la opción elegida será la C, ya que en su mayoría las ciudades tienden a ser sinónimo de infraestructuras de concreto y cemento, pero esta apreciación podría cambiar en un futuro.
Al menos si lo que queremos es estar preparados.
Según el director del Centro de Humedales del Río Cruces de la Universidad Austral, Ignacio Rodríguez, “la infraestructura gris deberá dar paso a una infraestructura verde para que una ciudad pueda hacer frente a las consecuencias del cambio climático”.
¿Infraestructura verde?
Como el nombre lo dice, la infraestructura verde está asociada con una serie de elementos naturales como los árboles, humedales y plantas. El beneficio principal de estos es que permiten que la infraestructura sea más flexible y pueda absorber más agua.
En este punto los humedales son cruciales. Un humedal no es solo un tipo de ecosistema, tanto playas, como ríos, lagos, pantanos y lagunas caben dentro de la categoría de humedales.
“Si nosotros sacáramos a los humedales, perderíamos casi la mitad de lo que nos mantiene vivos. Tienen que ver con la calidad del agua, la cantidad de agua, la biodiversidad, la regulación de las temperaturas, entre otros factores”, explica Rodríguez en la sección Pauta Sustentable, del programa Plaza Pauta, de Radio PAUTA.
“El 40% de los bienes y servicios ambientales que nos mantienen vivos los aportan los humedales”, detalla.
El poder de la absorción
Pero, ¿por qué querríamos que el agua sea absorbida?. Los humedales hacen más que solo absorber: retienen el agua, la infiltran y, además, la purifican.
El valor de estos ecosistemas se puede explicar con un ejemplo que comenta el director del Centro de Humedales del Río Cruces. Cuando llueve en las ciudades, su infraestructura impermeable no permite que el agua se purifique -a diferencia de los humedales- ya que en estos las corrientes de agua caen de manera más lenta, entran en la napa subterránea, se infiltran y se limpian. Al contrario, el agua que cae genera un volumen que, además de causar daños en la infraestructura, puede generar hasta pérdidas humanas.
Por otro lado, esta agua, al precipitar, limpia todo lo que está en los techos, el smog, el aceite de los autos y una serie de elementos no naturales, que son arrastrados -debido a la impermeabilidad de la superficie- y finalmente acaban en los humedales naturales o el mar, produciendo contaminación de las aguas.
Ciudades esponja
Aunque Rodríguez señala que lo más lógico es proteger y restaurar aquellos humedales que fueron creados por la naturaleza, en caso de que todo esté perdido, estos también se pueden crear de manera artificial.
“Hay una tradición bien antigua de los que se llaman los humedales depuradores, pero la primera línea y lo más inteligente es conservar los humedales que tenemos. Luego viene la restauración de humedales que hemos dañado y después viene una tercera fase que es la creación de humedales construidos, que son aquellos que ayudan en el tema de la contaminación de agua”, comenta el investigador.
Cuidar los humedales, restaurarlos, conservarlos y apoyarlos con humedales depuradores es una de las ideas fundamentales de lo que son las ciudades esponja. Un espacio en el que, en lugar de primar el gris, se destaque el verde, y donde los techos vivos, parques, arboleda y todo combinado permita administrar de mejor manera el agua y su disponibilidad.
Revise a continuación la entrevista completa con Ignacio Rodríguez en Plaza PAUTA