Romero gana ampliamente la presidencia del TC, pero Brahm se abstiene
El ministro asumirá a fines de agosto y será un presidente de transición, ya que ejercerá el nuevo cargo solo hasta marzo de 2022, cuando se retire del Tribunal Constitucional.
Juan José Romero será el nuevo presidente del Tribunal Constitucional (TC) en reemplazo de María Luisa Brahm, luego que el Pleno lo eligiera este martes 10 de agosto por nueve votos, incluido el suyo. Brahm, en cambio, se abstuvo y no se pronunció.
Finalmente en la elección se volvió a la tradición de la antigüedad, pues Romero era el juez más antiguo del TC. Asumirá oficialmente a fines de agosto, cuando María Luisa Brahm termine su mandato. A partir de esta elección, Romero contará con la polémica institución dentro del TC del voto dirimente, que permite a los presidentes votar dos veces cuando se llega a un empate de 5-5. Un herramienta que se suele usar en causas de connotación pública.
Asimismo, el organismo está en la mira de la Convención Constitucional (CC), donde hay miembros que quieren, a lo menos, eliminar el voto dirimente y cambiar el sistema de nombramientos.
Se trata de una presidencia de transición, pues aun cuando el período es por dos años, Romero fue electo por siete meses. Esto, luego que el 18 de marzo del próximo año deba dejar el TC al cumplir nueve años como ministro.
Ese mismo marzo de 2022, además de Romero, también se van otros tres jueces por terminar su período: María Luisa Brahm, Iván Aróstica y Gonzalo García. Es decir, se renuevan cuatro de los 10 jueces que integran el TC.
En el caso de Brahm y Aróstica, son vacantes que deben ser designadas por el próximo Presidente de la República, mientras que las de Romero y García, por el Congreso.
La trastienda y la transición
El nombre de Romero comenzó a sonar al interior del TC hace aproximadamente un mes, junto al del ministro Miguel Ángel Fernández.
Ya había sido candidato en 2019, cuando ganó María Luisa Brahm. En esa elección sacó tres votos: el del ministro José Ignacio Vásquez, el de Aróstica y el suyo. A Fernández aún le quedan por delante seis años en el TC, por lo que tiene opciones futuras para ser presidente. Sin embargo, el factor que pesó en esta elección fue el conflictivo liderazgo que tuvo Brahm a la cabeza del tribunal.
En este sentido, dos factores fueron clave: la cercanía de Fernández con María Luisa Brahm y, dada la experiencia con Brahm, se pensó que para esta presidencia era mejor no arriesgarse a estar dos años con un mismo liderazgo y hacer una transición para mejorar el clima laboral.
En el caso de Fernández, en medio de la crisis interna del tribunal y las acusaciones por maltrato laboral que enfrentó María Luisa Brahm –fue sancionada por faltas de respeto a los funcionarios– mantuvo un constante apoyo. No fue el caso de Romero. Pese a que políticamente pertenece al mismo sector de Brahm, la centroderecha, votó a favor de las sanciones en su contra.
Además, en diciembre de 2020, Romero sorprendió con un voto en contra del requerimiento que el Gobierno presentó para declarar inconstitucional que los retiros de fondos de pensiones fueran impulsados por diputados vía reformas transitorias a la Constitución.
El perfil del nuevo presidente
Romero es profesor de derecho constitucional de la Universidad Católica y es hijo del exsenador de RN y embajador de Chile en España, Sergio Romero. Fue designado en marzo de 2013, cuando obtuvo 29 votos de los 48 posibles.
En el TC ha integrado la Primera Sala, donde también están Vásquez y Aróstica, los principales detractores de la presidencia de Brahm.
De hecho, el quiebre al interior del TC partió con la denuncia de Brahm en abril de 2020, cuando dijo que antes de que ella llegara a la presidencia, “había causas detenidas en el Tribunal Constitucional por mucho tiempo, al límite de la corrupción”, apuntando a Aróstica, su antecesor en el cargo, pues dijo que era quien “decidía y proponía qué causa se ve en el Pleno”.
Esa denuncia terminó en una investigación en la Fiscalía Centro Norte que impulsó la diputada Carmen Hertz (PC) y que aún no arroja resultados. E implicó que los ministros del TC, en especial de la Primera Sala, debieran declarar ante el Ministerio Público.
Previamente, la Primera Sala, que integra Romero, solía paralizar causas de derechos humanos durante meses, lo que enfrentó fuertemente al TC con la Corte Suprema. También lo hizo en algunos casos del fraude en el Ejército, como fue el proceso del general (R) Humberto Oviedo.
Los votos que marcan al juez
En sus ocho años y medio en el TC, Romero -excepto en el caso del retiro del 10%- ha tenido votos que coincidieron con los requerimientos presentados por los dos gobiernos de Sebastián Piñera.
Aunque en el caso del 10%, tuvo un voto propio y no se plegó a la opinión de los jueces que rechazaron el requerimiento.
En 2017, a diferencia de María Luisa Brahm, votó en contra del proyecto que despenaliza la interrupción del embarazo en tres causales tras un requerimiento que presentaron parlamentarios de Chile Vamos. En 2018, Romero declaró inconstitucionales las normas contenidas en el proyecto que ampliaba facultades al Sernac, pero tuvo matices y solo estimó que algunas normas no eran constitucionales. “Este es un voto autónomo. La aproximación utilizada es distinta a la del fallo y a la del voto disidente. Las conclusiones sobre la constitucionalidad de las disposiciones controvertidas difieren parcialmente de ambas posturas”, escribió en ese fallo.
Otro caso de connotación pública que llegó al TC, también en 2018, fue cuando se declaró inconstitucional el alza el plan de una isapre por la incorporación de una nueva carga. Si bien Romero rechazó el requerimiento, también tuvo una opinión propia: fundamentó de que no lo acogía porque a su juicio lo inconstitucional eran las preexistencias y no el incremento del precio del plan.