Actualidad

Francisco Estévez: “La Constitución debe incluir el derecho a la memoria”

Imagen principal
Agencia Uno
POR Ana María |

El director del Museo de la Memoria señala, en medio del 48° aniversario del golpe de Estado, que el derecho a la memoria es un derecho humano y que el deber de recordar, una responsabilidad pública.

Aunque el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos tiene por misión abarcar el período entre 1973 y 1990, su director, Francisco Estévez, dice que con el tiempo ese rol, necesariamente, ha tenido que empezar a dialogar con la actualidad. Este 11 de septiembre se marca el 48° aniversario del Golpe de Estado de 1973, pero en el museo abren sus reflexiones hasta el presente con otras dimensiones. Por ejemplo, el estallido social del 18 de octubre de 2019 está incluido, así como los derechos de los pueblos originarios y de los migrantes, temas que han abordado a través de actividades y exposiciones. 

La pandemia también dialogó con la memoria a través del regreso de las ollas comunes, algo que el museo cubrió a través de una exposición con imágenes del pasado basadas en tres conceptos: crisis, futuro y resistencia. Así como también relevó el rol de las mujeres en los años 80 en la oposición a Augusto Pinochet y la búsqueda de verdad y justicia con el movimiento actual.

El historiador, quien dirige el museo desde 2016, en entrevista con PAUTA cuenta que este diálogo también ha implicado sumar al concepto “nunca más”, el “más que nunca”. Lo que implica, plantea, es “que el compromiso es más fuerte en el sentido de que hay que hacerse cargo de lo que está pasando y revisitar la muestra permanente del museo con otras miradas que antes no había”.

Pero también Francisco Estévez señala que como museo tienen un interés especial en la Convención Constitucional, pues considera que el derecho a la memoria y el deber de recordar deben ser parte de la nueva Constitución.

-¿De qué manera el museo ha abordado los casos de derechos humanos del 18-O y cómo distinguen el contexto respecto de lo que pasó desde 1973 a 1990?

“Esa es una pregunta que se está respondiendo, no es que tenga respuesta ya dada. La misión fundacional del museo es cubrir y hacerse cargo de lo que fueron las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Sin embargo, es inevitable hacerse la pregunta por lo que ha sucedido después en materia de violaciones a los derechos humanos. Yo pertenezco a la generación que tenía 18 años para el golpe del Estado y que tiene una asociación muy fuerte en el sentido de decir de que mientras exista una dictadura van a haber violaciones a los derechos humanos, y que cuando tengamos democracia, no van a existir. Pero el aprendizaje más duro que hemos tenido es que también ocurrió en democracia, porque se han violado los derechos humanos. Es un tema tremendamente fuerte que hay que asumirlo como una responsabilidad y el museo no puede desentenderse del vínculo que hay con el tiempo actual. Es por eso que nosotros hemos hablado de que junto al ‘nunca más’, también está el ‘más que nunca'”.

Estévez cuenta que en el Museo de la Memoria hay una exposición que se titula, justamente, ‘Más que nunca’. “Tiene testimonios de los representantes de los pueblos indígenas. Curiosamente, uno de esos testimonios es de Elisa Loncon  antes de que fuera presidenta de la Convención Constitucional. El punto es que su testimonio tenía en ese momento validez y lo sigue teniendo. Y es una mezcla de su historia y con un punto de vista. También está Marcelino Collio, quien falleció. Esta muestra tiene la idea del más que nunca como idea fuerza que hemos ido trabajado. Y es un desafío para nosotros en el sentido de que tenemos una misión permanente pero que tiene que saber dialogar con los tiempos actuales”.

-¿El ‘más que nunca’ es para situar un contexto?

“Es más profundo que el contexto. Es decir, el ‘nunca más’ se forma como un lema respecto de que nunca más hubiese ese tipo de violaciones a los derechos humanos en nuestro país. Pero ahora el ‘más que nunca’ implica que el compromiso es más fuerte en el sentido de que hay que hacerse cargo de lo que está pasando en esta materia. Y eso implica varias cosas, como revisitar la muestra permanente del museo con otras miradas que antes no había”.

-¿En qué miradas han puesto este foco?

“Por ejemplo, hace dos años creamos en el museo una línea sobre memoria y feminismo. Esa línea no existía, pero nos ayuda a preguntarnos sobre el rol de las mujeres en la lucha por la justicia y la libertad y por los derechos de las mujeres. Y, al mismo tiempo, poner un foco con el movimiento de las mujeres en tiempos de la dictadura. Lo mismo nos pasa con los pueblos indígenas. Cuando uno visita el museo y ve la lista de los nombres de las personas que fueron víctimas en la dictadura, un porcentaje no menor tiene apellidos indígenas. Entonces, hay una necesidad de hacer una visibilización, de volver a la historia de lo que nos pasó en el periodo del 73 al 90 también con esas miradas actuales, de hacerse cargo de miradas de lo que son las contradicciones más profundas en nuestra sociedad. Es un tema muy pertinente, muy de fondo y nosotros hemos asumido esta dimensión”.

-¿De qué forma han visibilizado los hechos ocurridos durante el estallido social?

“Cuando estaba la crisis del estallido social, en el museo hubo varias actividades que fueron muy significativas. Por ejemplo, tuvimos una actividad que repletó el museo sobre el movimiento de mujeres, con las consignas, lemas y canciones que las caracterizaban. Además, aún tenemos puestos unos lienzos bordados con ojos y que tienen que ver con ese momento”.

Esa una intervención que hacían los días 18 de cada mes.

“Exactamente. Y esa dimensión entró al museo para quedarse, porque no es circunstancial: es permanente. Uno tiene que ir pensando otros temas también. Uno de ellos es qué pasó con los derechos de los migrantes, porque es un tema que nosotros no podemos dejar de abordar. Si bien tenemos una misión que tiene que ver con un periodo muy determinado, esa misión tiene que saber dialogar con situaciones presentes en materia de derechos humanos”. 

Ollas comunes y memoria colectiva

En medio de la pandemia volvieron las ollas comunes y en el museo se instaló la exposición “La olla común, memoria activa”. ¿Cuánto influyó en su regreso, además de la crisis económica, que existieran en los años 70 y 80?

“Eso es muy interesante, porque influyó mucho en las experiencias de ollas comunes. Fue un punto de revitalización de la memoria. Y las ollas comunes quedaron en la memoria colectiva. Están instaladas social y culturalmente porque fue un modo de mucha dignidad y solidaridad para poder enfrentar la crisis de la sobrevivencia, de alimentación y de estar unidos. Tienen que ver también con la sociabilidad, porque cuando hay una crisis de sociabilidad, el ‘sálvate tú solo’ es distinto a una mirada más solidaria y de entender esto como una fuerza colectiva. El museo alentó eso e hizo varias experiencias colectivas de apoyo y trabajo en esa dirección. Porque, finalmente, un museo de esta naturaleza tiene también una responsabilidad educativa. No es solo mostrar lo que pasó, sino también formar en valores”.

-¿Ahí está esa diferencia del ‘nunca más’ con el ‘más que nunca’?

-“Exactamente. Pero no es que el ‘nunca más’ desaparezca. Al contrario, sigue siendo muy importante. Pero tiene que saber dialogar con él ‘más que nunca’. Es hacerse cargo del presente”.

-¿Cuál es la experiencia que viven quienes visitan el museo?

“Pasan varias cosas. Primero, nosotros tenemos una concepción que es haber relevado el derecho a la memoria y el deber de recordar. Eso es muy importante, porque entendemos que el derecho a la memoria es un deber ciudadano y el deber de recordar es una responsabilidad pública que tiene el Estado y la sociedad respecto del no olvido; pero, al mismo tiempo, de lo que está asociado a la justicia y a la reparación. Y esa es una responsabilidad que el Estado de Chile tiene con la comunidad internacional, y también con su propio pueblo. Junto con eso entendemos que la memoria es un derecho humano. Pero la memoria es siempre un campo de lucha, de contradicciones, contra el negacionismo, contra lo que significa la invisibilización de lo que ocurrió o la relativización de lo que pasó. En esa dimensión es cuando nosotros recibimos público”.

-¿Y cómo es ese público?

“No es un público que viene con cero conciencia en materia de derechos humanos, sino que es un público que de alguna manera o tiene memoria o está motivado por la memoria con lo que pasó en los años de dictadura. Y por eso una visita guiada es más que un ejercicio de una transmisión unilateral y de contenido, sino que de construcción colectiva, de cuáles son las experiencias, cuáles son los deberes y las reflexiones que las personas puedan tener. Eso es lo que buscamos. Y cuando se está situado frente a las fotografías de los detenidos desaparecidos y ejecutados, en cómo esos rostros te pueden decir dos cosas: una, ‘me tienes presente y no me has olvidado’. Pero también esos rostros te dicen que ‘yo estuve comprometido con la justicia y con los derechos humanos’. Entonces, la pregunta es qué estás haciendo tú ahora y cuál es tu consecuencia. Esa es también la pertinencia y la mirada de ahora. Y ese ahora es no olvidar lo que pasó, sino que también es un ‘tú tienes que hacer algo ahora’. Eso es muy importante tenerlo presente desde mi punto de vista”.

El museo y la Convención Constitucional

-¿De qué manera está observando el Museo de la Memoria el rol de Convención Constitucional?

“Hemos estado procurando e ido construyendo acuerdos con otros sitios de memoria, y con la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, para poner como un acento muy principal en que en la Constitución quede contemplado el derecho a la memoria y el deber de recordar. Que quede escrito en la Constitución. Eso hoy no existe. Es el derecho a la memoria como derecho humano y el deber de recordar como una responsabilidad pública. En dictadura el derecho a memoria fue prohibido. Uno no podía juntarse un 1° de Mayo o no podía hacer ningún acto conmemorativo de las fechas históricas. Pero hoy no es posible no entender que en la nueva Constitución eso no quede claramente establecido”.

-¿Otras constituciones tiene consagrado este derecho?

“Algunas lo tienen más débilmente y otras con más fuerza. Este es un tema totalmente actual. Por ejemplo, en España acaba de presentarse en el Poder Legislativo la Ley de memoria democrática. Eso es muy interesante, porque después de tantos años de la Guerra Civil esta ley tiene que ver con una resignificación justamente con el tema de la memoria y significa hacerse cargo de todo lo que tiene que ver con el Valle de los Caídos y el tema de Franco. Y es poder recuperar todo eso en un sentido distinto de memoria democrática. Por eso nosotros en Chile, junto con el cambio constitucional,  también vamos a requerir de una ley de memoria democrática, porque implica toda una responsabilidad”.

-¿Qué significaría ese derecho y ese deber y qué obligaciones tendría el Estado si hay rango constitucional?

“El derecho a la memoria y el deber de recordar son dos dimensiones distintas pero que dialogan entre sí. Se necesitan. El deber de recordar es una obligación institucional del Estado y que además está comprometido los convenios internacionales en materia de derechos humanos y eso implica verdad, justicia y reparación. Y junto con eso, la memoria como un derecho ciudadano y ese tiene que ser ejercido todos, por las mujeres, por los pueblos indígenas, por los migrantes. Y ese derecho tiene que ser apoyado, cultivado, no olvidado y nunca reprimido”.

-¿Implicaría además de que sea parte de la formación?

“Es fundamental que esté en la nueva Constitución porque también eso implica hacerse cargo como consecuencia de la parte formativa y educativa. Por ejemplo, tú no puedes hacer hoy educación en enseñanza básica o media sin tener en cuenta la diversidad de los pueblos migrantes porque ya hay historias que son parte de nuestra historia, o de lo que significan los pueblos indígenas. Implica mirarse desde la diversidad, desde alguna manera distinta a cómo nos hemos visto”.

-¿Han tenido conversaciones al respecto con convencionales? ¿lo han planteado oficialmente?

“Estamos en ese proceso. Es un tema que queremos trabajar con Elisa Loncon y con la directiva de la mesa. Si la pregunta es si hemos tenido conversaciones, sólo ha sido indirectamente porque no hemos sido invitados por la Convención todavía, pero estamos trabajando en esa línea en el sentido de que esto sea una posición común de los sitios de memoria y situación de los derechos humanos”.

En la Convención se discutió mucho el concepto de negacionismo. ¿Cree que el derecho a la memoria pueda provocar debate debido a las distintas posturas que existen entre sus integrantes?

“Lo que pasa es que el derecho a la memoria es un derecho humano y si hay un grupo que pretendiera relativizar el tema, no es que sea una opción de país o una paridad de alternativas posibles. El punto aquí es que tenemos que situarnos dentro de un paradigma y ese paradigma son los derechos humanos. Entonces, no está la alternativa de que uno pueda decir que aquí en este país están los a favor de los derechos humanos y los que están por su violación. Eso no existe ni debiera existir”.

Y añade: “Cuando se habla sobre negacionismo es un tema bien interesante, porque el negacionismo tiene que explicarse con el cuidado de defensa del patrimonio cultural en materia de derechos humanos y democracia y, particularmente, respecto de quienes tienen funciones públicas. No hay un problema en que haya personas que piensen a título personal, pero si lo hacen como funcionarios o titulares de poderes públicos, ahí sí que tenemos un problema, porque la definición constitucional es que este es un país que está constitucionalmente con una opción por la democracia y los derechos humanos”.