Conclusiones felices de la encuesta CEP
“¿Es posible que los chilenos se hayan hecho anarquistas y rechacen incluso la posibilidad de que el Estado ejerza el monopolio legítimo de la fuerza? ¿Se puede soplar y sorber al mismo tiempo?”, se pregunta John Müller.
Se han sacado conclusiones muy felices a partir de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). Se interpreta que el aumento del rechazo a la violencia y la toma de distancia con los desórdenes del 18-O supondría un retorno a la racionalidad y el decaimiento de la ola populista que nos dejó la Convención Constitucional. Los chilenos estaríamos volviendo a ser respetuosos de la ley y amantes de los grandes acuerdos precisamente en el momento en que se discute si esta asamblea redactora debe desbordar o someterse a los límites fijados por la Constitución de 1980. En ese sentido, la Convención representaría una foto de la opinión pública que empieza a envejecer rápido pese a que se tomó hace apenas cuatro meses, en mayo.
Pero todo esto queda en entredicho con las preguntas sobre lo que puede hacer Carabineros para mantener el orden. Casi la mitad de los encuestados (45%) rechaza que se use la fuerza para controlar a los grupos de violentistas en las marchas y un 60% cuestiona el uso de gases lacrimógenos. La cifra ha retrocedido respeto de una encuesta anterior realizada inmediatamente tras el 18-O, pero no ofrece ningún indicio sobre cuál es la manera que los chilenos consideran aceptable para tratar a los manifestantes violentos.
¿Es posible que los chilenos se hayan hecho anarquistas y rechacen incluso la posibilidad de que el Estado ejerza el monopolio legítimo de la fuerza? ¿Se puede soplar y sorber al mismo tiempo?
En realidad, el problema está muy mediatizado por la crisis de Carabineros, una institución cuestionada en prácticamente todas sus dimensiones: reputacional, operativa, financiera, etcétera. Uno de los grandes errores del gobierno de Sebastián Piñera ha sido no apreciar desde el principio la magnitud de la crisis de Carabineros y no valorar el peligro que suponía la misma para la integridad del Estado.
También me ha llamado la atención la inclusión de las universidades en la pregunta sobre la credibilidad de las instituciones. Desde 2003 el CEP no preguntaba por ellas. Entonces, un 57% confiaba en ellas, ahora lo hace un 47%, 10 puntos porcentuales menos, pero incluso así es la institución en la que más confían los chilenos. No creo que su inclusión obedezca a un rastreo serio sobre las instituciones sociales que aún conservan crédito social en Chile, si fuera por ello se habría preguntado por los bomberos, los rotarios o la Cruz Roja. Más bien parece que hay un intento de que las universidades muestren una credibilidad recargada para ver si pueden jugar algún papel en el futuro político del país, como se vio en los primeros compases de la Convención Constitucional.
Todo indica que las élites universitarias han pensado que si algunos de sus alumnos y profesores han llegado a la Convención, ya es hora de que los rectores y otras partes del claustro también lo hagan.
Pero la inclusión de las universidades chilenas en el medidor de la credibilidad social tiene un inconveniente y es que cuando las evaluamos en relación con su actividad natural, no salen bien paradas. Solo cuatro universidades chilenas figuran en los mil primeros puestos del ranking de Shanghái de 2021, que es el indicador más habitual del sector. Y si consideramos los primeros 500 puestos, solo una (la Universidad de Chile) figura en la lista. Por lo tanto, hemos de entender que la confianza que despierta en los chilenos la institución universitaria no tiene tanto que ver con su capacidad de crear, acumular y difundir conocimientos sino con otros papeles sociales que se le han adjudicado y se le pretenden atribuir en Chile.
John Müller conduce Primera Pauta, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl.