El plan que ha llevado a La Pintana al liderazgo nacional en reciclaje
En La Pintana los recursos no se pierden: el aceite usado se convierte en biodiésel y los residuos vegetales se transforman en abono. Hoy la comuna en un referente mundial en materia de reciclaje.
¿Qué puede aprender un país como Finlandia de una comuna como La Pintana? Esa es la pregunta inicial del reportaje publicado por la BBC y que posiciona a la comuna capitalina como un referente en materia de reciclaje.
Y entonces: ¿Qué puede aprender Finlandia de La Pintana? En resumen: las mismas cosas que podrían aprender -y aplicar- la mayoría de las comunas chilenas.
Los inicios del plan
Si bien el reciclaje, la preocupación medioambiental e incluso la escasez del agua son temáticas que en los últimos años han llamado más la atención y levantado alertas, el plan que hoy posiciona a La Pintana como un líder mundial de reciclaje encuentra sus orígenes en el 2005.
“Esto nació en el 2005 por la necesidad de poder generar planes y programas de ahorro para el municipio. Veníamos planificándolo porque para nosotros cambió la Ley de Renta en aquellos años, lo que generó una carga para el presupuesto municipal y tuvimos que empezar a generar políticas y planes de manejo de residuos”, cuenta en Plaza PAUTA la directora subrogante de la Dirección de Gestión Ambiental (DIGA) de La Pintana, Ana María Cavieres.
En términos simples, desde el municipio se les solicitó a los vecinos separar sus residuos vegetales de aquellos que no lo eran, y entregarlos por separado al camión recolector.
“Fue un cambio que conseguimos puerta a puerta, como lo hacen los políticos, conversando con la gente y explicándoles que la generación de residuos es responsabilidad de cada uno, que la responsabilidad del municipio es la disposición final pero que la generación y la acumulación es parte de las personas”, explica Cavieres sobre el recibimiento que tuvo en ese entonces el proyecto entre la comunidad.
El destino de los residuos
Hoy en día, entre los residuos vegetales que se recolectan en ferias, los domiciliarios y los restos de poda de la comuna, la directora (s) de la DIGA asegura que son cerca de 20 toneladas diarias las que recogen para luego ser tratadas en la planta de compostaje y/o en la planta de lombricultura del municipio.
Aunque en ambas plantas se tratan los residuos, el producto que de dichos procesos se genera no es el mismo: en una se produce mejorador de suelos y en la otra hummus.
Cavieres cuenta que ambos productos aportan al mismo circuito virtuoso: el vivero municipal, que es donde se producen especies arbóreas, arbustivas, rastreras y cubresuelos que luego son trasplantadas.
¿Adónde llegan esas especies?
“Esas plantas van a plazas, bandejones, parques de la comuna y también juntas de vecinos que se acercan a solicitar -de manera gratuita- compost, hummus, plantas, árboles y arbustos”, detalla la funcionaria.
Una segunda vida para el aceite
Una clásica imagen capitalina del invierno no sería la misma si de ella se restaran los carritos de sopaipillas, empanadas y papas fritas.
“Nosotros desde hace bastantes años tenemos un programa que nació de un problema: la instalación del comercio ambulante y la típica disposición ilegal del aceite de las frituras”, cuenta Cavieres.
Esta problemática inicial llevó a un químico ambiental de la DIGA, que ya tenía conocimientos y experiencias en la materia, a proponer que se podía reutilizar el aceite para producir biodiésel.
“Así nos pusimos a investigar y producir biodiésel. Entonces a la gente que venía a solicitar su permiso para poner estos carritos le pedíamos a cambio el aceite”, dice Cavieres. Asimismo, “la gente se fue enterando de este programa y a través de la recolección de sus residuos vegetales, nos entregan también su aceite usado”, agrega.
De este modo, ciertos vehículos o camiones de la municipalidad, cuando no hay combustible porque por ejemplo hay fallas en la dotación, puede funcionar con el biodiesel que ellos mismos producen.
Revise la entrevista completa con Ana María Cavieres en Plaza Pauta