Amarillos por Chile: nace un nuevo movimiento y lo encabeza Cristián Warnken
Exclusivo de PAUTA: más de 70 personalidades, incluidos premios nacionales, economistas y exministros de la Concertación, se organizaron como respuesta al peligro de la “refundación” de Chile “desde cero”.
“Las grandes tragedias en nuestro continente y en el mundo entero han ocurrido cuando los amarillos hemos sido acallados o no hemos levantado con convicción suficiente nuestra voz”, dice en uno de sus párrafos el documento fundacional de un nuevo movimiento ciudadano.
No es un grupo más.
En dos páginas, más de 75 personalidades en Chile que incluyen a premios nacionales, exministros de los gobiernos de la Concertación, rectores de universidades, académicos y parlamentarios (antiguos, actuales y futuros), entre otros, se unieron tras la figura de Cristián Warnken para levantar el colectivo Amarillos por Chile.
El manifiesto del grupo, cuyo contenido PAUTA reproduce abajo en exclusiva, argumenta que existen ánimos refundacionales expresados especialmente en la Convención Constitucional. Ante ello, plantean los suscriptores, hay que sacar “la voz” en favor del “diálogo y la conversación”.
“Hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado ‘estallido institucional’, cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida que empuje a muchos de los que votaron ‘apruebo’ y quieren que el proceso constitucional resulte, a quedar sin otra opción posible que la de oponer un ‘No’ a una Constitución que no nos represente a todos”, dicen los firmantes.
“Muchas de las propuestas que han emanado de las comisiones y algunas de las que ya están alcanzando los 2/3 en el Pleno están encendiendo la señal de alerta entre quienes no queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero”, plantean. “El espíritu que debe primar en la Convención debe ser el del diálogo, la conversación, el escuchar de verdad al que piensa distinto”.
Agregan que los amarillos son “una mayoría silenciosa del país”, que quieren “reformas, no revolución, no una Constitución inarmónica o sesgada, sino una nueva Constitución equilibrada”. Esa propuesta constitucional, plantean, debería alejarse de los “experimentos fallidos de otros países de América Latina”. En cambio, debería conciliar “orden con libertad, cambio con estabilidad, como lo soñara y pensara uno de nuestros padres intelectuales de la patria, Andrés Bello“.
Los primeros integrantes del movimiento
Entre los suscriptores de la propuesta están los premios nacionales de Historia Sol Serrano e Iván Jaksic, el premio nacional de Humanidades José Rodríguez Elizondo; el fundador de Educación 2020, Mario Waissbluth; el rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Claudio Elórtegui; el exrector de la Universidad de Chile Luis Riveros, e intelectuales como los escritores Carlos Franz y Mauricio Electorat.
Hay también una serie de figuras económicas que fueron autoridades durante los gobiernos de la Concertación, como los exministros de Hacienda Alejandro Foxley, Andrés Velasco y Rodrigo Valdés; el expresidente del Banco Central y exministro de Economía José De Gregorio; y otros exministros como Alejandro Ferreiro, Vivianne Blanlot, Ignacio Walker, Jorge Burgos, René Cortázar, Mariana Aylwin, Jaime Campos, Isidro Solís, Pedro García, José Joaquín Brunner y Enrique Krauss.
Otros suscriptores son la directora del BancoEstado Paola Assael, así como Óscar Guillermo Garretón, Fernando Bustamente, José Luis del Río, Pablo Morales Ahumada, Pilar Peña D’Ardaillon, Ricardo Escobar, Sebastián Pavlovic y Darío Contador.
La lista suma además a personeros del Congreso. Entre ellos están la saliente senadora DC Carolina Goic, el entrante diputado ex-DC Andrés Jouannet, y exsenadores como Soledad Alvear, Eugenio Tuma, Hernán Vodanovic y Fulvio Rossi.
Warnken: “Muchos descubrieron que eran amarillos sin saberlo”
Cristián Warnken, poeta, columnista y conductor del programa Desde el Jardín, de Radio PAUTA, fue el catalizador.
Todo comenzó el sábado 27 de noviembre, cuando en su columna epistolar en PAUTA publicó “Carta amarilla a mis hijos“.
Carta amarilla a mis hijos
“Recibamos con los brazos abiertos a los miles de amarillos que están apareciendo. Mira, hasta ese político comunista está haciendo ahora declaraciones amarillas: ¡Bienvenido, rabanito, de vuelta a casa!”, escribe C. Warnken → https://t.co/bq7QLEra6H pic.twitter.com/dZKPLGyNsR
— Pauta (@Pauta_cl) November 27, 2021
La columna tuvo una enorme distribución en redes sociales, sobre todo vía WhatsApp, y generó una reacción que sorprendió a Warnken.
“Esa carta tuvo una repercusión para mí inesperada. Mucha gente me envió imágenes de flores amarillas, banderas amarillas, fotos de familias con poleras amarillas. Fue muy impresionante”, dice Warnken a PAUTA. “Algo pasó y ahí me di cuenta de que probablemente muchos descubrieron que eran amarillos sin saberlo. Y que hay una orfandad muy grande de quienes no están en los extremos del arco político, porque sus posibles líderes abdicaron de sus convicciones. Eso ocurrió con la centroizquierda muy nítidamente”.
El sábado 5 de febrero, Warnken fue más explícito en su convocatoria. En una columna titulada “Carta a todas las bases amarillas del país“, dijo: “Es la hora de la política, de la razón, de dejar de ser desbordados por las emociones primarias”.
Sobre ese llamado, Warnken comenta ahora que “las emociones, lo inconsciente, son muy importantes en la creación estética, la religión, etcétera. Y hay que dar un cauce a eso en el arte, la poesía. Pero en política, lo irracional desbordado puede ser muy destructivo. Y las emociones son manipuladas por líderes carismáticos y negativos. Creo que algo de esa irracionalidad ha campeado estos años en Chile y ciertos políticos han inflamado eso en vez de darle un cauce razonable, una deriva política”.
El surgimiento de este movimiento ocurrió porque había “mucha gente preocupada por las primeras señales de la Convención que iban por un rumbo delirante, desmesurado. Yo por ahora cumpliré la labor de vocero, pero soy solo uno más de un grupo de chilenos, en su mayoría de centro y centroizquierda, que no quiere que se tire el país por la borda, sino hacer cambios: pero bien hechos. Esto no es un partido político, es un movimiento abierto, ciudadano, de gente muy diversa y sin agenda oculta”.
Figura central en las últimas décadas de la difusión cultural y de ideas, Warnken es profesor y poeta. Y Platón -lo ha recordado varias veces el propio conductor de Radio PAUTA– “expulsó” a los poetas de su idea de república. ¿Se puede ser poeta y hacer política?
“Hay muchos poetas en distintas épocas que han participado en política: Dante, Víctor Hugo, José Martí, Neruda, Ezra Pound, Huidobro“, repasa Warnken. “Hay siempre un peligro: ahí está el caso de grandes poetas del siglo XX que abrazaron ideologías totalitarias. A veces es necesario que los poetas bajen de su Olimpo cuando la libertad está en juego, por ejemplo, pero deben mantener una distancia razonable del poder y de las ideologías que incluso pueden dañar sus obras. En ese sentido, me gusta la libertad y sospecha de un Lihn y Parra ante cantos de sirena de esas ideologías, al revés de muchos que se abanderizaron y perdieron su sagrada libertad de conciencia”.
Los puntos centrales del manifiesto
Los siguientes son extractos del manifiesto de Amarillos por Chile. La versión completa se puede revisar al final de este artículo, con la lista de los 75 suscriptores y su llamado a adhesiones:
La denominación “amarillo” surgió hace mucho tiempo en nuestro país como una denostación hacia quienes estaban por los cambios, pero de manera gradual y responsable, y preferían el camino de las reformas al de la revolución, el del diálogo con quienes piensan distinto a la idea de convertir al adversario político en enemigo a destruir. En medio de la euforia refundacional que quiere partir de cero, es usual que la voz de los amarillos intente ser acallada, y parezca mucho más atractiva la radicalidad y el maximalismo que la prudencia y el realismo. Pero en la voluntad de transformaciones sociales no solo existe el impulso hacia lo imposible (propio de las utopías), nosotros los amarillos sentimos la pasión por lo posible que consiste en hacer las cosas bien hechas, conseguir los cambios necesarios sin destruir lo bueno, apostar por un futuro mejor sin pensar que se parte de cero.
Las grandes tragedias en nuestro continente y en el mundo entero han ocurrido cuando los amarillos hemos sido acallados o no hemos levantado con convicción suficiente nuestra voz (como ante la legitimación de la violencia política, por ejemplo), acomplejándonos ante quienes gritan más y construyen una versión de la realidad como un relato maniqueo, que divide el mundo entre buenos y malos y ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos.
Hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado “estallido institucional”, cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida que empuje a muchos de los que votaron “apruebo” y quieren que el proceso constitucional resulte, a quedar sin otra opción posible que la de oponer un “No” a una Constitución que no nos represente a todos.
Muchas de las propuestas que han emanado de las comisiones y algunas de las que ya están alcanzando los 2/3 en el Pleno están encendiendo la señal de alerta entre quienes no queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero, sino un nuevo comienzo que recoja lo mejor que hemos construido todos juntos en estas décadas y mejore de manera eficaz e inteligente lo que haya que mejorar.
Para ello, el espíritu que debe primar en la Convención debe ser el del diálogo, la conversación, el escuchar de verdad al que piensa distinto.
El diálogo y la conversación son una de las pasiones fundamentales de los “amarillos”. Suscribimos esa bella definición del gran profesor de filosofía y ensayista Humberto Giannini, quien afirmaba: “La conversación es una de las más altas formas de la hospitalidad humana”. Eso necesita Chile más que nunca: hospitalidad, civismo, respeto por el “otro como legítimamente otro” (como decía Humberto Maturana).
En ese sentido, el intento de algunas facciones radicalizadas de la Convención de ignorar, e incluso borrar, a un sector político significativo del país (la centroderecha), tal como intentaran hacerlo en la Constitución del 80 los maximalistas de entonces (de signo inverso a los de hoy), es un error político garrafal. No hay que olvidar que ese sector obtuvo una votación muy importante en la última elección legislativa y un 44% en la elección presidencial. ¿Se puede hacer una Constitución viable sin incluir ni escuchar a ese sector, como si no existiera? Proponer un texto constitucional excluyente y que no naciera del genuino diálogo y la escucha también de la minoría sería una victoria pírrica que no le aseguraría una larga vida a dicha Constitución y solo ayudaría a polarizar aún más al país. Sería repetir el mismo error que cometió ayer una parte de la derecha.
Por estas razones, de la misma manera que pedimos a la izquierda asumir su responsabilidad democrática en abrirse a una genuina y respetuosa escucha, solicitamos a la derecha no abandonar el proceso Constituyente de manera precipitada: ambos sectores se deben a los electores que los eligieron para estar ahí en un proceso difícil, cuyo fracaso sería muy negativo para nuestra democracia.
Los “amarillos” hemos existido siempre. Somos -así lo creemos- una mayoría silenciosa del país. Nos manifestamos en la elección presidencial reciente y con nuestro voto obligamos a los extremos a moderarse. Este país es -en el fondo- más amarillo de lo que parece. Quiere reformas, no revolución, no una Constitución inarmónica o sesgada, sino una nueva Constitución equilibrada, que recoja lo mejor de nuestra propia tradición institucional (y no la copia de experimentos fallidos de otros países de América Latina), que logre conciliar orden con libertad, cambio con estabilidad, como lo soñara y pensara uno de nuestros padres intelectuales de la patria, Andrés Bello.
Los amarillos hemos decidido levantar nuestra voz para aportar en esta encrucijada fundamental de nuestra historia política e institucional. Estamos aquí para apoyar toda iniciativa que vaya en la dirección del equilibrio, la mesura, el sentido común, el respeto irrestricto de la Democracia (sin apellidos), del Estado de Derecho, la libertad y también la promoción de los derechos sociales, reformando y mejorando tanto el mercado como el Estado. Y alzaremos la voz contundentemente ante cualquier intento de llevarnos por el camino equivocado a repetir experimentos refundacionales fracasados en todas partes del mundo. Contra cualquier tipo de iluminismo, reafirmamos nuestra confianza en la luz del diálogo y la razón, la que hizo posible que este país existiera como país y que la democracia resurgiera después de la larga noche de la intolerancia y la dictadura.
Apoyaremos el trabajo de la Convención si esta avanza en la dirección democrática señalada, pero ejerceremos el legítimo y necesario derecho a la crítica si la Convención se extravía y nos lleva a un callejón sin salida. No hacerlo sería una irresponsabilidad. Estamos preocupados, encendemos las alarmas y encenderlas no significa ser catastrofistas. Una catástrofe sería llegar a un texto impresentable al final de la discusión o no tener ningún texto que presentar.
Esta es nuestra primera declaración, pero no será la última. Queremos que muchos chilenos que hoy se sienten huérfanos políticamente, sepan que los Amarillos estamos aquí y ahora, en este momento decisivo de nuestra historia. Invitamos a todos los espíritus libres y democráticos a sumarse a esta iniciativa sin complejos, ni miedo, ni desconfianza. Esta es la hora del coraje, no de la cobardía ni de la renuncia.
Revise el manifiesto completo de Amarillos por Chile y la lista de “suscriptores” a continuación