Columna de John Müller: “La mayoría silenciosa vuelve a las urnas”
“Sabemos perfectamente cómo son y qué piensan los 8,5 millones de votantes aproximadamente que definieron la etapa de la Transición, pero de la mayoría silenciosa que surgió en septiembre no sabemos nada”, nos dice John Müller.
La portada de ‘El Mercurio’ del jueves 4 de mayo es el primer mensaje importante que veo en relación con la obligación cívica de participar en las elecciones del Consejo Constitucional. El titular dice: “Reclusión nocturna arriesgan electores que no paguen multa por no haber votado en plebiscito de septiembre”. La información añade que 2,1 millones de chilenos inscritos no votaron en ese plebiscito, pero de ahí hay que descontar el medio millón que presentó sus excusas ante Carabineros el mismo día de la votación, por lo tanto, hay 1,6 millones de chilenos que no les importa o no creen que la sanción se vaya a aplicar.
Estos ciudadanos están siendo llamados por los juzgados de policía local para que se excusen o paguen las multas. Como apremio, los jueces les pueden condenar a una pena de reclusión nocturna que varía según la multa que les corresponda, pero este castigo no sustituye a la multa que la seguirán debiendo.
La misma normativa se aplica a los votantes que no acudan a las urnas este 7 de mayo.
El voto obligatorio facilitó en el plebiscito de septiembre de 2022 un experimento natural: aflorar una fuerza electoral silenciosa con la que los partidos políticos no habían contado y que se intuye decisiva a la hora de inclinar la balanza en las cuestiones nacionales.
Se estima que unos 4,6 millones de chilenos se abstenían de participar en las elecciones hasta que se repuso el voto obligatorio en 2022. De ellos, 2,5 millones acudió a las urnas y el resto se mantuvo en su abstinencia y no votó.
Desde septiembre, el perfil de esos 4,6 millones es el botín más preciado para los sociólogos y expertos electorales. Saber por qué se mueven y qué deciden sigue siendo un misterio. Podemos intuir qué quieren por la forma en que votaron en septiembre, pero nuestra experiencia es limitada. ¿Son antipolíticos y, por lo tanto, presa fácil para el mensaje de los populistas? ¿Son conservadores? ¿Son estatistas o son promercado? Intuimos que no les gustan los cambios radicales ni las payasadas.
Sabemos perfectamente cómo son y que piensa los 8,5 millones de votantes aproximadamente que definieron la etapa de la Transición, pero de la mayoría silenciosa no sabemos nada. Y resulta sorprendente que 34 años después del retorno a la democracia conozcamos tan poco a neustros compatriotas.