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Columna de John Müller: “La independencia en 360 grados del Central”

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POR Andres Sepúlveda |

No puede ser que la autonomía de esta institución nos guste para unas cosas y no para otras cuando estas nos afectan

Lo importante de la independencia y autonomía de los bancos centrales es que ésta sea en 360 grados. Es decir, no se trata de comprobar la independencia únicamente en relación con las políticas del Gobierno o las propuestas del Congreso, que por extensión vendrían a ser las de los ciudadanos que les votan, sino también la autonomía que existe respecto de las empresas y el sector financiero.

A raíz de la decisión del Banco Central de activar los requerimientos de capital adicional a la banca se han producido todo tipo de reacciones críticas especialmente entre asociaciones empresariales y bancos.

Se trata de una medida técnica que está en el arsenal macroprudencial de los bancos centrales y que forma parte de las herramientas que se han consolidado entre estas instituciones tras la crisis financiera mundial de 2008. Los requerimientos de capital contracíclicos para la banca han quedado fijados en Chile en un 0,5% de sus activos ponderados por riesgo, un nivel prácticamente mínimo.

Resulta muy llamativo que sectores muy bien informados de la sociedad chilena hayan reaccionado negativamente a esta decisión que si algo anticipa, a mi juicio, es que el Central se está preparando para un cambio de ciclo. Y quizá habría que destinar los esfuerzos a desentrañar qué características tendrá el nuevo equilibrio que se avizora.

Las mismas objeciones que los empresarios ponen a la acción restrictiva de la medida sobre el crédito y el crecimiento se podían esgrimir cuando el Central empezó a subir de manera acelerada los tipos de interés. Entonces no se escuchó nada parecido, porque la idea era que la subida se entendiera como un castigo a los excesos que supusieron los retiros previsionales (que, por cierto, fueron una política nefasta como dijimos en su momento).

La medida obligará a la banca a ser más selectiva con la concesión de crédito, pero también garantiza que la recuperación de la economía chilena no infle burbujas especulativas en determinados sectores.