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Columna de John Müller: “Sánchez, el jugador”

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Agencia Uno / PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

El presidente español decidió convocar elecciones generales anticipadas tras la amplia derrota de la izquierda en las municipales y regionales del domingo.

Una de las características del presidente del Gobierno español Pedro Sánchez es su audacia y su disposición a jugar cualquier partida en política. Cuando en noviembre de 2019, después de convocar a las urnas a los españoles por segunda vez en un año, sus resultados empeoraron en relación con las elecciones de abril, decidió sorprender a todos y abrazarse con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, después de asegurarle a sus votantes que jamás pactaría con él.

Ahora lo ha vuelto a hacer. Tenía tres opciones disponibles después de la amplia derrota en términos de poder territorial que sufrió el Partido Socialista el domingo 28 de mayo en las elecciones municipales y regionales. Una era administrar la miseria y los reproches de su propio partido hasta diciembre, fecha en la que la ley le imponía convocar elecciones generales. La otra era rediseñar radicalmente su gobierno, integrando a socialdemócratas de prestigio y romper con los ‘monos peludos’ de Podemos, los separatistas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y con EH Bildu, el partido de izquierda que es heredero político de la banda terrorista ETA. Y la tercera era disolver el Congreso y adelantar las elecciones que es lo que finalmente ha hecho.

Hay un elemento añadido que hacía improbable la convocatoria anticipada: el 1 de julio, a España le corresponde la presidencia rotatoria de la Unión Europea, un cargo añorado por los presidentes españoles y que se considera un paso importante para los que tienen aspiraciones internacionales. Todo el mundo sabía que Sánchez acariciaba esa presidencia con pasión.

Pero, al final, ha preferido perder la ocasión de presidir la Unión Europea y luchar por una mayoría de escaños en el parlamento que le garanticen cuatro años más en el poder.

Sánchez tiene 55 días para darle la vuelta al resultado del domingo. En términos de votos, la avería no es tan grande. El Partido Popular, de centroderecha, le ha sacado 750.000 votos de ventaja. Una ventaja que está muy lejos del millón y medio de votos que los socialistas le sacaron a la derecha en las elecciones municipales de 2019. Pero en términos territoriales, la debacle socialista ha sido inmensa. De las primeras 20 ciudades españolas, apenas hay dos con municipios socialistas y están situadas a partir del número 14º. En cuanto a regiones autónomas, los socialistas perdieron el control de la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, Aragón, Extremadura, Cantabria y La Rioja. En Madrid, además, la derecha logró mayoría absoluta en la ciudad capital y en la región.

Si bien los socialistas han retrocedido en votos, los que se han hundido son los partidos situados a su izquierda con los que está coaligado. Podemos ha desaparecido de la política madrileña al quedar por debajo del porcentaje del 5%. La vicepresidenta tercera y ministra del Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, que fue señalada como líder de la izquierda por Pablo Iglesias cuando éste se marchó del gobierno, no se presentaba a las elecciones, pero todos los candidatos que recibieron su apoyo perdieron el poder.

Sánchez ha actuado rápido en su propio interés. Por una parte, convocando elecciones evita que prendan las críticas en su contra dentro del socialismo. Los miles de concejales y cargos públicos socialistas que ayer se quedaron sin trabajo, ya no tendrán tiempo para hablar mal de él. Por otro lado, el anuncio busca movilizar a la izquierda que el domingo se vio que estaba dormida, avergonzada o no quería votar. En cambio, la derecha está supermovilizada. La fecha de la elección tampoco es casualidad: el 23 de julio muchos españoles ya están en el primer turno de las vacaciones de verano y la participación podría ser menor porque, como se vio el domingo, la alta participación favoreció a la derecha.