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Columna de John Müller: “Cosas que Chile nunca debió hacer”

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POR Andres Sepúlveda |

Diez cuestiones que han lastrado nuestro crecimiento potencial, nuestra productividad y echado a perder nuestro país.

Vuelve el debate sobre el crecimiento económico. Varios artículos, en los últimos días, han llamado la atención sobre el hundimiento de nuestro crecimiento potencial y de la productividad. Chile, además, ya no se desmarca del mal comportamiento de la región iberoamericana: ha dejado de ser una buena casa en un mal barrio, como decían los ‘jaguares’ en la década de 1990. Ahora se nos están cayendo las tejas del techo.

Este fin de semana, diez economistas se manifestaban sobre la desaparición del crecimiento en Chile, la gran farra de esta década. Dos de ellos culpaban a la política y otra al mal diseño institucional. De los otros siete, dos daban respuestas sacadas de un Manual de Macroeconomía, tres (con experiencia de gestión pública y privada) aportaban un conjunto de muy buenas ideas y otros dos complementaban con detalles finos, que no son fáciles de percibir a primera vista.

Digamos que tener a siete economistas sobre diez en la ortodoxia y no en la respuesta fácil que es culpar al empedrado, permite albergar ciertas esperanzas.

En estos días ocurre con frecuencia que algunos expertos que -enamorados de su condición de tales y llevados por su ambición- pusieron el piso intelectual para que se cometieran los errores de los últimos años, ni siquiera han tenido el valor de hacer una autocrítica antes de salir nuevamente a culpar a la política de no hacer otra cosa que de complacer a los votantes.

Hoy, bien podríamos mirar hacia atrás y ver las cosas que Chile nunca debió hacer con su modelo económico. Yo he recopilado diez:

1.- Deslegitimar las instituciones sin afianzar unas nuevas: por ejemplo, denostar sistemáticamente la Constitución de 1980 y someterla a reformas incoherentes, sin tener un consenso mejor y más poderoso para sustituirla. Una derivada de esto es haber creído que Chile es un hiperpresidencialismo, cuando el presidente sin apoyo del Congreso es un puro faro moral.

2.- Descalificar a los partidos políticos hasta debilitarlos y volverlos disfuncionales: la agenda anticorrupción, por ejemplo, abusó del discurso de que estaban corrompidos por las grandes empresas.

3.- Desacreditar al sistema de pensiones sin ton ni son: sin tener en cuenta los efectos positivos de la capitalización, como el aumento de la tasa de ahorro nacional o la profundidad que dio al mercado de capitales. Y, sobre todo, tolerar la posición de que había que destruir a las AFP para fundar un orden nuevo. La capitalización nunca ha impedido la solidaridad.

4.- Desprestigiar a las isapres sin tener alternativa: una película parecida a la anterior. Los que conocimos la UP sabemos lo que quisieron hacer con ‘la Papelera’: destruirla para abrir una del Estado que presumían mejor. Peor que unas isapres ganando dinero son unas isapres perdiéndolo.

5.- Promover la gratuitad educativa a cambio de nada: el debate sobre la gratuidad universitaria fue un debate de ministros de Hacienda, de quién saca la chequera. Nunca se habló de modernizar los programas de estudio para adaptarlos a los desafíos de la modernidad.

6.- Poner el acento en un sistema electoral que potenciara la representación y no la gobernabilidad: los expertos decían que ya habría tiempo de reforzar la gobernanza. Desgraciadamente no acertaron y el Parlamento está más fragmentado y desordenado que nunca.

7.- Dar pábulo al discurso decrecentista como estrategia de transición ecológica: el decrecentismo no es una mala idea, es simplemente pésima porque no es una noción científica, sino religiosa. Y en Chile se ha mezclado con la discusión medioambiental porque la derecha no es negacionistas del cambio climático.

8.- Subir los impuestos con la excusa de que los pagaban los ricos: Y permitir que el pueblo creyera que los ricos son las empresas.

9.- Aflojar en la tarea de reducir la dependencia de Chile de su sector minero: Y seguir alentando la idea de que esta vez -con el Litio- sí que sí.

10.- Dejar de pedir cuentas civilizadamente: Aprobar reformas (la creación de la figura de los fiscales, por ejemplo) que nunca fueron sometidas a examen o revisión. Lo que no se evalúa se devalúa.