Carta al Ministro de Cultura
“¿De qué sirve que el Presidente de la República cite a poetas en sus discursos si su ministro de cultura decide menguar, “achicar” la participación de Chile en esta Feria de Frankfurt?”, dice Cristián Warnken.
Sr. Ministro de Cultura:
Acabo de leer sus explicaciones de porqué Chile ha decidido rechazar la invitación de participar como invitado de honor en la Feria de Frankfurt: es porque (lo cito) requiere “una gran cantidad de responsabilidades, recursos monetarios, profesionales, de gran magnitud; preferimos enfocarnos en la política del libro, la lectura y la biblioteca que tenemos pendientes…”.
Efectivamente una Feria del nivel internacional de la Feria del libro de Frankfurt exige muchas responsabilidades y profesionales comprometidos seriamente en esa tarea, además de recursos monetarios. No podría ser de otra manera. No se pueden hacer las cosas a medias en un encuentro de este nivel de excelencia. ¿No cuenta Chile con personas disponibles para asumir esas responsabilidades ni con profesionales comprometidos seriamente en esa tarea, y tampoco con recursos para un compromiso adquirido con anterioridad? Si es así, significa que la cultura y la promoción del libro y la lectura no están entre las prioridades de este Gobierno.
Cuando uno tiene la convicción que la industria del libro es una industria por la que vale la pena jugársela desde el Estado, sabe que eso significa un compromiso serio, una dedicación profesional y recursos. Sin esas tres componentes, todo el resto es lírica, declaraciones retóricas, palabras vacías.
¿De qué sirve que el Presidente de la República cite a poetas en sus discursos si su ministro de cultura decide menguar, “achicar” la participación de Chile en esta Feria, limitando así el horizonte de nuestro posible desarrollo editorial y del fomento lector?
Uno preferiría que la política de austeridad estuviera concentrada en sacarle grasa a un Estado ineficiente, en reducir la cantidad de funcionarios públicos contratados por compromisos partidistas que en reducir nuestra participación inesperadamente en el evento mundial más importante del libro en el mundo.
Si uno tuviera la convicción de que esos recursos ahorrados irán de verdad a solucionar problemas sociales urgentes y no a esa zona gris u oscura de la dilapidación de los recursos del Estado (una verdadera “materia oscura” que ningún gobierno ha querido iluminar), tal vez uno podría intentar entender esta desafortunada e incomprensible decisión.
Frankfurt es una cancha grande para países que demuestran que la cultura no es una adorno, ni un lujo, ni una bolsa de trabajo para militantes del gobierno de turno: ahí no se habla ni se hacen gárgaras con la palabra “cultura” y “fomento lector”, ahí se hace cultura, ahí se intercambian libros, se leen libros, se promueven autores, con la misma seriedad que en una Feria tecnológica se promueve la tecnología y en una Feria del vino, se catan, venden, compran, y se abren nuevos mercados para el vino. Achicarse es la peor de las estrategias cuando hay que dar saltos y apostar por un verdadero desarrollo.
El libro (uno de los objetos tecnológicos más geniales que ha creado el hombre) necesita en Chile mucho más que unas Ferias paupérrimas y artesanales, mucho más que lo que hemos y no hemos hecho hasta ahora y esta feria en Alemania es la oportunidad de ir a medirnos, a competir con grandes, a probarnos en lides de primera división, es no resignarse a seguir jugando en el potrero o en el gran pantano de la mediocridad cultural y la indiferencia.
Usted debe ser, señor Ministro, nuestro Bielsa de la cultura, usted debe ponernos grandes desafíos y metas como país en el tema del libro, usted debe invitarnos a pensar en grande. De lo contrario, seguiremos siendo el país cuyas élites ya no leen, el país donde la mayoría de la población no sabe leer ni instrucciones para armar una mesa, el país sin programas culturales significativos en la televisión, el país donde se cierran más que nacen nuevos suplementos culturales en los diarios (los que nos quedan), el país donde no hay bibliotecas en la inmensa mayoría de los hogares, el país donde el libro sirve más para adornar que para instruir y enriquecer el espíritu.
Qué tristeza el ver bibliotecas públicas vacías, sin usuarios, que tristeza ver librerías que quiebran todos los días, escritores que no encuentran editoriales que los publiquen, y heroicos editores independientes que se juegan la vida por su pasión por hacer bellos y buenos libros y que sienten que los burócratas de la cultura no se la juegan en serio como ellos, qué tristeza ver un Gobierno que se dice “progresista” tomando esta decisión que sólo nos traerá más retroceso y decadencia.
¡Cuántos millones no se gastarán en programas inútiles, en proyectos diseñados para darle pega a operadores en vez de invertir en una Feria del nivel internacional como esta, que asegura más “retornos” (esa palabra amada por los economistas) que tanta ramplonería y feísmo cultural hoy en boga! Estamos mal. Un Ministro, el de Educación, coloca como una de sus prioridades la “alfabetización sexual” en los colegios, en medio de una debacle educacional de proporciones y otro, usted, el de Cultura decide restarnos como país protagonista de las grandes ligas donde se articulan las conversaciones, los contactos, los negocios, la compra y venta de derechos de autor, ahí donde el libro vive y se multiplica.
El Presidente dice estar en desacuerdo con esta medida. En buenahora. Y, una vez más, el Gobierno hará o intentará hacer una verónica o marcha atrás en una medida ya tomada. ¿Pero hay ahí verdadera convicción de lo que significa la industria del libro o sólo control de daños? ¿Quién y dónde, en el Gobierno, se están pensando estas medidas antes de tomarlas? ¿Hay gente pensando de verdad o puro activismo, tuiteos y retuiteos, y poca reflexión pausada y profunda en temas tan cruciales para el país como Educación y Cultura?
Por eso necesitamos más libros, más lectores, más Ferias, no menos. Le regalo una cita de Vicente Huidobro: “Hay que saltar del corazón al mundo hay que construir un poco de infinito para el hombre”. Parafraseo, señor ministro: “Hay que saltar de Chile al mundo, hay que construir un poco de infinito para el libro”. Preocupado por la decadencia de la elocuencia y del saber en Roma, el Pseudo-Longino en su “Tratado sobre lo sublime” decía: “ese afán insaciable de lucro que a todos nos infesta(…) es lo que nos esclaviza. La avaricia es ciertamente un mal que envilece”.
Esa cita la encontré en el libro “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine, que acaba de fallecer. Son verdades que se encuentran en los libros y que deben circular, multiplicarse, verdades de una inteligencia no artificial que debemos poner en el centro para que la Cultura no sea la “loca de la casa”, la cenicienta, la “pichiruchi”.
Lo saluda, Cristián Warnken.