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Columna de John Müller: ¿Hasta cuándo abusarás, Catalina, de nuestra paciencia?

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POR Andres Sepúlveda |

La diputada de Revolución Democrática debería apartarse de la política para no penalizar a aquellos del Frente Amplio que procedan con honradez.

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina de nuestra paciencia?, dijo Cicerón cuando denunció la conjura de Catilina contra la república. Cambiemos una “i” por una “a” porque resulta decepcionante que Catalina Pérez, la más sueca de las diputadas de Revolución Democrática esté implicada en un asunto tan feo como la corruptela que asoma en el acuerdo entre el Ministerio de Vivienda y Democracia Viva, una Organización No Gubernamental sin fines de lucro que más bien parece una organización diseñada para esquilmar al Gobierno.

Los procedimientos para malversar el dinero público son los mismos de siempre. Lo único que ha cambiado es que la nueva elite del poder chileno, que presumía de honestidad, blancura y transparencia, ha resultado ser tanto o más corrupta que sus antecesores. Quizá se han terminado creyendo sus propios mitos y han pensado que era fácil desvalijar al Estado porque, al final, como dice el refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Estaban tan convencidos de que todos los políticos robaban, que cuando ellos han llegado al poder han creído que era su turno y ni siquiera se han molestado en idear mecanismos un poco más sofisticados. Las ONG sin fines de lucro pagan alquileres fuera de mercado a amigos que son propietarios de sus sedes. Las transferencias millonarias se hacen sin el menor disimulo entre un seremi que dice que no sabe con quién está firmando un acuerdo millonario pese a que sabe perfectamente que es la pareja de la diputada de la que era asesor legislativo.

Catalina Pérez y su círculo de amigos ha enlodado gravemente el prestigio de la generación frenteamplista, a la que el país le ha tolerado con magnanimidad su falta de competencia en los asuntos del gobierno, pero no le perdonará el saqueo. Pérez no debería limitarse a abandonar la mesa, sino que debería apartarse de la política -pidiendo licencia- para dedicarse a defender su maltrecho prestigio y no seguir penalizando a sus compañeros que proceden con honradez.