Actualidad

Columna John Müller: “La promiscuidad de la política”

Imagen principal
PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

Resulta increíble que con todo lo que nos escandalizó Caval y Penta no se hayan adoptado mecanismos de probidad para combatir la corrupción.

La promiscuidad de la política que ha quedado en evidencia con los acuerdos entre el Ministerio de Vivienda y las fundaciones que supuestamente colaboran con su actuación es escandalosa y demuestra que en Chile se habla mucho de corrupción, pero se han puesto pocos medios reales para atacarla.

Resulta inconcebible, como bien decía el secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, que quien asigna un recurso sea de un partido, quien lo recibe sea del mismo y quien intermedia también. Eso sólo puede ocurrir en regímenes de partido único como China, Cuba o Corea del Norte, pero en una democracia liberal como la chilena no.

Es bastante sorprendente que con todo lo que se ha hablado de corrupción en Chile desde los casos Penta y Caval, no se hayan adoptado normas mínimas para prevenirlas. Por ejemplo, me resulta extravagante que supuestas Organizaciones No Gubernamentales sin fines de lucro pongan en sus directorios como patronos a cargos públicos como los seremis, los ministros o las primeras damas. ¿No son no gubernamentales acaso? ¿Por qué buscan el patronazgo de un miembro circunstancial del Estado?

El Estado de Chile necesita una revisión a fondo de sus procedimientos y no sólo en el Ministerio de Vivienda. Se necesitan implantar medidas básicas como que nadie puede percibir dos sueldos o dos pensiones del Estado, la doble o triple firma en la autorización de las transferencias de dinero público y, sobre todo, la ampliación de la obligatoriedad de la declaración de intereses de todos los cargos públicos designados por el poder político, un instrumento transparente que permita visualizar si alguien se ha enriquecido más allá de lo normal durante su paso por las instituciones del Estado.