El Golpe en décadas (2003): la puerta de Morandé 80 y el “nunca más” del Ejército
“Entregar a los chilenos la sensación de que se había llegado a un momento donde había una autoridad muy marcada, pero también una democracia muy sólida” fue el objetivo de la administración de Ricardo Lagos para la conmemoración del 11 de septiembre de 2003, en la que resonaron los ecos de las palabras pronunciadas meses antes por el comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre.
En 1906, cuando La Moneda era la residencia de los jefes de Estado, el Presidente Pedro Montt mandó a construir una puerta que le permitiera entrar y salir del palacio de manera informal, para no tener que recibir el saludo de la guardia.
La entrada, que se ubicó en la calle Morandé 80, tuvo además otro objetivo: ser el lugar simbólico por donde cada Mandatario salía al terminar su periodo presidencial.
Fue por esa misma puerta por donde efectivos militares sacaron la tarde del 11 de septiembre de 1973 los restos mortales del Presidente Salvador Allende, tras el Golpe de Estado.
Para evitar toda clase de simbolismo y que los adherentes de Allende lo transformaran en un lugar de culto, la dictadura de Augusto Pinochet decidió clausurar el acceso y no lo consideró en la restauración y reconstrucción del Palacio de La Moneda, que tomó seis años y fue inaugurada a finales de 1980.
Cuando estaban por cumplirse los 30 años del quiebre democrático, el gobierno de Ricardo Lagos comenzó a discutir qué signo podría ser adecuado para tal conmemoración.
“Tenía que haber un signo, un gesto, un símbolo muy importante que lo marcara”, comentó el jefe de asesores de esa administración, Ernesto Ottone, en conversación con Radio Pauta.
Los 30 años del Golpe de Estado: 2003
El símbolo elegido fue muy elocuente: reabrir la puerta de Morandé 80 buscando reivindicar la figura de Salvador Allende. “Esta reapertura era una muestra muy importante de que las cosas habían vuelto a su cauce, la democracia ya estaba funcionando en Chile”, remarcó Ottone.
“Pimponeamos mucho con el Presidente el carácter de la ceremonia, cómo esta tenía que ser y entregar a los chilenos la sensación de que se había llegado a un momento donde había una autoridad muy marcada, pero también una democracia muy sólida“, sostiene.
“Esto se coordinó de manera tal que esto pasara en la mejor de las condiciones. Me siento completamente reflejado en la orientación que le dio Lagos a ese aniversario”, recordó el asesor.
El diseño de la nueva puerta de Morandé 80 estuvo a cargo de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas y la obra fue ejecutada por los carpinteros Manuel Loyola y Francisco Alvarado en un taller ubicado en Cerrillos.
Ese jueves 11 de septiembre, el Presidente Ricardo Lagos caminó solo desde la puerta de la Plaza de la Constitución y se dirigió hacia Morandé, hasta llegar al número 80, donde el acceso estaba tapado por una bandera de Chile.
Luego de los honores de la guardia de Palacio, el pabellón fue elevado y el acceso quedó al descubierto. El Mandatario ingresó y llegó a un sencillo salón donde se exhiben medallas en homenaje a los presidentes de la República.
El acto se realizó sin la presencia de los partidos de derecha. Sobre esto, el exministro y militante de la UDI, Jaime Bellolio, recordó que su partido bajo el liderazgo de Pablo Longueira, hiczo su propio gesto.
“La UDI en 2003 hace un documento que se llama La Paz Ahora, en que se juntaron con familiares de detenidos desaparecidos. La pregunta es ¿por qué no podemos volver a hacer algo como eso?”, recordó Bellolio.
Las palabras de Ricardo Lagos a 30 años del Golpe
Después de recorrer las nuevas instalaciones de La Moneda, ante 1.200 personas -entre las que estaban la viuda de Allende, Hortensia Bussi, y las hijas del fallecido Presidente-, Lagos realizó un sentido discurso en uno de los patios del Palacio.
En su breve alocución, el entonces Mandatario remarcó que el 11 de septiembre “es un día para la memoria, para hacernos cargo con madurez de aquel momento de nuestra historia que tanto dolor nos ha causado. No es este un momento para el análisis. Por el contrario, es un momento para el recogimiento […] y la reflexión”.
Además, calificó de “mártir” a Salvador Allende, en un claro esfuerzo por recuperar la figura republicana del expresidente. Decisión que tensionó al Gobierno con sectores de la DC que amenazaron con no participar de las ceremonias.
“Construir ese futuro es nuestro deber y nuestra tarea. Construir un Chile donde no vuelva a ocurrir jamás lo que hace 30 años ocurrió (…) Sólo así las anchas alamedas finalmente se abrirán para todos los hijos de esta tierra. Chile con su memoria completa y no fragmentada será cada vez más un país más humano, más unido, más confiado. Será un Chile mejor”, cerró.
El ‘nunca más’ del general Juan Emilio Cheyre
Tres años después de que Ricardo Lagos firmara el Acuerdo Final de la Mesa de Diálogo, donde las fuerzas políticas y sociales se comprometían a que “en Chile nunca más se asesinará ni se hará desaparecer opositores.
El mismo año, el Ejército de Chile realizaba su propio “nunca más”. En una visita a Calama, el 13 de junio de 2003, fue el contexto elegido por el excomandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, para realizar un histórico mea culpa.
“En el Ejército seguimos siendo prisioneros del pasado, tenemos grandes dolores, por eso creo que la sociedad, todos, el Gobierno, pero no sólo el Gobierno, todos los sectores deben asumir una solución de conjunto”, expresó el general.
“Nunca más una clase política que fue incapaz de controlar la crisis que culminó en septiembre de 1973. Nunca más a los sectores que nos incitaron y avalaron oficialmente nuestro actuar en la crisis que provocaron. Nunca más excesos, crímenes, violencia y terrorismo. Nunca más un sector ausente y espectador pasivo. En fin, nunca más una sociedad chilena dividida”, subrayó Cheyre.
Un año después, en noviembre de 2004, en una columna de opinión publicada en La Tercera titulada “El fin de una visión”, el comandante en jefe del Ejército fue más allá y afirmó que “el Ejército de Chile tomó la dura, pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le cabe en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado”.
El mea culpa del Partido Socialista
Para el histórico militante socialista José Antonio Viera-Gallo, hay otro hecho que marca los 30 años del Golpe. Se trata de una carta en que los militantes del PS reconocen que “no hicimos lo suficiente por defender el régimen democrático”.
“Es una declaración autocrítica de la UP y del rol que el propio Partido Socialista tuvo en su relación con Allende en ese periodo. Lamentan no haber sido suficientemente colaboradores y leales con el Presidente”, comenta Viera-Gallo en conversación con Radio Pauta.
La declaración afirma que “nos propusimos llevar a cabo un programa de cambios que no contaba con las mayorías parlamentarias y sociales necesarias, mantuvimos intransigencia en la materia y no prestamos al Presidente Allende el apoyo que necesitaba de su partido para conducir el gobierno por los derroteros que había definido”.
Fue la tercera década tras el Golpe. Lo que vendría en la década posterior, con un Presidente de derecha en el poder, es parte de la siguiente entrega de este especial.