Columna de Víctor Maldonado: “Señor Piñera, está avisado: usted es un demócrata”
“Lo que importa es que las palabras del Presidente se sostengan en el tiempo y frente a cualquier auditorio, no solo considerando sus efectos mediáticos del día”, nos dice Víctor Maldonado.
Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.
No cabe duda de que el actual mandatario ha cambiado sus opiniones en el ejercicio del cargo. Es así, ya sea que se las compare con las que tenía como diputado o, incluso, como candidato a la presidencia. Lo que importa ahora es que no exista ninguna duda respecto de sus convicciones de fondo.
La idea de tener un discurso por grupo objetivo (uno para todos, otro para la izquierda) es bastante mala. Los demás no ven dos mensajes complementarios; lo que ven es a una misma persona diciendo cosas contradictorias.
Lo que se espera de un Presidente es un discurso integrado porque cuando esto falta se empiezan a realizar declaraciones a bandazos. Para superar la primera exageración se recurre a otra inversa, lo que acrecienta el error original.
Boric ha dicho de Piñera cosas que parecen referirse a personas distintas, de este modo es la credibilidad del mandatario lo que se ve afectada porque puede ser siempre sincero y, entonces, no sirve guiarse por sus palabras porque próximamente puede ser igualmente sincero, ahora en un sentido distinto.
También puede ser que no sea sincero o solo lo fue cuando podía y ahora lo que dice es lo que conviene al momento y, si cambian las circunstancias, ni siquiera necesitamos escucharlo para saber lo que va a decir. El que busca ser oportuno en cada ocasión está inoportunamente a un tris de pasarse de la raya.
Es decir, ambas alternativas son malas. Y por eso es necesario optar por declaraciones que se puedan sostener siempre en el tiempo, haciendo que sean válidas para las circunstancias en las que estamos y en las que siguen.
Lo que importa es la visión de conjunto, haciéndose cargo de los gestos y sus consecuencias, de todas ellas. No importa que nosotros coincidamos o no con la evaluación que se haga, como que estemos convencidos de que ella existe.
La flor y el martillo
Por ejemplo, la autorización de una marcha será siempre controvertida cuando se hace por lugares y en fechas emblemáticas. Que Boric acompañe simbólicamente la marcha un par de cuadras, también lo es. Es optativo. Lo que importa es hacerse cargo de lo que sucede de principio a fin.
Se enfrentan dos bienes: el derecho de las asociaciones a recordar a sus seres queridos en el lugar más apropiado, con un tema de orden público. Es el gobierno el que se hace cargo de lo que autoriza.
Las marchas pueden ser multitudinarias y pacíficas, en la intención de sus organizadores y, en estos casos, lo son de seguro. El problema no está en los que encabezan la manifestación con una flor en la mano, sino los que se ubican al final con un martillo en la suya, aunque sean pocos. Si la autoridad se puede hacer cargo de ambas cosas, la autorización debe ser cursada y si no, no. Se opta por lo que haga posible que la normalidad se retome lo antes que se pueda.
No sé si al final y como dijo Gabriel Boric: “La historia juzgará las convicciones que se defendieron” a 50 años del golpe o si Piñera es tan loablemente democrático en sus actuaciones. Los historiadores tal vez no hilen tan fino.
Lo que importa es que las palabras del Presidente se sostengan en el tiempo y frente a cualquier auditorio, no solo considerando sus efectos mediáticos del día. Lo que importa es que todos entiendan lo mismo y que eso se mantenga.