Columna de Gonzalo Cordero: “Barbarie”
“No creo que haya otro país occidental en el mundo en el que, en los días inmediatamente posteriores a la agresión, sus autoridades se hayan enfrascado en una polémica con el embajador de Israel”, nos dice Gonzalo Cordero,
La civilización tiene cuerpos de ideas que conforman, a veces, ideologías, conocimiento científico, doctrinas filosóficas, incluso credos religiosos. Ese desarrollo del intelecto y la capacidad de organizarnos en función de ese pensamiento estructurado y convivir armónicamente entre personas que adherimos a las distintas visiones a que ello da lugar, es lo que podemos llamar propiamente civilización. Fuera de esto solo existe la barbarie, esto es, la vida gobernada por impulsos irracionales, por el odio que se expresa mediante la violencia.
Es lo que hemos visto horrorizados estos días con el ataque terrorista de Hamás a Israel, una expresión de todo lo que nos aparta de la condición de seres humanos, en cuanto entendemos que eso supone racionalidad, conciencia y control de nuestras emociones. En la condena, es más, en la repulsa a lo que hemos visto, no están en juego posiciones políticas, ni visiones históricas, aquí está en juego la civilización.
Condenar sin matices estos crímenes no es tomar posición respecto de la causa palestina, ni menos contra las aspiraciones de un pueblo respecto del cual los chilenos solo podemos tener aprecio y gratitud. Lo que han hecho los terroristas de Hamás es, de hecho, el peor daño posible a sus aspiraciones y a la legitimidad de muchas de sus demandas. Es posible que, en un foro, en las organizaciones internacionales, en la diplomacia, se puede tomar posición a favor de las pretensiones de una u otra parte, pero en esto no, en esto solo puede tomarse partido por la civilización y la humanidad contra la barbarie.
La reacción de los países desarrollados ha sido unánime, gobiernos de izquierda como el de España, con el que nuestros gobernantes tienen especial y declarada afinidad, condenaron de inmediato y sin matices lo sucedido, solidarizando con las víctimas y el pueblo de Israel. Es que no cabe algo diferente cuando está en juego la civilización.
Por eso, resulta tan incomprensible la reacción de nuestro Gobierno y particularmente del Presidente Boric. No creo que haya otro país occidental en el mundo en el que, en los días inmediatamente posteriores a la agresión, sus autoridades se hayan enfrascado en una polémica con el embajador de Israel, al punto que ha debido ser el propio representante diplomático el que ha expresado su convicción de que el pueblo de Chile no es antisemita.
En mi caso personal, tengo un aprecio y admiración especial por el pueblo judío, pero hoy no es eso lo que motiva mis palabras, sino la convicción de que la barbarie no puede prevalecer y que en esa causa todos tenemos una responsabilidad ineludible. Ninguna ideología puede oscurecer esa verdad evidente.