Columna de John Müller: “El argentino que vino del futuro”
La notable performance de Sergio Massa, remontando del tercer al primer lugar en las urnas, es un aviso de que nunca hay que subestimar al ministro de Economía.
“El argentino que vino del futuro” es una narrativa distópica muy popular. Lo he escuchado como monólogo de un comediante y parece una sucesión de chistes autoflagelantes, pero la idea de fondo es muy inquietante. Esta consiste en que, según el argentino que viene del futuro, todos los países acabarán convertidos en naciones arrasadas por el populismo y la demagogia, con una hiperinflación salvaje y con unas desigualdades irritantes… pero serán campeones del mundo de fútbol.
“¡Vamos a peronizar al mundo!”, es el grito de guerra del argentino que viene del futuro.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha supuesto un nuevo giro de guion de las narrativas trasandinas. Un país con una inflación del 138,3%, con una moneda devaluada, una deuda externa elevadísimas y una capacidad de pago mermada, ha decidido dar una amplia victoria al mismísimo responsable de la situación: el ministro de Economía, Sergio Massa. Éste logró sumar seis puntos porcentuales de votación respecto de las primarias del mes de agosto, pasando del tercer al primer lugar. Un logro notable digno de engrosar los manuales de estrategia electoral y ciencia política.
¿Qué hizo Massa para darle la vuelta al resultado?
En primer lugar, pidió perdón. En septiembre por la inflación “de dos dígitos” y en octubre por “los errores” del gobierno.
En segundo lugar, empleó toda la potencia de fuego de su cargo para repartir “planes platita” (bonos y subsidios) que llegaron de manera directa a 15 millones de argentinos. A otros 800.000 contribuyentes de clase media les bajó los impuestos a las ganancias. Y, por último, les devolvió el IVA a los jubilados y empleados.
Y en tercer lugar, enfatizó su carácter de hombre moderado, que contrastó con las hipérboles con motosierra de un Javier Milei que asustó a más gente de la que debía, como demuestra su techo del 30% del electorado. Milei no sumó votos a su posición, al contrario, los perdió. Tanto asustó Milei que hasta el liberal francés Guy Sorman lo tomó por loco y sostuvo que su elección sería “terrible” para Argentina.
Los teóricos franceses de las segundas vueltas electorales afirman que en la primera se vota con el corazón y en la segunda con la razón. Esto podría aplicar a cualquier elección que se realice relativamente cerca de otra. Es, por ejemplo, lo que le ha permitido a Pedro Sánchez en España, salvar los muebles de su gobierno. Los socialistas fueron barridos por la derecha en las elecciones locales y regionales del 28 de mayo, pero resistieron con notable firmeza en las generales del mes de julio.
Massa tomó nota de este fenómeno y evaluando correctamente que las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) operarían como primera vuelta ‘cordial’, trabajó intensamente para que la verdadera primera vuelta presidencial operara como si fuera la segunda.
La cuestión ahora es: ¿qué va a suceder con el votante argentino en la segunda vuelta presidencial, que en realidad es la tercera ronda de votaciones? ¿Con qué parte del organismo se vota en una tercera vuelta si según la politología francesa ya se han usado el corazón y el cerebro?
Efectivamente, hay ocasiones en que los argentinos vienen del futuro.