Columna de Gonzalo Cordero: “Sinovac”
“Sostener que la causa fue que nuestro mercado es demasiado pequeño o que para nuestra salud pública es mejor, que no se construya, agrede la inteligencia de quienes lo escuchan y debiera herir el pudor intelectual del que las dice”, comenta Gonzalo Cordero.
Las razones por las cuales no se instalará la planta de Sinovac en Chile no están claras y no tengo los antecedentes para dar una opinión seria. Las declaraciones del ministro Grau han sido inconsistentes y lejos de despejar las dudas las han acentuado.
Sostener que la causa fue que nuestro mercado es demasiado pequeño o que para nuestra salud pública es mejor, que no se construya, agrede la inteligencia de quienes lo escuchan y debiera herir el pudor intelectual del que las dice.
Pero el punto que me interesa no es ese. Es que esta decisión se da en cierto contexto en que es imposible no hacer las siguientes reflexiones.
Chile ya no es un país atractivo para invertir en él. Hace rato que las noticias económicas hablan mucho más de quiebras, de salida de capitales, de altos patrimonios que establecen su domicilio en otros países o de proyectos que finalmente se van a instalar a otros lugares.
En lo personal, la primera campanada de alerta se me produjo cuando un amigo, ejecutivo de una importante empresa internacional me comentó que, en un directorio de su matriz en Europa, los directores habían preferido un proyecto en México antes que uno en Chile y las razones no eran económicas, sino simplemente que la situación del país del norte, mejor o peor, era conocida y bastante estable. La nuestra, en cambio, era esencialmente inestable.
El otro elemento de contexto, es que el Presidente de la República, lamentablemente ha sido pertinaz en manejar nuestras relaciones internacionales con criterios ideológicos, apartándose de la sabia tradición de seguir, con pragmatismo, el interés nacional.
De manera gratuita e innecesaria, ha tomado consistentemente partido contra el Estado de Israel, perdiendo incluso el respeto a las formas mínimas, como ocurrió cuando no recibió a su Embajador para la tradicional entrega de cartas credenciales. Luego, no ha perdido ocasión de criticar el régimen chino, al punto de decirle a un grupo de estudiantes, en su reciente visita a ese país, que fueran rebeldes con el poder.
En definitiva, en poco tiempo, nuestro gobernante se ha encargado de ponerse en la posición contraria de Estados Unidos en el conflicto en medio oriente, en contra de Rusia en la guerra de Ucrania -posición que comparto- y ahora en contra del régimen chino. A lo anterior se agrega que una parte de él quiere terminar con el capitalismo.
Entonces, cuando se frustra cualquier inversión que se iba a realizar en Chile, uno no puede más que decir, como el expresidente Barros Luco: “Era que no”.