Columna de John Müller: “Vuelve el Gobierno cleptómano”
Pasado el plebiscito, el Ejecutivo de Boric vuelve a mostrar sus intenciones de apropiarse del fruto del esfuerzo de los chilenos que viven de su salario.
El dominio de los tiempos en política es una cuestión trascendental. Si la ministra del Trabajo, Jeannete Jara, hubiese anunciado su nueva propuesta previsional antes del plebiscito del domingo 17 de diciembre, el saqueo de las rentas de los asalariados chilenos (en rigor de los costes laborales generados por éstos) hubiese sido un poderoso factor de movilización del voto ‘A Favor’ y el gobierno hubiese corrido el riesgo de que el resultado lo descalabrase. Pero Jara se estuvo calladita hasta que se cerró la última urna y entonces puso sobre la mesa la última propuesta del Ejecutivo sobre los seis puntos porcentuales de aumento de cotización: tres puntos para el ‘seguro social’, otro punto para mejorar las pensiones femeninas y apenas dos puntos para el ahorro individual.
En síntesis, el gobierno de Gabriel Boric pretende apropiarse de dos tercios de esa parte de la renta generada por cada trabajador chileno asalariado para cumplir sus deseos solidarios. Todo esto, en medio de una crisis causada porque se está revelando que la idea de solidaridad de este gobierno es muy cercana a la de pillaje. Así ha quedado retratado en el caso Convenios, el cual ha puesto en entredicho ya no sólo la pertinencia de la manera en que se gastan los recursos públicos, sino directamente la honestidad y probidad de los gestores. Varios de estos últimos están pasando por los calabozos.
Por algún motivo que no alcanzo a discernir, el gobierno entiende que el rechazo a la última propuesta constitucional manda una señal muy clara de que a los asalariados chilenos no les importa que les sustraigan del bolsillo esos cuatro puntos porcentuales.
El informe postplebiscito de Unholster, muy acertado en el análisis de datos, también lo ve así de claro: “El triunfo de la opción ‘En Contra’ dará nuevo aire a la reforma tributaria (sic, aunque está hablando de reforma de pensiones), en parte debido al rechazo a los aspectos previsionales del texto plebiscitado”. “El gobierno dispone de tiempo hasta antes de las elecciones municipales para lograr la aprobación del texto”, añade.
Mi opinión es que los analistas cometen un exceso interpretativo. No parece riguroso deducir qué conceptos constitucionales (en este caso los que tenían que ver con los aspectos previsionales) han sido rechazados por los votantes y cuáles no. ¿Debemos entender también que han rechazado que Chile sea una república? Más aún, ni siquiera se puede decir qué parte del texto ha sido más rechazado que otra. Desgraciadamente, el hecho de que la votación era binaria convierte en una caja negra el texto constitucional. O lo compras todo, o lo rechazas todo.
Hay suficiente evidencia empírica de que los asalariados chilenos no quieren que el Estado usurpe sus rentas bajo ningún argumento. Y es de puro sentido común: ¿por qué la Seguridad Social de Boric se tiene que levantar sobre las espaldas de los chilenos que tienen un contrato? ¿Qué pasa con el resto?