Columna de Víctor Maldonado: “Dime con quién andas y te diré cómo gobiernas”
“Después de dos años en el poder nadie es un novato. Existen los que aprenden de sus errores y los que no aprenden por las buenas ni por los costalazos. El próximo gabinete nos dirá a qué grupo pertenece el gobierno”.
Lo que se busca en el ejercicio del poder es la constitución de equipos combinados que complementen sus habilidades y capacidades, a fin de cubrir en buena forma las complejas tareas que se les encomiendan.
Los equipos demasiado homogéneos resultan decepcionantes porque replican muchas veces las mismas capacidades, pero quedan expuestos a toda clase de peligros a los que no están acostumbrados y ninguno conoce; potencian sus debilidades y repiten las mismas fortalezas.
La llegada a los ministerios de una gran cantidad de figuras sin experiencia previa hace que la combinación de talentos diversos, resulta ser de vida o muerte. Es obligatorio prodigarles un apoyo preferente para que puedan cumplir sus funciones sin incurrir en errores entendibles, pero igualmente evitables.
El problema consistió en que quien debía organizar este tipo de ayuda indispensable necesitaba, él mismo, ser asesorado, puesto que estaba en idénticas condiciones que sus subordinados.
Al final, se pudo conseguir una solución parcial, concentrándose en algunos puntos bien atendidos, partiendo por la Presidencia misma y algunos miembros del Comité Político. Con ello se evitó lo peor, pero se tuvo que pagar un excesivo costo, con la caída anticipada de miembros del gabinete o con el funcionamiento a medias de varias carteras.
Los más prudentes preguntaron primero y avanzaron después, como corresponde a personas conscientes de lo mucho que debían aprender. Todavía los vemos circulando, ya con más aplomo, por los pasillos de los ministerios.
Los que llegaron apresurados a imponer su estilo, sin detenerse a escuchar, se subieron a un potro sin domar como dando un paseo dominical y les fue como les fue. El ejemplo emblemático es el de Izkia Siches.
Ahora, toca organizar un cambio de gabinete. La constitución del nuevo equipo no es una dura prueba para los nominados, sino para el que los nomina.
Se llega por lo que se dice, se recuerda por lo que se hace
No se llega a la Presidencia por casualidad y se deben reconocer los evidentes méritos políticos de Gabriel Boric, pero lo que se verá es algo más específico: su capacidad de dar conducción política y coordinar la gestión de gobierno.
Son distintas las habilidades para ganar una campaña, las destrezas para comunicar bien todo el tiempo y los méritos para conducir el Estado. Se necesita ahora instrucciones específicas válidas hasta el final de esta administración.
Si al comienzo el gobierno puede aspirar a cumplir lo que quiere, en su última fase debe concentrarse en lo que puede sacar adelante. En función de este propósito se reconstituyen los equipos. Es el Presidente el que escoge bien o se equivoca, porque es él quien decide quienes lo acompañan.
Se llega al gobierno por lo que se dice, pero se lo juzga por lo que hace. Queda el tiempo justo para dejar huella. La retórica sin el respaldo de hechos no es recordada, excusas no quedan. Después de dos años en el poder, nadie es un novato. Existen los que aprenden de sus errores y los que no aprenden por las buenas ni por los costalazos. El próximo gabinete y el apoyo que La Moneda le entregue nos dirá a qué grupo pertenece el actual gobierno.