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Columna de John Müller: “El doble estándar del Sur Global”

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POR Equipo Radio Pauta |

Las reglas del juego de los años 70 y 80 han vuelto y el doble estándar del Sur Global está aflorando como ya ocurrió entonces.

Hay una imagen del pasado que recordaba el sociólogo Alexéi Gusev en un artículo reciente sobre la muerte de Alexéi Navalni y que adquirió un nuevo significado. En 2018, un mes después de la desaparición de Jamal Kashoggi, los líderes occidentales dieron la espalda a Mohamed bin Salman en una reunión del G-20. De pronto, Vladimir Putin rompió el cerco y lo saludó con un fuerte apretón de manos. Fue la manera de decirle a Occidente que no les importaba nada lo que pensaran de su conducta.

En apenas seis días hemos visto como un desertor ruso era asesinado a tiros en la puerta del garaje de la vivienda donde se escondía en Alicante (España) y un militar venezolano, que gozaba de la condición de refugiado en Chile, era secuestrado desde su hogar por agentes que se hicieron pasar por policías. Son dos circunstancias donde la soberanía de dos estados (España y Chile) ha sido puesta en cuestión.

El jefe de la inteligencia exterior rusa no reconoció que el régimen de Putin estuviera detrás del asesinato de Maxim Kuzmínov, pero sí dijo, tras conocer la noticia, que el piloto de helicóptero que escapó con su aeronave de combate a Ucrania, en agosto de 2023, era “un cadáver moral” desde que había huido de sus filas

El inefable Diosdado Cabello se ha burlado de la certeza colectiva que reina en Chile y el mundo de que los secuestradores de Ronald Ojeda fueran agentes de su gobierno. Esta reacción de Cabello es una malísima noticia para la familia del militar porque reduce las posibilidades de que Venezuela exhiba a Ojeda como un trofeo viviente, que para él era la menos mala de las hipótesis sobre su suerte. Ahora, es posible que Maduro prefiera que la ambigüedad caiga sobre el destino del teniente y deje que todo el mundo, tanto dentro como fuera de Venezuela, saque sus propias lecciones.

El regreso de la violencia política contra los disidentes allá donde estos intenten buscar asilo, la invasión de Ucrania por Rusia y la muerte de civiles en Gaza son tres hechos recientes que demuestran que las reglas del juego que existieron hasta las décadas de 1970 y 1980 han vuelto.

Esto es una malísima noticia para todos aquellos que pensaban que el mundo se podía regir por reglas y no por intereses, empezando por los que creían que los avances de la Justicia Internacional de los últimos años eran irreversibles.

Sobre todo, la falta de escrúpulos y principios de esa colección de países que ha dado en llamarse Sur Global está quedando de manifiesto. Los derechos humanos sólo importan cuando se trata de aliados o de causas que les interesan. Ni una palabra oficial se ha alzado en China, la India, Sudáfrica o Brasil para condenar al régimen de Putin por la muerte de Navalni como tampoco se condenó la agresión rusa en Ucrania. Lula ha pedido una burocrática investigación, como si se tratara de un problema de violencia penitenciaria y no de un caso de represión de la disidencia política.

Lo único que percibo diferente es la actitud de Gabriel Boric que ha prometido no caer en el doble estándar. Ojalá que la energía que está mostrando en torno al conflicto de Gaza en la Corte Internacional de Justicia, la empeñe también con Putin y con Maduro.