Columna de John Müller: “Boric cruza el ecuador”
La violencia criminal es el mayor desafío del gobierno, pero su ADN político hace que le resulte casi imposible afrontarlo con eficacia.
La presidencia de Gabriel Boric ha cruzado su ecuador, aunque hay analistas que han subrayado que, dada la enorme brecha institucional (en torno a cien días) entre la elección de un nuevo presidente y su toma de posesión, le queda menos tiempo efectivo que en su primera mitad.
Este es un hecho con dos rostros. Es cierto para el ‘Boric jefe de gobierno’, que será un personaje crecientemente secundario cuando empiece la campaña presidencial, pero no para el ‘Boric jefe del Estado’, que retendrá los símbolos del poder hasta el 11 de marzo de 2026.
El gran error político de su gobierno lo admitió el propio Boric en la entrevista que concedió al diario español El País: “Haber apostado tanto al resultado del primer proceso constitucional y haber postergado reformas importantes en función de ello, es algo que yo haría de manera diferente hoy día”.
Lo llamativo es que habiendo reconocido que su sector político sufrió dos fuertes derrotas electorales en 2022 que implicaron “un giro en las prioridades”, el presidente no haya sacado todas las consecuencias correspondientes retirando su reforma fiscal y su reforma previsional.
El empecinamiento en la segunda, donde la evidencia demoscópica señala que los chilenos no quieren compartir una mayor parte de sus ingresos con una Seguridad Social controlada por los políticos, es digno de una mejor causa: por ejemplo, la violencia criminal que asola nuestras calles.
El gobierno todavía no ha explicado por qué quiere imponer exclusivamente a los asalariados una mayor carga fiscal, quedándose con una parte de sus aportes para la jubilación para repartirlos entre los demás, mientras otros chilenos (trabajadores independientes, rentistas, militares, etc.) reciben los frutos, pero sólo aportan con sus impuestos como también hacen los que viven un salario formal.
El hombre propone y Dios dispone. La violencia es el mayor problema que tiene planteado este gobierno. Desafortunadamente, el ADN de la coalición que gobierna hace prácticamente imposible que ésta pueda enfrentarlo con éxito. Se perderán en infinitas disquisiciones sobre qué hacer con los militares, en la definición de infraestructuras críticas, y una y otra vez quedará en evidencia que están atrapados por su pasado de coqueteo con la vía insurreccional.
Lo verdaderamente práctico sería impulsar en serio la reforma de Carabineros, su aumento de plantilla, la mejora de su equipamiento y doctrina, y su rearme moral que tienen abandonado en una comisión perdida.