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Columna de Víctor Maldonado: “Sin una buena solución, importa encontrar una salida”

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POR Equipo Radio Pauta |

“El gobierno no tenía la opción de ir a contracorriente de la opinión de sus bancadas, las bancadas no podían dejar en la estacada a La Moneda y ningún parlamentario podía pretender condicionar el acuerdo final a que todos se subordinaran a su criterio”.

Entre La Moneda y las bancadas oficialistas se deben sumar esfuerzos para superar los problemas que se presentan. Es en conjunto que se han de establecer los acuerdos viables con la oposición antes que el término de los plazos decidan, las diferencias ya no importen o se llegue demasiado tarde.

La prueba de fuego ha sido la ley corta de isapres. Una situación provocada por la industria del sector ha adquirido tal gravedad que ya no quedan soluciones óptimas. Las opciones abiertas son imperfectas y presentan contraindicaciones.

Se tenía que escoger algún tipo de mal menor porque de no proceder de este modo, las consecuencias pasan a ser catastróficas. El colapso de las isapres provoca un efecto dominó que el sistema de salud no puede absorber en breve.

El paso del tiempo no soluciona nada y al gobierno, responsablemente, solo le queda escoger algún tipo de solución imperfecta que decida asumir. Sabiéndolo, las bancadas oficialistas debían hacerse solidarias de la decisión tomada. Tratar de salir indemnes, sin pagar costos, no resultaba posible. Si cada parlamentario busca evitar los perjuicios, solo empeorará la situación de La Moneda.

Lo que no se puede permitir es la aparición de figuras especializadas en mantener protagonismo debido a la prolongación de las diferencias. Se puede llegar a tener una especie de profesión nueva: la de “vocero de la desgracia”.

Aquellos que durante meses comentaron la crisis, sin dar el pase a ninguna solución viable y mantuvieron vigentes las desavenencias, al final agravaron el daño. Siempre se supo lo que no aceptaban, pero nunca lo que sí proponían.

Se les puede reconocer porque cuando el gobierno tiene que asumir una posición definitiva, la que sea, redoblan la crítica, manteniendo el protagonismo, ahora, por su oposición a una salida calificada de errónea.

La pregunta siempre será por qué el oficialismo se demora tanto en presentar un frente unido, confrontándose durante meses en posiciones múltiples.

En el oficialismo, nadie se salvará solo

No es natural que las diferencias internas sean más difíciles de conciliar que las que se tienen con la oposición. Estas discrepancias han fortalecido a la derecha. El tiempo jugaba en contra y las bancadas oficialistas lo dilapidaron.

Esto es pésimo para La Moneda porque duplica los costos y el desgaste que experimenta en este proceso. Su posición era mala, pero la logró empeorar.

Se tenía que llegar a un acuerdo y no podía ser muy diferente al que se esperaba desde un principio. No era necesario acumular todos los inconvenientes de ver alargada una negociación. Sin acuerdo interno, al gobierno no le quedaba más alternativa que mantenerse sosteniendo un discurso genérico de aplicación de un fallo judicial que no podía cuestionar.

Fue un largo estancamiento. El gobierno no tenía la opción de ir a contracorriente de la opinión de sus bancadas, las bancadas no podían dejar en la estacada a La Moneda y ningún parlamentario podía pretender condicionar el acuerdo final a que todos se subordinaran a su criterio. Aun así, el acuerdo llegó en el límite.

Se esperó al último minuto, que es cuando se detienen las negociaciones, las soluciones mágicas no aparecen y no queda más que aceptar el mal menor. El acuerdo fue fruto de la transversalidad, la resignación y la responsabilidad.