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Columna de Víctor Maldonado: “Lo que La Moneda dispersó, la primaria lo unió”

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POR Equipo Radio Pauta |

“La última vez que se hicieron elecciones primarias fue el, solo uno de cada cuatro ganadores resultó después electo en las elecciones abiertas. Para triunfar no es cosa de seguir haciendo lo mismo, con los mismos”.

Competir une más que disentir

Hace poco más de una semana del mensaje presidencial que fue seguida por un periodo de polémicas intestinas en el oficialismo. No es que se pasara de una cuenta pública marcada por lo unitario a una dispersión propiciada por otros. Fue un efecto directo de la intervención del 1 de junio.

No fue un contraste, sino una consecuencia. La cuenta pública no concitó el seguimiento de las tareas prioritarias identificadas por Boric, fue él quien instaló un debate que desorganizó la respuesta oficialista. Convocó a la dispersión.

El momento estelar de La Moneda no fue aprovechado al máximo. En contraste, la centroderecha mantuvo sus énfasis, opinando lo indispensable sobre el discurso sin alterarse demasiado. En esta situación compleja vinieron al rescate las primarias del domingo pasado que redimensionaron todo lo anterior.

Luego de la cuenta del Presidente, al no presentarse un amplio norte común, lo que afloró fue la libre expresión de intereses personales o grupales que se manifiestan sin mucha contención. Luego de las primarias, han venido las demostraciones de felicidad de los ganadores y ahora el procesamiento en conjunto de la situación en vista de la competencia con la oposición.

Tras el mensaje presidencial, fue desde una bancada oficialista que provino un emplazamiento a La Moneda porque ya no estaba operando el encuadre previo de mantener un apoyo al gobierno. En su reemplazo, vino una presión directa para ponerse en el caso de que la reforma previsional se detuviera por completo.

La unidad se mantiene acrecentándola

En cuanto a la relación entre partidos, el movimiento es inverso porque se hizo evidente que se puede ganar una primaria superando a los socios, pero no se puede ganar la elección abierta sin el apoyo de los recién derrotados.

Ahora que concita tanto interés la baja participación en las primarias, algo que se repite todas las veces en que ellas se realizan, hay que decir que la centroizquierda logró un nivel equiparable de movilización al de ocasiones; estuvo en lo esperado. Algo no puede ser pasado por alto: hubo importantes casos en que la participación para dirimir competencias en la derecha fue muy superior. Esto no es habitual.

Por eso hay que ponderar adecuadamente. La última vez que se hicieron elecciones primarias fue el 2017 -después no se pudo por la pandemia-, solo uno de cada cuatro ganadores resultó después electo en las elecciones abiertas. Para triunfar no es cosa de seguir haciendo lo mismo, con los mismos.

Quién no sabe restañar heridas y no amplía su base de apoyo, pierde. Como los partidos lo saben, han concluido que la unidad se perfecciona para ganar o lo dejamos como está y con eso terminamos por perder con distintos abanderados. Para dar el paso que sigue se necesitará mucha generosidad y de todos.

La competencia se ha ido emparejando, pero se está lejos de asegurar triunfos emblemáticos, frente a una derecha en buen pie en la contienda presidencial, tanto como en su organización territorial.

En el Parlamento, la relación entre bancadas y gobierno continuarán tensas porque allí toca implementar el mensaje presidencial; los partidos, en cambio, estarán demasiado ocupados en competir con la derecha para pelearse mucho.

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