Columna de John Müller: “Comunistas de ultraderecha”
La ex RDA es el granero de votos de Alternativa para Alemania y la explicación la tiene el haber sustituido sin autocrítica moral a los nazis por los soviéticos.
Alternativa para Alemania (AfD) se ha convertido en las elecciones europeas en el segundo partido del país. Con casi el 16% de los votos, superó a todas las familias de la coalición ‘semáforo’ que actualmente gobierna el país: los socialdemócratas del canciller Scholz (13,9%), los verdes (11,9) y los liberales (5,2%). La fortaleza electoral de AfD se encuentra básicamente en la exRDA, que desde 2013 se ha convertido en el granero de votos de la ultraderecha.
Un llamativo mapa publicado estos días muestra que el voto de AfD está fuertemente concentrado en la exRDA, excluyendo la capital Berlín, donde ganan los verdes, y la circunscripción de Potsdam Mittelmark, donde ganan los cristianodemócratas.
El mapa muestra una división tan radical que recuerda a otro, muy famoso, donde se compara el voto al partido Nazi en las elecciones de 1932 y la confesión religiosa de la población alemana según el censo de 1934. En él se ve que los nazis eran muy fuertes en los distritos protestantes y no tanto en los católicos.
Esta tesis ha sido muy discutida, pero, en líneas generales, se ha podido demostrar que el votante nazi tipo era trabajador de clase media protestante que vivía en una granja o en una pequeña comunidad, según el sociólogo estadounidense Seymour Lipset. Un estudio de Cambridge, más actual, probó que mientras la élite católica acabó sucumbiendo ante Hitler, la clase baja y media de esa religión no lo hizo.
La cuestión que se plantea ahora es cómo un territorio dominado durante 44 años por la ideología comunista puede haberse convertido en bastión de la ultraderecha y, en cambio, la parte occidental, capitalista y libremercadista, no.
Mi tesis es que, aunque el proceso de desnazificación promovido por los aliados en Alemania Occidental duró un corto periodo de tiempo, en la parte oriental ni siquiera existió. En la república federal, los aliados filiaron a todos los soldados alemanes, blanquearon a los nazis que habían cometido crímenes si servían a sus propósitos, pero a los que cometieron delitos execrables en general los apartaron. El proceso quizá no fue tan exigente y duradero, como hizo ver Frederick Forsyth en su novela The Odessa File de 1972 (llevada al cine con Jon Voight y Maximilian Schell en 1974), pero existió. Pero, sobre todo, los aliados dejaron en el territorio que ocuparon las instituciones de una democracia liberal, cosa que no ocurrió en el lado comunista.
En contraposición, la Unión Soviética sólo se concentró en perseguir a sus enemigos políticos nazis destacados, pero no lanzó un proceso de desnazificación social. Al igual que los aliados, amnistiaron a todos los científicos y técnicos nazis que les pudieran servir. Como me relataba un soldado de la RDA en 1990, el uniforme ‘feldgrau’ de corte nazi se siguió utilizando hasta el final. Simplemente se quitaron las insignias nazis y se sustituyeron por las de la RDA. Es decir, los que eran soldados al servicio de Hitler pasaron al día siguiente a estar al servicio de Stalin o de su representante en Alemania.
La narrativa oficial en el Este, además, se adaptó a estas circunstancias. Los soldados y los civiles alemanes eran un buen pueblo que había sido engañado por un personaje maligno que era Hitler. Todo lo contrario que la responsabilidad individual y colectiva frente a la guerra y el Holocausto que líderes como Konrad Adenauer, católico para más señas y encarcelado por los nazis en varias ocasiones, encarnaron en la Alemania de posguerra, asumiendo el pago de reparaciones e indemnizaciones por lo sucedido.
La auténtica revolución social en Alemania fue la democracia liberal que implantaron los aliados tras la derrota de 1945 y que se plasmó en la Ley Fundamental de 1949. Como demuestra el votante de la exRDA, en aquella parte de la población que no fue socializada en la democracia y en la responsabilidad, el populismo de la ultraderecha ha prendido con mucha más facilidad que en las áreas que no se expusieron a estos valores. Sírvanse ustedes mismos.