Columna de John Müller: “Asesinato al descuido”
Cuando todos los ojos se posaban en Venezuela, un ataque supuestamente israelí en territorio de Irán acaba con el máximo líder político de Hamás.
El ‘descuidero’ es el tipo de ladrón que hurta cuando los demás están distraídos. Esta figura también existe en la política y la economía. Hay fusiones y adquisiciones de empresas que sólo se producen cuando todos están mirando para otro lado. Cuando se produce una aceleración informativa como la de estos días, cuando el frente interno está tensionado y la mirada internacional se dirige intensamente a un solo punto como es ahora el caso de Venezuela, aparece el ‘descuidero’.
Ismail Haniya, el máximo líder político de Hamás, ha sido asesinado en un ataque contra el lugar en que se alojaba con sus guardaespaldas en Teherán. Haniya, que vivía refugiado en Qatar, asistía a las ceremonias de toma de posesión del nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian. Las miradas acusadoras se posan en Israel, que oficialmente no ha dicho nada, pero es el famoso razonamiento del Cui Bono o Cui Prodest, ¿a quién beneficia este hecho?
El silencio israelí es mucho más significativo cuando casi al mismo tiempo su Ejército reconoció la autoría del ataque con aviones de combate contra una vivienda del sur de Beirut, capital del Líbano, que costó la vida al número dos de Hezbolá, Fuad Shukr. Dicha operación se considera una represalia directa del bombardeo indiscriminado contra una aldea drusa del norte de Israel. El ataque causó la muerte de 12 adolescentes y niños drusos que jugaban fútbol en una cancha. Tel Aviv considera que la acción fue obra de Hezbolá, que cuenta con respaldo iraní, aunque estos no se han responsabilizado.
La diplomacia internacional ha intentado que la guerra no se extienda por la región, pero todo indica que el conflicto se está ampliando. El 2 de enero de este año, un bombardeo supuestamente israelí acabó con la vida del número dos de Hamás y cofundador del grupo, Saleh al Aruri, que vivía refugiado en el sur de Beirut. Entonces Israel no reivindicó el ataque en suelo libanés, pero ahora, siete meses después, sí lo ha hecho. En cambio, ahora no se ha referido a la operación en territorio iraní que acabó con la vida de Haniya. Es evidente que la raya se ha corrido hasta Irán.
Haniya era un líder fundamental para Hamas. Su propia historia personal lo convertía en un hombre providencial. Fue criado y educado por el propio jeque Ahmed Yasin, una figura mítica entre los palestinos. Criado en Gaza, donde quedó tetrapléjico y casi ciego a los 12 años, tras romperse la columna vertebral jugando fútbol, Yassin estudió en El Cairo donde tomó contacto en la universidad de Al-Azhar con los Hermanos Musulmanes. De hecho, Yassin fundó Hamás en Gaza como una filial de los Hermanos egipcios.
El jeque fue asesinado por Israel en 2004 y desde entonces, Haniya fue su sucesor. Paradójicamente, mientras más golpeaba Israel a los palestinos, más crecía el poder y la influencia de Haniya dentro de Hamás. En medios árabes se le consideraba pragmático, ya que no repetía la cantinela radical de que había que “destruir a Israel”. Sin embargo, se considera que su visto bueno fue indispensable para que se llevaran a cabo los ataques del 7 de octubre contra Israel como estrategia para frenar los avances que habían producido los Acuerdos de Abraham.
Desde el 20 de mayo de 2024, la fiscalía del Tribunal Penal Internacional pidió una orden de arresto contra dos líderes israelíes (Benjamin Netanyahu y Yoav Galant) y tres palestinos, incluido Ismail Haniya, por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Los crímenes que se le imputaban a Haniya eran los de exterminio, asesinato, toma de rehenes, violación, abuso sexual y tortura.