Columna de Víctor Maldonado: “Se quiere ganar sin perder la comodidad”
“En el mismo instante en que la derecha reconoce sus debilidades, se da un paso decisivo para poder superarlos. ¿No debiera la centroizquierda hacer otro tanto?”.
Sin suficientes ganas de ganar
Daniel Mansuy ha señalado que “la derecha no está preparada ni para ganar la presidencial ni para gobernar”. Como es una opinión calificada que viene desde la misma oposición ha tenido un fuerte impacto.
Mansuy sostiene sus dichos en afirmaciones importantes: ve a Matthei como una candidatura solitaria y su sector político sin “hambre” suficiente de ganar la elección presidencial. Ambas situaciones suman sus riesgos.
En opinión de este referente intelectual, tras la muerte de Piñera, “la derecha ha ido de tumbo en tumbo”, sin saber encontrar el tono adecuado para enfrentar al gobierno y plantear sus banderas. La prueba es que falta articulación política, que no es otra cosa que ausencia de liderazgo.
¿Qué explica esta situación? El doble hecho de que la elección está ganada y de que pareciera que “no fuera tan grave perderla”. Eso explicaría la falta de entusiasmo. Si en la comodidad se consigue lo principal ¿para qué esforzarse?
El contraste es marcado con cuando contaban con Sebastián Piñera, pero su entorno no había otro semejante. El equipo cercano tenía un poder delegado por su figura y nada más. Los legados no pueden influir por sí mismos, señalan lo que se hizo sin destrabar los obstáculos para despejar en el presente.
A pesar del gusto que la derecha está adquiriendo por la autocrítica, lo cierto es que su candidatura presidencial puede conseguir un trabajo mucho más activo con la dirigencia de Chile Vamos. Claro que la iniciativa debiera provenir de Matthei y ella ha dejado que la percepción de falta de articulación se instale con el consiguiente desánimo colectivo. Como la candidata no consolida equipos, tampoco se trasmite seguridad. No apoya, sino que necesita apoyo.
Por acá, tampoco
Lo que retrata Mansuy es una crisis de la calidad de la política que se está practicando en nuestro país desde una de sus esquinas. ¿Se ve mejor el panorama mirado desde la vereda del frente? Por supuesto que no. Lo que se ve es una situación espejo que tiene sus propias particularidades.
En la derecha tienen un liderazgo presidencial deficiente, pero en la centroizquierda no hay ninguno que acepte el desafío que se encuentre, siquiera, en vista de ser aceptado. La percepción de que no es tan grave perder la elección presidencial tiene también aquí sus cultores. También en el oficialismo hay más pragmatismo que entusiasmo. No hay aparente apuro por mejorar.
La derecha no avanza y el gobierno, mal que mal, se ha ido consolidando, lo que quiere decir que ambos pueden ganar la próxima presidencial. Pero tal como los encontramos hoy ¿alguno de ellos puede asegurar la gobernabilidad de nuestra democracia? Difícilmente, porque ninguno parece abocado al indispensable trabajo de consolidar sus organizaciones partidarias y sus conglomerados.
Sin embargo, en el mismo instante en que la derecha reconoce sus debilidades, se da un paso decisivo para poder superarlos. ¿No debiera la centroizquierda hacer otro tanto? Vienen tiempos turbulentos y continuar administrando coyunturas y conseguir reformas pasadas por agua, como lo que tenemos, no garantiza gobernabilidad. ¿O también resulta más confortable el quedarse con lo que se tiene? Cómodo es el nombre de un emperador que termino muy mal.