Columna de John Müller: “Boris el mentiroso”
“Que la ola populista no cede en Chile lo demuestra el hecho de que la derecha convierte en su héroe a uno de los personajes más inescrupulosos de la historia” , dice John Müller.
La derecha chilena se ha mostrado encantada de conocer a Boris Johnson, sin darse cuenta de que este rubio político ‘pelucón’ es el responsables del hundimiento de los tories británicos. Es verdad que Lizz Truss y Rishi Sunak son los que perdieron el poder, pero la decadencia moral de la derecha empezó con David Cameron y se hizo adulta con los atajos del populista Johnson y su histórica victoria electoral de 2019.
Johnson es a la centroderecha lo que el español Pedro Sánchez para la centroizquierda: un mentiroso compulsivo que es capaz de sobrevivir en un mundo donde se ha impuesto la noción de que pueden existir varias verdades en competencia y que la gente tiene derecho a escoger la que más le gusta. Donald Trump lo expuso así en 2016: “Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”. Esa es la clave epistemológica de la postverdad. Si les interesa profundizar en el asunto, los invito a leer este artículo del actual jefe de gabinete de Sánchez, Diego Rubio, doctorado en Oxford.
Johnson también estudió en Oxford y se hizo periodista, de los menos fiables de este oficio. No sólo fue despedido de ‘The Times’ por inventarse una historia sobre un palacio de Eduardo II, sino que más tarde fue designado corresponsal en Bruselas por ‘The Daily Telegraph’ con el objetivo de socavar el prestigio de la Unión Europea, poniendo en 1989 la primera piedra para el ‘Bréxit’. Demostró una gran creatividad tomando los episodios más tontos protagonizados por los burócratas bruselenses y los convertía en artículos que indignaban a los contribuyentes británicos.
Para Johnson, el socialista Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, tenía un proyecto para convertir a Europa en una continente totalitario, inspirándose en los planes de Hitler. La única posibilidad de evitarlo era resucitar a Churchill y como eso era imposible, la que estaba llamada a impedirlo era Margaret Thatcher. A la primera ministra le encantaban sus crónicas.
Un maestro de la narración, Johnson era un mal periodista en un oficio que debe demostrar un respeto casi ontólogico por la verdad. Una cosa es equivocarse en la búsqueda de la verdad y otro hacerlo en la de la mentira.
Como alcalde de Londres se abrió la posibilidad de que, pese a ser un mal periodista, fuera un buen político. Sin embargo, pronto se advirtió de que en realidad era un consumado demagogo, sobre todo cuando Cameron aceptó efectuar el referéndum del Bréxit.
Johnson es un tipo con el que es fácil conversar, conoce miles de anécdotas de Winston Churchill y de William Shakespeare, pero está bien para quedar con él en un bar, no en el Nº 10 de Downing Street como hizo el pueblo británico.
Su gobierno transcurrió, salvo por la pandemia, tal como se preveía: fue un auténtico desastre, plagado de escándalos que alcanzaron la propia sede de Gobierno. En junio de 2023 la Cámara de los Comunes aprobó un informe que declaró que Johnson mintió deliberadamente al Parlamento en al menos cinco ocasiones. Se trata de una de las transgresiones más graves de las reglas del gobierno de Westminster. Por esta razón, perdió el derecho a ingresar en el Parlamento como exdiputado sin pasar por los controles que se aplican a todo el mundo.