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Columna de John Müller: “El fin de Podemos”

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Pauta
POR John Müller |

“Con la salida de Íñigo Errejón de la política, acusado de comportamientos machistas, la generación que vino a renovar la política española se marcha destruida” , dice John Müller.

Íñigo Errejón, el último de los fundadores de Podemos que quedaba en activo en las instituciones españolas, renunció a todos sus cargos y abandonó la política intempestivamente el 17 de octubre. Su dimisión siguió a una campaña en redes sociales donde se denunciaba anónimamente a “un político madrileño” que había abusado y maltratado de numerosas mujeres. El anuncio de su marcha es un ejercicio de victimización donde culpa “a una forma de vida neoliberal” de los excesos en que cayó.

Horas después de la renuncia de Errejón, una periodista y presentadora de televisión presentó una denuncia en su contra ante la Policía. Su relato de los hechos ha sido muy comentado. Primero, porque en él se hacen públicos lo que antes se llamaban “secretos de alcoba”, despojados de todo pudor. Y en segundo lugar, porque hay muchas personas que consideran que hubo muchas señales de consentimiento que relativizan su negativa final.

La prueba de que la denuncia no es concluyente es que, al momento de elaborar este texto, Errejón aún no ha sido detenido, pese a que en España la ley de violencia de género subestima la presunción de inocencia de los hombres simplemente por ser hombres.

Según una portavoz del partido Sumar, en el que recaló Errejón tras su divorcio de Pablo  Iglesias en 2019, éste reconoció “conductas machistas” y por eso lo obligaron a dimitir, pero eso no significa que éstas sean delitos, cuestión que está por demostrar ante un juez.

Sin embargo, es verdad que para un partido que se declara feminista, estas conductas, sin ser delitos, son inaceptables. Pero llama la atención que Sumar no cuente con un tribunal de disciplina o ética que pudiera evaluar estas quejas o denuncias.

En cambio, todo el proceso de separación de Errejón se ha desarrollado convirtiendo a las redes sociales en un tribunal popular, con manifestaciones histéricas, excesivas y poco razonables empezando por las denuncias y por el propio anuncio de dimisión de Errejón.

Su salida de la política deja varios corolarios:

La revolución devora a sus hijos. Su renuncia es el punto final de un grupo de politólogos que diseñó un artefacto político -Podemos- que recogió toda la ilusión y la rabia que se expresó en la protesta del movimiento 15-M, que fue ensalzado como el ‘mayo español’. Sin embargo, el movimiento demostró que carecía de ideas de fondo y de dirigentes suficientemente ejemplares como para construir una narrativa sostenible.

El que rápido vive, rápido muere. Podemos creció de manera fulgurante, llegó a tener 71 diputados en 2016, organizó una moción de censura que derribó al gobierno de Mariano Rajoy y llegó al poder en una coalición con Pedro Sánchez. Y se derrumbó casi igual de rápido. Hoy, diez años después de su nacimiento, Podemos está enfrentado a la extrema izquierda tradicional que está organizada en Sumar, y sólo tiene cuatro diputados y dos eurodiputados.

Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Sus líderes fijaron los nuevos estándares morales y ellos mismos los incumplieron. Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores, fue sorprendido eludiendo el pago de impuestos. Pablo Iglesias atacaba a los ricos mientras se compraba un chalet a las afueras de Madrid. Pablo Echenique defendía los derechos sociales pero no pagaba las cotizaciones de su cuidador. Y Errejón, que se declaraba feminista y aliado de las mujeres, ha terminado acusado de abuso y maltrato de género.

Siga el dinero (follow the money). Tampoco cumplieron con su promesa de no ingresar más de tres salarios mínimos cuando estuvieran en un cargo público y entregar el resto a obras sociales, no al partido.